El FC Barcelona de Joan Laporta juega sobre el alambre y la posibilidad de convertirse finalmente en una Sociedad Anónima Deportiva (SAD). El club ha parcheado los agujeros dejados por la ejecutiva de Josep María Bartomeu con la venta de activos estratégicos y poder realizar fichajes de calado, así como evitar la salida de vacas sagradas. Todo ello con el beneplácito de los socios, los verdaderos dueños.
De esta forma, el FC Barcelona ha logrado activar cuatro de sus seis palancas, una maniobra que ha aliviado el estrés de las cuentas y que ha permitido fichajes esta temporada y mantener a raya el denominado ‘fair play financiero’.
Laporta no puede permitirse el lujo de un cambio de planes, de un contratiempo, ni tampoco fallar cuando se necesita ganar
Todo ello, ha dado unos ingresos extras de cerca 867 millones de euros. Una entrada de dinero que no sucederá en la próxima temporada, que se iniciará en apenas siete meses. Para evitar quedarse sin un plan B, el FC Barcelona ha aparcado nuevas ventas de activos para futuras cuentas y lo ha fiado todo al Espai Barça, una obra faraónica que situará al Camp Nou como una gran fuente de ingresos, con unos 105.000 espectadores -aumentando así la taquilla-, junto con eventos, congresos y hoteles.
EL BARCELONA DE LAPORTA MANEJA GRANDES CIFRAS DE DEUDA
Así las cosas, Laporta ha presupuestado cerca de 1.500 millones de euros, una mareante cifra que se ha saldado por el momento con la adjudicación de 900 millones para renovar únicamente el estadio principal. Todo, sin haber cerrado la financiación con Goldman Sachs y con un tiempo récord de ejecución de obra.
Los espectadores volverían de la mudanza para junio de 2024 y las obras se cerrarían en 2026. Es decir, la mitad de plazo que ha logrado el Real Madrid con el Santiago Bernabéu. En caso de contratiempos, será la empresa Limak, adjudicataria del megacontrato, la que asuma las sanciones y la subida de materiales. El club se fía así de las garantías aportadas por la segunda constructora más grande de Turquía.
Hasta entonces, el FC Barcelona tendrá que enjugar dos años de penurias económicas. Por un lado, el propio Javier Tebas, presidente de La Liga estima que el club tendrá que rebajar sus expectativas de ingresos de los 600 a 400 millones, un mazazo que imposibilitaría realizar fichajes de calado, pero no así intercambios con otros clubes.
EL FC BARCELONA, SIN UN CAPITÁN FINANCIERO AL FRENTE
Además, los problemas en la cúpula se han acumulado desde la llegada de Laporta. El máximo mandatario del club aceptó la dimisión de Ferran Reverter, entonces consejero delegado, el pasado año, y se tomó la sorprendente decisión de no cubrir su puesto. Las profundas diferencias entre el ex director de MediaMarkt y el abogado que manda en el club eran insalvables. Asimismo, Jaume Giró, vicepresidente económico, también dio la espalda para meterse de lleno en la política con JxCat.
Con todo, el FC Barcelona necesita por un lado mantener la ilusión, más tras ganar la Supercopa de España frente al Real Madrid. Es un trofeo considerado ‘menor’, pero impide a su máximo rival continuar con la venta del ‘sextete’ -los seis títulos en una misma temporada-. El Barça, eliminado de la Champions y líder en La Liga, tendría que conquistar la Europa League para dar ese cambio de rumbo tras casi dos años sin levantar un título.
Por otro lado, la obligación de poner más copas en la vitrina conllevaría una mejor entrada al estadio, mejores patrocinios y nuevos sponsors de calado. Sobre el papel, no deja de ser un castillo edificado sobre el aire, como terminar las obras para 2026. Y es que, Laporta no puede permitirse el lujo de un cambio de planes, de un contratiempo, ni tampoco fallar cuando se necesita ganar. Ya no basta con llegar a la final de las competiciones: hay que ganarlas. Una presión añadida a un vestuario por el que pasa ahora el presente y futuro del club.
LA DEUDA, PRINCIPAL MOTIVO PARA ABRIRSE A CATAR
La deuda del Barça es una auténtica losa y el camino a convertirse a una Sociedad Anónima Deportiva (SAD) se abre paso lentamente, pese a los esfuerzos de la cúpula y de los socios para evitarlo. Con la llegada de Laporta y la crítica situación financiera se llegó a hablar de una posible salida a Bolsa, una operación descartada debido a las abultadas pérdidas y sin Messi, la gran estrella que a sus 35 años continúa dando alegrías a los suyos en el París Saint Germain.
El club se está construyendo sobre proyectos y números teóricos e hipotéticos. ¿Se acabarán las obras a tiempo? ¿Responderá el socio cuando se juegue en Montjuïc cada 15 días? ¿Conseguirá el FC Barcelona atraer congresos de calado con el equipamiento existente en la Ciudad Condal? ¿Volverá a llenar el estadio partido tras partido o bien sus propios socios venderán las entradas a la afición rival en un partido de Champions?
Es un mar de dudas en las que se asienta un futuro muy incierto. El club ya no tiene margen de maniobra y el crédito concedido se mira con lupa. Los azulgranas soportan ahora una deuda de más de 1.300 millones de euros y tendrían que abonar otros 1.500 a Goldman Sachs por el Espai Barça, de los que ha tomado ya 900.
LAPORTA CONSTRUYE CON CASTILLOS EN EL AIRE
Si las palancas dejan de tener el efecto, los socios tendrán que dejar paso a los accionistas, que inyectarán su propio capital, para cortar la hemorragia. Por un lado, las decisiones ya no serían tomadas en la Asamblea, sino que se celebrarían juntas de accionistas, donde el capital manda por encima de la voz crítica y amistosa. El club podría quedarse sin la personalidad en sus más de cien años de historia.
El control del club pasaría por el accionista o grupo de accionistas que obtuviera el 50,01% de los títulos. La voz mayoritaria hace y deshace, como ocurre en las empresas cotizadas. Los socios actuales podrían incluso dar su voto de castigo en la taquilla, como una forma de protesta, pero el club podría abrirse al capital extranjero, especialmente de Catar o Arabia Saudí, cuyos lazos con Laporta son estrechos. No se necesitaría avales para poder presentarse cada seis años, sino tan sólo las acciones.
Otro de los aspectos más relevantes es que el FC Barcelona sólo podría disputar una única disciplina. Según la normativa vigente, cada club convertido en SAD no podría competir en diferentes deportes. El FC Barcelona tiene hasta diez equipos distintos de primer nivel -fútbol, baloncesto, hockey, balonmano, fútbol sala…-. Disciplinas también seguidas y un referente, al ser la organización deportiva con más plantillas de primer nivel. Con el dinero como SAD, el club tendría que abandonar o bien dividirse entre distintas empresas para poder disputar los distintos campeonatos tanto en España como en Europa.
LAPORTA NIEGA LA CONVERSIÓN A SAD EN EL BARÇA: ¿HAY OTRA SALIDA?
La actual Junta Directiva niega que el FC Barcelona se convierta en SAD. De hecho, el propio Laporta se está reuniendo con los socios en las últimas semanas para trasladar un mensaje de tranquilidad, pero la situación financiera manda. El propio Reverter aseguró que obtendrían «el respaldo de las entidades financieras» para poder acometer la delicada situación económica.
La realidad era bien distinta. Por un lado, ningún banco español acudió a la segunda ronda del rescate de Laporta cuando necesitó más avales. Por otra parte, se ha lanzado al modelo de negocio de los bancos de inversión, basado en ingresos futuros para abonar la deuda. De esta forma, el margen de maniobra es cada vez inferior, más cuando los números se reducen. Por ejemplo, las pérdidas por jugar en Montjuïc alcanzan los 98 millones, casi el doble de las previstas.
EL PORTAZO DE LAPORTA A CVC
Cabe recordar que el FC Barcelona ha cerrado otras puertas de ingresos. En concreto, la venta del 10% de los derechos televisivos durante 50 años al fondo CVC a cambio de inyectar 2.700 millones de euros a los clubes de La Liga. El Barça rechazó la operación y se quedó sin poder inscribir a Messi al no poder cumplir con el ‘fair play’ financiero. El club respondió después con la creación de la Superliga de fútbol, una opción que aún se contempla en la casa blaugrana, pero que supondría salir de todas las competiciones dependientes de la UEFA y estaría por ver si podría competir en Primera División.
Reverter se negó en rotundo al acuerdo con CVC y por tanto a la entrada de unos 250 millones de euros. El Barça ha vendido el 10% de estos derechos por 267 millones, apenas un 6% por encima de lo ofrecido aunque a 25 años vista, la mitad del plazo exigido por el fondo. El problema con los estadounidenses radicaba en que el impacto se contabilizaría como deuda y no como una inyección de capital. Hubo la posibilidad de gestionarlo como un ‘fondo participativo’, pero la realidad es que a efectos contables, computaría en el debe engrosando así la losa que soporta el club desde la era de Bartomeu.