El mítico programa japonés Humor Amarillo vuelve a nuestras pantallas tras más de quince años de ausencia. Eva Soriano y Dani Rovira serán las grandes novedades de esta reedición disponible el próximo verano en Amazon Prime.
Si perteneces a la generación millennial, seguro que las palabras “humor amarillo” no te son indiferentes. Muchos de nosotros crecimos con este formato que, muy probablemente, no sería aprobado hoy en día. Los concursantes eran sometidos a pruebas de lo más estrafalarias en las que no faltaban toda clase de golpes y porrazos. De hecho, ahí reside su éxito.
2¿Recuerdas las zamburguesas?
El funcionamiento base de Humor amarillo era muy sencillo. Unos cien concursantes tenían que enfrentarse a una serie de pruebas para llegar al castillo del emperador Takeshi Kitano y asaltarlo, liberando así a los oprimidos de este líder tirano. El ganador recibía un millón de yenes como premio.
A priori, no parece un concurso muy alejado de otros. Pero lo que hacía grandioso a Humor amarillo era la perversidad de sus pruebas; hay que reconocerlo, nos encantaba ver cómo los cien participantes pasaban a quedarse en menos de la mitad en cuestión de minutos.
Una de las pruebas más icónicas de Humor amarillo es la de las famosas “zamburguesas”. Esta parte del programa entusiasmaba al público, que no paraba de reír viendo a los concursantes cruzar una charca de agua enfangada saltando sobre una fila de rocas pequeñas e inestables. La dificultad radicaba en que algunas de esas rocas se hundían con el peso, pero no había manera de identificarlas, por lo que todo dependía del azar. La mayoría de ellos acababan cayendo al agua y perdiendo el derecho al premio final.
Tampoco era nada fácil superar la llamada “seta asesina”. En esta ocasión los concursantes debían cruzar una enorme charca agarrados a una seta gigante que se tambaleaba de un lado a otro sobre el agua sin dejar de girar. Como vemos, todo diseñado para hacer sufrir a los participantes y provocar carcajadas en el espectador.
Y cómo no recordar el famoso “laberinto del chinotauro”, que consistía en atravesar un complicado laberinto sin ser atrapado por los esbirros de Takeshi. Este laberinto estaba lleno de puertas tras las cuales se escondían dichos esbirros, que se lanzaban con todas sus fuerzas contra los concursantes. Los que llegaban al final debían elegir entre varias puertas, algunas de las cuales conducían directamente a un gran charco. Los pobres que caían en él eran expulsados del concurso.