La lista de la compra es la misma. Contiene todo lo que un español medio entiende como desayuno: leche, café, cereales, pan y aceite. Pero, en contraste con el pasado año, la cifra que marca el datáfono a la hora de pagar es mayor, a pesar de la rebaja del IVA en alimentos.
Según el análisis de los precios de cinco alimentos realizado por este diario en Dia, Eroski y Carrefour, el coste total del desayuno se ha encarecido alrededor de un 20% en sólo un año.
Si en enero de 2022 la compra de un brik de leche entera Asturiana, un kilo de café Marcilla, una bolsa de pan Bimbo, una botella de aceite Carbonell y una caja de Choco Krispies de Kellogg’s oscilaba en torno a los 22 euros, este año sobrepasa los 27, incrementándose entre un 22% y un 23%, en función del supermercado escogido.
Este crecimiento de los precios se sitúa muy por encima de las estimaciones del IPC realizadas por el Instituto Nacional de Estadístico (INE) respecto al año anterior, y que actualmente es, en términos generales, de un 5,7% o de un 7% si se incluye alimentos elaborados, de alta volatibilidad en sus precios. (inflación subyacente).
Según el INE, los alimentos y bebidas no alcohólicas son los productos que más se han encarecido en el último año, con una variación de casi un 16%, muy por encima de otros artículos como muebles y artículos del hogar (8,5%) o los restaurantes y hoteles (7,8%).
Dada la falta de equilibro con los salarios, que no han ascendido a la misma velocidad que el coste de la vida, el poder adquisitivo de 24 millones de españoles se ha visto gravemente mermado, según los cálculos de El País. Por su parte, el centro de análisis Funcas cifró la pérdida total del poder adquisitivo de las familias en torno a los 42.000 millones euros, tal y como recogió El Mundo en octubre de 2022.
El aceite y la leche, a la cabeza de la inflación
En un efecto dominó, la pandemia, la guerra en Ucrania, las sanciones a Rusia, la geopolítica de la energía o los precios de los combustibles han impactado en el proceso de producción y distribución de todos los alimentos, encareciendo el producto final.
En el caso del aceite, a este conjunto de factores se le sumó una mala cosecha consecuencia de la sequía que asoló la península el pasado año. Productores de todos los tamaños vieron cómo sus cosechas menguaban ante una inmensa demanda, lo que terminó repercutir en los precios del oro verde.
También la industria de leche de vaca sufrió su particular decadencia. El desajuste entre unos costes de producción cada vez más elevados y una baja rentabilidad llevó a muchos ganaderos a reducir o abandonar su actividad, disminuyendo la oferta, de nuevo, frente a un mercado altamente demandante.
Así, los precios de ambos productos -aceite y leche- son los alimentos que más se han incrementado en el último año, con una variación del IPC del 35 y 37%, respectivamente.
De esta forma, mientras que el incremento de algunos productos como el café es de alrededor de un 20% -entre 1,60 € y 2,20 € en función del supermercado-, el de los Choco Krispies de menos un 5% -0,14 céntimos- y el de pan Bimbo de un 25% -0,50 céntimos-, el de la leche y el aceite se eleva por encima del 40%.
Rebaja fiscal o control de precios
Para paliar los efectos de esta crecida, el Gobierno aprobó el pasado 27 de diciembre el Real Decreto 22/2022 de medidas de respuesta a las consecuencias económicas y sociales de la guerra de Ucrania, que en el artículo 72 suprimió el IVA de los productos básicos -pan, harinas panificables, leche de animal, quesos, huevos y frutas y verduras- y redujo el del aceite y pastas alimenticias de un 10 a un 5%.
La norma, aplaudida por las asociaciones de comercios y de alimentos, no ha logrado devolver la estabilidad a los precios de los alimentos, que continúan estando muy por encima de su valor en años anteriores.
“Bajar un par de puntos porcentuales el precio de un producto después de que haya subido un 20% apenas tiene efecto”, comenta a este diario Rubén Sánchez, portavoz de FACUA. Asimismo, la asociación de consumidores denuncia la escasa vigilancia que el Gobierno está haciendo de la medida.
“Creemos que el nivel de control es bajo y que la transparencia es cero ¿Cómo sabe el Gobierno los precios de diciembre? ¿Van a preguntar a los supermercados? ¿Cuántos inspectores han visitado qué tiendas?”, se pregunta Sánchez.
En el informe “Evolución de 669 precios en Alcampo, Aldi, Carrefour, Día, Eroski, Lidl, Hipercor y Mercadona” de FACUA, que recoge los precios de diferentes productos el 30 de diciembre y 3 de enero, resolvieron que al menos 7 grandes cadenas no estaban cumpliendo con el mandato establecido en el real decreto. La asociación tampoco descarta que las grandes marcas y distribuidoras puedan estar inflando los precios de los alimentos.
Por su parte, desde La Única, asociación de comercios de alimentación Madrid, aseguran que su sector “siempre ha contenido el incremento de los precios para que no repercutiera en los consumidores” a costa de “reducir unos márgenes de beneficios ya son de por sí reducidos”. Confían además en que cuando la situación en el origen de la cadena de producción se estabilice, la alta competitividad del sector reduzca los precios en todos los comercios.
Para el portavoz de FACUA, dicha estabilización pasa por la intervención de precios, “que permita a los productores obtener un beneficio y que no perjudique a puntos de venta grandes y pequeños, pero que fije un precio para que no se engrosen los beneficios de las grandes distribuidoras”.
Mientras tanto, en la cola del supermercado el saldo de la cuenta mengua y el tamaño de las cestas se reduce a la espera de la vuelta nostálgica de una normalidad sepultada en 2020.