Muchas personas al ver sangre no pueden evitar marearse y encontrarse mal. En algunos casos, sólo con pensar en ella pueden llegar a sufrir de malestar, ansiedad, o dolor de cabeza. En otros casos la gravedad es más severa y puede incluso producir desmayos. Lo importante aquí, y lo más interesante, es que el hecho de observar agujas, sangre, vísceras o heridas, produce en algunas personas una reacción fisiológica concreta y bien caracterizada por la ciencia. La buena noticia es que, esta reacción, puede llegar a ser controlable y se puede superar. En este artículo te contamos el truco para que nunca vuelvas a desmayarte al ver sangre.
4La hematofobia presenta una respuesta bifásica
Las personas que sufren de miedo a la sangre, experimentan una respuesta bifásica. Significa que nuestro organismo, cuando ve (o piensa) en cualquier tema relacionado con la sangre, responde en dos tiempos. En la primera fase, y como consecuencia de la impresión, sorpresa, susto y ansiedad. La segunda fase, que se da a continuación, es la posterior resaca que hace que estas mismas variables que se habían disparado, disminuyan de forma abrupta. De ahí que la sangre no circule hasta la periferia y tengamos esa sensación de falta de fuerza en las manos. El riego sanguíneo también es menor, y el resultado final puede acabar en desmayo.