La cesta de la compra de millones de personas tiene una misma marca: Lidl. Cada vez son más las personas que eligen esta cadena alemana para proveerse de toda clase de alimentos y comestibles, al igual que objetos para el hogar, herramientas, cosmética y todas las necesidades imaginables. Estos clientes acuden atraídos por ofertas como sus magníficos artículos por menos de un euro o sus productos gourmet, dentro de un catálogo en constante renovación para atraer a más compradores a sus tiendas. Aun así este liderazgo ha sido a costa de varias maniobras cuestionables, que ponen a Lidl en una posición comprometida de cara al consumidor.
La marca ha incurrido a menudo en la reduflación, la maniobra consistente en ofrecer menos producto por el mismo precio o uno incluso superior, y sus subidas de precios parecen tan constantes como arbitrarias, sin respetar la bajada del IVA promovida por el Gobierno. Estas acciones están siempre sometidas al escrutinio más duro, que es el del usuario de a pie: los consumidores no están dispuestos a pasarle ni una a este súper, como ilustra el caso reciente de un usuario que se quejaba del arroz tres delicias por ser incomible. Ahora mismo el foco está puesto en una oferta que Lidl no ha respetado y que un cliente desmontaba de forma pública, para mayor escarnio de la marca. Cuando conozcas los detalle verás con otros ojos a la firma de supermercados.
4ASÍ FUNCIONA LA PUBLICIDAD ENGAÑOSA
Según explica la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios), una publicidad es engañosa cuando induce al error. Esto sucede si omite datos de interés o argumenta errores tipográficos, que es lo que parece haber sucedido en el caso del arbusto de Lidl. Lamentablemente es una práctica habitual, con variantes como poner en grande el descuento y en pequeño el precio real, o publicitar el precio de la segunda unidad como si fuese lo que cuesta un único objeto.