Alemania entrará en recesión con tres meses de retraso respecto a los plazos previstos por el BundesBank. No obstante, la caída de la economía más importante de la Eurozona será «más profunda de lo previsto». El principal motivo es la caída del gasto de los consumidores, cuya tasa de ahorro se ha desplomado desde los 35 puntos en 2021 al 10%, según los datos de DZ Bank, debido a la histórica subida de precios, pese a que a la bajada de la tensión provocada por la crisis energética.
Se espera que la recesión sea más profunda de lo previsto, con una producción menor en el primer trimestre respecto al anterior
«Se espera que la recesión sea más profunda de lo previsto, con una producción menor en el primer trimestre respecto al anterior», ha señalado el Banco Federal de Alemania en su informe mensual. La caída entre octubre y diciembre del pasado año alcanzó el 0,2%, pero el Bundesbank afirmó que la crisis energética era «manejable» y que de entrar en recesión, ésta sería «corta y suave».
No obstante, el escenario macroeconómico se ha deteriorado con fuerza apenas un mes después de pronunciarse en estos términos. Las estimaciones apuntan a una fuerte contracción del consumo. Por un lado, los hogares no tienen acceso a los disparados precios de la vivienda al comerse literalmente los ahorros generados tras dos años de pandemia por la disparada inflación, que no termina de ser controlada por el supervisor de la banca de la Eurozona. Tampoco ayuda que los tipos de interés hayan empujado al alza a una velocidad tan vertiginosa, al encarecer los intereses de las hipotecas variables y los préstamos. Además, el consumo retrocede a la hora de comprar vehículos. Son dos de los componentes clave en el gasto.
Para el BundesBank, el precio de la vivienda se sitúa en una nueva burbuja inmobiliaria al situarse entre un 25% y un 40% por encima de lo que deberían estar, según los fundamentos sociodemográficos y económicos, a pesar de la caída de precios registrada en la segunda mitad del pasado año. No obstante, estas subidas se deben a la especulación y al encarecimiento de los precios de los materiales, así como a la escasa oferta en las zonas pobladas.
EL BCE TENDRÁ QUE SUBIR LOS TIPOS EN PLENA RECESIÓN
Técnicamente, una economía entra en recesión cuando registra dos trimestres de nulo crecimiento o caída en la economía. Alemania esquivó la recesión el pasado año al registrar un exiguo crecimiento tras el verano, pero en este primer trimestre se espera ahora un frenazo de la producción industrial, caída de la demanda extranjera y un débil comportamiento de la construcción, especialmente afectado por la subida del coste de los materiales y por los tipos de interés.
Para el Bundesbank, «la inflación sigue siendo alta y disminuye el poder adquisitivo de los hogares privados». Dejando así el trabajo duro al Banco Central Europeo, que tendrá que incrementar el precio del euro con el motor de Europa parado. Esta situación llevará a un peor comportamiento del consumo privado durante la primera parte de este año.
Asimismo, ha alertado de que no habrá una «mejora significativa» de la economía, un escrito que deja en evidencia el optimismo que respira el Gobierno de Olaf Scholz, cuyo gabinete afirma que la economía alemana es «sólida» y «robusta».
EL IFO, MÁS OPTIMISTA QUE EL BUNDESBANK EN ALEMANIA
El informe del BundesBank es aún más pesimista que el Instituto Ifo de Alemania. Las previsiones de este organismo apuntan a un crecimiento del 0,3% para la economía germana, frente al 0,2% del banco federal. Además, ha alertado sobre el impacto en la deuda al considerar que los gastos aumentarán significativamente más que los ingresos.
Tanto el Ifo como el BundesBank habían pronosticado la entrada en recesión en el invierno de 2023. Sus cálculos no van nada mal encaminados, aunque la política espera que una nueva equivocación. No obstante, los datos macroeconómicos apuntalan esta posibilidad, con un mal dato del PIB manufacturero, en contracción, así como Francia. La normalidad no volverá hasta 2024, mientras la inflación se instalará en el 9%.
Tras el fin del verano, las perspectivas para el Ifo alemán cayeron con una fuerza inusitada. De un crecimiento del 3,7% para este 2023 a tan sólo el 0,3%. Definió el escenario como una «recesión invernal», eso sí mantuvo la inflación en el 6%, un nivel un 33% inferior al actual.
Esta situación terminará por darse en toda la Eurozona, una vez se constate la caída en Alemania. El Gobierno de Pedro Sánchez se ha empeñado en difundir que España no entrará en recesión y que será el país que más crezca este 2023. No obstante, a lo largo de la historia se ha cumplido la premisa: si Alemania para, el resto de Europa lo hará tarde o temprano.
ESPAÑA Y EL PROBLEMA DE LA DEUDA
España tendrá así que prepararse para lo peor, con el principal foco puesto en la deuda. La curva de tipos comienza a mostrar serias dudas a corto plazo, con unas letras que alcanzan el 3%. Con Alemania parada, el resto de la Eurozona entrará, más cuando las exportaciones españolas dependen en gran medida de la primera potencia del Viejo Continente, junto a Francia, que muestra signos serios de debilidad.
Y es que, Europa es una maquinaria que funciona cuando Alemania se mueve. Es el corazón, principal comprador y proveedor. De este país depende el 16% de las exportaciones en Europa y el 22% de las importaciones. Si baja la producción, no se espera que la demanda continúe al alza. Asimismo, también se vería afectado el turismo, si los hogares prosiguen consumiendo los ahorros ante una desbocada inflación.