No podemos negarlo, las patatas fritas son un plato irresistible para niños o mayores. Nos encantan solas, acompañadas, cortadas en bastones, en chips, con salsas o al punto de sal. No es vicio, ni gula, sino una cuestión evolutiva: el cuerpo pide hidratos de carbono y además tenemos una predilección natural por las texturas crujientes, y las patatas fritas lo tienen todo.
El problema es que abusar de esta comida no es algo recomendable y puede suponer un aumento no deseado de peso. ¿Te gustan demasiado y la idea de limitar o prescindir de este manjar se te hace cuesta arriba? No te alarmes, hay varios trucos para prepararlas de forma que no engorden, con muchas menos grasas, e incluso más digeribles.
2LA CLAVE ESTÁ EN EL ALMIDÓN
¿Por qué engordan tanto las patatas fritas? Los motivos son puramente químicos y el almidón tienen una buena parte de la culpa. Esta molécula es un polisacárido, un tipo de hidrato de carbono que se transforma en azúcar y puede contribuir a la formación de grasa corporal. Además, el propio almidón, durante el proceso de fritura, hace que la patata absorba aún más cantidad de aceite.
A ello podemos sumarle el tipo de aceite que se utilice. Si las freímos en casa con aceite de oliva virgen extra de calidad, tendremos esa seguridad de que al menos vamos a consumir un aceite bueno. Pero si las tomamos fuera, probablemente se habrán preparado en aceite de girasol reusado muchas veces. Así pues, una vez que hemos identificado el problema, podemos elaborar las soluciones.