No podemos negarlo, las patatas fritas son un plato irresistible para niños o mayores. Nos encantan solas, acompañadas, cortadas en bastones, en chips, con salsas o al punto de sal. No es vicio, ni gula, sino una cuestión evolutiva: el cuerpo pide hidratos de carbono y además tenemos una predilección natural por las texturas crujientes, y las patatas fritas lo tienen todo.
El problema es que abusar de esta comida no es algo recomendable y puede suponer un aumento no deseado de peso. ¿Te gustan demasiado y la idea de limitar o prescindir de este manjar se te hace cuesta arriba? No te alarmes, hay varios trucos para prepararlas de forma que no engorden, con muchas menos grasas, e incluso más digeribles.
3PRIMER TRUCO: PRIMERO REMOJAR Y DESPUÉS COCER
Para preparar unas patatas fritas que podamos comer sin miedo a engordar, hay que hacerlo en tres fases. En primer lugar hay que dejarlas a remojo durante al menos un par de horas para que vayan soltando ese almidón. Esto sirve también para que el resultado sea más crujiente, así que dejar las patatas en agua merece la pena en todos los sentidos.
El procedimiento sería el siguiente: Cortamos la patata según la forma que nos guste y la dejamos remojando un par de horas. Después pondremos agua salada a hervir en un cazo y añadiremos la pata escurrida. La dejaremos cocer solo unos minutos, hasta que su pulpa empieza a estar un poco blanda. Las sacamos del agua y las secamos bien antes de proceder a freírlas, en sartén o en freidora. El sabor y la textura son los mismos, pero habremos reducido el número de calorías.