España y el vino forman un tándem cuyos orígenes se pierden en el tiempo. Solo la pandemia por coronavirus fue capaz de poner en jaque una relación que bien podría tildarse de idílica. Tras este paréntesis de la Covid-19, las cifras de consumo de vino vuelven a dispararse. Como bien dice el dicho ‘una copa de vino al día no hace daño’.
La tradición vitivinícola española ha esquivado a lo largo de la historia las más diversas crisis. Al amparo de sus bodegas y de un potente volumen de ventas, ha logrado salir más o menos indemne de los altibajos económicos. No hay que olvidar que lidera el ranking de países por disponer de la mayor superficie de cultivo de viñas de forma ecológica. La extensión total de viñedos supera las 950 mil hectáreas.
En España hay mucha tendencia a salir a los bares y restaurantes con amigos a tomar un buen vino o una cerveza. Si comparamos el consumo de vino y cerveza, es esta última la que lidera el consumo de bebidas alcohólicas en España con un 83%, mientras que el vino ocupa el segundo puesto muy de cerca con un77%, datos de un estudio que realizo Toluna (compañía especializada en investigación online).
ESPAÑA, PRIMER PAÍS MUNDIAL EXPORTADOR DE VINO
España es el primer país mundial exportador de vino en volumen y el tercero en cuanto a valor monetario, habiendo exportado 2.914 millones de euros en vino en 2021. Cuando un extranjero piensa en un buen vino, le es imposible no acordarse de España, y es que tres de cada 5 botellas que se venden en el mundo son españolas. España es responsable del 25% de la producción total del vino en Europa.
El tercer productor mundial, con una media de entre 40 y 42 millones de hectólitros de vino y mosto al año y cuentan con 941.086 hectáreas de viñedo, un 13% del total mundial. A nivel nacional, el sector vitivinícola abarca el 2,4% del empleo en España y el 2,2% del Valor Añadido Bruto, además de formar parte de la cultura y hábitos sociales mediterráneos. La cultura del vino también contribuye a atraer turismo de calidad, y es que cada año 3 millones de personas visitan las bodegas y los museos de la Ruta del Vino.
No obstante, el sector trata de superar estos hábitos de consumo y en los últimos años hemos asistido a un incremento de nuevos estilos de vinos, con menor graduación, más fáciles de beber e incluso en formatos individuales, como el vino en lata. Además, las iniciativas como las relacionadas con el enoturismo están ayudando mucho a hacer que su consumo sea más popular.
EL SECTOR VITIVINÍCOLA HA TENIDO QUE ADAPTARSE
En un escenario de escasez de agua y temperaturas extremas el sector del vino se vio muy afectado. Los viñedos son muy sensibles a las condiciones climáticas, y la sequía es una amenaza que ha estado presente durante estos años donde ha cobrado mayor importancia debido al cambio climático y al aumento de las temperaturas. Lo que han causado daños irreparables en la uva, afectando la calidad del vino y, en casos extremos, llevando a la pérdida total de la cosecha.
Unas amenazas reales que obligan al sector adoptar medidas de adaptación para garantizar la supervivencia y la competitividad en el mercado vitivinícola. La colaboración entre los distintos actores involucrados como productores, investigadores, administraciones públicas y otros, es la clave para encontrar soluciones sostenibles y eficaces a los problemas generados por el cambio climático en el mundo del vino.
Fortalecer la innovación es un reto para el sector que deben impulsar la apuesta por el desarrollo de nuevos productos el I+D y la transferencia de conocimiento a lo largo de toda la cadena de valor vitivinícola. La innovación es una fuente de crecimiento y en la que todavía se puede avanzar mucho más. La transformación digital, la innovación, el enoturismo experiencial; la creatividad y la capacidad de resiliencia, o la importancia de las personas son algunos de los temas que se han abordado de la mano de profesionales y colaboradores relacionados con el mundo del vino.