No podemos negarlo, las patatas fritas son un plato irresistible para niños o mayores. Nos encantan solas, acompañadas, cortadas en bastones, en chips, con salsas o al punto de sal. No es vicio, ni gula, sino una cuestión evolutiva: el cuerpo pide hidratos de carbono y además tenemos una predilección natural por las texturas crujientes, y las patatas fritas lo tienen todo.
El problema es que abusar de esta comida no es algo recomendable y puede suponer un aumento no deseado de peso. ¿Te gustan demasiado y la idea de limitar o prescindir de este manjar se te hace cuesta arriba? No te alarmes, hay varios trucos para prepararlas de forma que no engorden, con muchas menos grasas, e incluso más digeribles.
7TRUCOS DE LOS CHEFS
¿Realizan este proceso los chefs en sus restaurantes? Lo cierto es que algunos utilizan otra técnica similar: eso sí, en vez de cocerlas, las dejan que se pochen con muy poco aceite. ¿Cómo consiguen entonces que queden tan crujientes y doradas? Muy fácil. Cuando está ablandada en el aceite, se extrae y deja que escurra bien el aceite, dejándolas en reserva para cuando llegue la comanda y hacerlas en el momento. Cuando esto ocurre, las introducen en aceite de oliva casi ardiendo unos segundos en las grandes freidoras y posteriormente añaden la sal. De esta forma consiguen que las patatas fritas estén crujientes en grandes cantidades, pero siempre de forma más saludable, cambiando de forma regular el aceite para que no traspase a la patata ninguna toxina del aceite quemado.