La alergia al polen es una de las más comunes en todo el mundo, problema acrecentado por la contaminación y la falta de lluvia. Afortunadamente podemos paliar sus síntomas en cierta medida siguiendo algunas pautas.
Evitar el ejercicio al aire libre, usar gafas de sol y atender a las indicaciones del médico son tres grandes claves para reducir las molestias derivadas de esta patología.
2Síntomas de la alergia al polen
Como decíamos, el polen es un polvo muy fino y ligero capaz de mantenerse en el aire y desplazarse a grandes distancias. De ahí su facilidad para penetrar en el organismo a través de nuestras mucosas, produciendo serios problemas como rinitis o asma.
Entre los síntomas más comunes e incómodos de la alergia al polen podemos nombrar la rinitis alérgica, que supone la inflamación de la mucosa nasal, dando lugar a molestias como picor, estornudos y congestión. Si bien a priori no son síntomas de gravedad, si no se tratan pueden empeorar y causar importantes molestias, llegando incluso a dificultar el día a día de la persona afectada.
El asma es otro de los grandes clásicos asociados a la alergia al polen. Puede producir dificultades respiratorias, así como tos, dolor de pecho, fatiga y sensación de ahogo. Esto empeora en caso de realizar actividades al aire libre, por lo que aquellas personas que trabajen en entornos abiertos deberán extremar las precauciones.
También es muy común la conjuntivitis entre las personas con alergia al polen, también llamada conjuntivitis alérgica. Esta produce enrojecimiento, lagrimeo y picor en los ojos. Ocurre cuando el alérgeno afecta a la membrana de la parte anterior del ojo, y requiere tratamiento.
Por otro lado, la mucosidad es algo inevitable para un alérgico al polen, algo que puede controlar con el apoyo de la medicación. Es uno de los síntomas más molestos, pues a su vez puede conducir a fuertes dolores de cabeza y a otros problemas derivados, como la falta de concentración o el insomnio.