jueves, 21 noviembre 2024

La DGT pone en riesgo de quiebra a las autoescuelas pequeñas catalanas

La Dirección General de Tráfico vuelve a poner en riesgo a las autoescuelas catalanas. De media, un alumno puede llegar a tardar cerca de dos meses en poder subir al examen práctico de conducir. La situación es extremadamente preocupante en Barcelona y Girona, donde hay un menor número de autoescuelas y más porcentaje de retrasos, una situación que también se repite en Tarragona y no tanto en Lleida, según las fuentes consultadas por este medio.

Ante esta tardanza, algunos de los alumnos han decidido marcharse a otras provincias, como Cuenca o Castellón, donde hay menos presión. El motivo de esta situación, no tan grave como la padecida en el sector en 2019, se debe principalmente a la falta de examinadores. La tasa de reposición por jubilación es muy baja pese a la alta demanda en el puesto, especialmente de numerosos profesores de autoescuelas.

La Administración debería o bien ceder la gestión a una empresa privada o una colaboración público-privada

«La situación es especialmente sangrante en las autoescuelas más pequeñas. La caída de ingresos por estos retrasos se debe a que los alumnos no realizan las prácticas de forma asidua», han sostenido fuentes del sector.

LA DGT NO RESUELVE EL GRAVE PROBLEMA DE FALTA DE EXAMINADORES

«El problema de la falta de examinadores se arrastra desde 2011», ha señalado Àlex Requena, influencer y profesor de una autoescuela en Cataluña. El sistema actual de Tráfico realiza un reparto muy equitativo, pero faltan los examinadores. Para las grandes autoescuelas, como HoyVoy, por ejemplo, tienen plazas de sobra. «A día de hoy, a muchas autoescuelas pequeñas se les está haciendo inviable el negocio», ha asegurado.

En Barcelona, la Dirección General de Tráfico examina cada diez días a sus alumnos y da entre tres o cuatro plazas, creando así cuellos de botella para subir al examen. «La espera mínima actualmente es de entre mes y medio y dos meses hasta un máximo de cuatro», ha sostenido el profesor. «Si a un alumno le va mal en dos exámenes, la autoescuela se queda sin plazas suficientes para subir a los nuevos alumnos», ha comentado.

La DGT pone en aprietos a las autoescuelas
La DGT pone en aprietos a las autoescuelas

En este sentido, la presión para la autoescuela es mayor en las pequeñas. Asimismo, Requena ha considerado que los alumnos tendrían que seguir dando las clases hasta subir a examen ya que la «continuidad» en las prácticas es clave para afrontar el examen con garantías. Si bien es cierto, hay alumnos que prefieren alargar los días entre las clases por estos retrasos, dando así a una situación de compleja solución. Y es que, sin estos ingresos, las autoescuelas no pueden hacer frente a gastos corrientes, como mantenimiento de los vehículos, nóminas, suministros y seguros, entre otros.

LAS GRANDES AUTOESCUELAS COMPRAN A LAS PEQUEÑAS

En estos días, con la Semana Santa, muchos funcionarios y examinadores se toman su merecido descanso, pero el problema se agrava con menos exámenes. La DGT, que dispone de un dispositivo especial de tráfico para estos días, esquiva el problema. «Se nos plantea un negro panorama», ha apuntado.

Este problema en los exámenes de Tráfico se producen especialmente desde el confinamiento, como ocurre también en otras oficinas de cara al público, como las de la Seguridad Social, donde la cita previa se ha convertido en un negocio.

A pesar de la situación, desde Tráfico y los propios funcionarios instan a las autoescuelas a aceptar un menor número de alumnos para evitar problemas, un hecho que iría en contra de la libertad de empresa y que suena más a excusa que solución, ya que el problema no se encuentra en la capacidad de las autoescuelas, sino en las carencias del ente público.

«No cojáis tan gente», les espetan desde la DGT. Requena responde clara y llanamente: «¿Quién eres tú para limitarme a mí?». «La Administración debería o bien ceder la gestión a una empresa privada o una colaboración público-privada» para arreglar este colapso.

EL COLAPSO DE LA DGT OBLIGA A CERRAR A LAS PEQUEÑAS

Las autoescuelas, además, se enfrentan también a los efectos negativos de la inflación y los problemas derivados de la crisis de componentes. Los vehículos de segunda mano se han encarecido, mientras que los nuevos han aumentado su precio en unos 5.000 euros. Son coches que deben estar homologados, con su doble embrague, acelerador y freno.

Con todo, las autoescuelas pequeñas se están comiendo literalmente sus líneas de crédito, con unos intereses más elevados en el último año tras las subidas de los bancos centrales. «Nos estamos endeudando porque los gastos corrientes nunca paran», ha indicado. De esta forma, algunas de estas empresas se ven en serios apuros si ocurre un percance mayor, como arreglar uno de los vehículos. En esa situación el dilema se centra en si se abonan las nóminas ese mes o se paga con demora al taller.

En su caso, las dificultades son serias. El propio Requena tuvo que recurrir a un crédito del ICO para pagar los impuestos del confinamiento. «No tenemos ayudas para nada», ha denunciado. Las grandes autoescuelas, como Zona F, aprovechan estas fuertes tensiones y quiebras para comprar, cuyos dueños son contratados después como profesores. A río revuelto, ganancia de pescadores.

EL ABSENTISMO LABORAL, AL ALZA EN LOS EXAMINADORES

«El pequeño no tiene otra salida que la venta debido a la ansiedad, mientras el grande cada vez lo es más», ha resumido. Esta estrategia beneficia también a las grandes debido también a la falta de profesores de autoescuela. «Desde hace cuatro años, Tráfico no ha sacado plaza de profesores», ha afirmado, pese a que la normativa exige un número mínimo anual. Hay tres fases acumuladas debido a los problemas en la última de éstas. «No hay profesores para las prácticas de conducir», ha apuntado.

El sector viene, además, de dos huelgas de examinadores. La última, en 2016, duró seis meses, la más larga en España. Desde ese momento, los problemas en la subida de exámenes se ha agudizado, sin que la DGT haya tomado manos en el asunto. En Barcelona, hay cerca de 70 examinadores, a tres alumnos por examen, no habría problema alguno ni cuellos de botella.

El principal motivo de la situación es el alto «absentismo laboral, con una media anual del 33%» en esta clase de funcionarios, ya sea por estrés, vacaciones u otros motivos. Estas ausencias no son cubiertas por la DGT y los principales afectados, además de los alumnos, son las propias autoescuelas.


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