“Anatomía de un instante”. El título del libro de Javier Cercas le viene como anillo al dedo a una acción y un hecho que cumplirán 25 años en 2023. La acción fue el gol de Pedja Mijatovic en la final de la Champions League el 20 de mayo de 1998; el hecho, la victoria del Madrid, que le dio ‘La Séptima’. Este triunfó terminó con lo que el que fuera presidente del Real Madrid, Ramón Mendoza, y su eterno vicepresidente ‘deportivo”, Lorenzo Sanz, denominaron con mucho tino “urgencias históricas”, en clara referencia a la necesidad del club de levantar una copa que llevaban entonces 32 años sin ganar. Otro madridista de mucho caché, el ex ministro socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, iba más allá: “La Transición española no se acaba hasta que el Madrid gane ‘La Séptima’”, llego a asegurar. Teka fue el patrocinador con el que el Madrid levantó la Champions en el Ámsterdam Arena, el nombre que entonces llevaba el campo del Ajax.
RECUERDO COLECTIVO
Una fecha que permanecerá para siempre en el recuerdo colectivo, más aún cuando se cumplen aniversarios redondos, como es el caso. El 20 de mayo de 2023 es el día del cumpleaños con mayor relevancia para los madridistas que nunca vieron ganar una Champions hasta 1998, los que vieron perder al Madrid una final en 1981 en París ante el Liverpool, los que tuvieron que tragarse una eliminación increíble de los blancos en las semifinales de 1988 en el formato de cruces de la antigua Copa de Europa y que al año siguiente presenciaron, escucharon o vieron por televisión la humillante derrota por 5-0 ante el Milán de Sacchi y los holandeses: Gullit, Rjikaard y Van Basten en 1989 o la frustración por el robo arbitral en la ida de los cuartos ante los mismos del Milán, un 2-0 que no consiguieron remontar los merengues en la vuelta. Ganó el Madrid 1-0 con gol de Butragueño, pero los blancos quedaron eliminados.
El gol de Mijatovic fulminó las urgencias históricas del Madrid
Esa Copa de Europa que en su día en la Quinta del Buitre consideraron que era “la suya”, la de la oportunidad que sabes que quizás no vuelva, dejó huérfanos, umbríos por la pena, como dijo el poeta, a varias generaciones de madridistas, pero la historia siempre vuelve y el Madrid, de la 97-98, irregular en la Liga, más pendientes de los Ferrari y las noches de fiesta, en muchos casos, se alzó con la Champions, gracias al gol anotado por Pedja Mijatovic en el min 65 del partido. El campo del Ajax de Ámsterdam.
Fue un partido muy igualado. El Madrid salió con illgner en la portería; Panucci en el lateral derecho; Roberto Carlos fue el lateral izquierdo, mientras que Hierro y Sanchis formaron la pareja de centrales. Fernando Redondo y Karembeau fueron los que estuvieron a los mandos en el centro del campo –Redondo, imperial en la dirección-, mientras que Raúl hacía de interior izquierda -y se iba al remate en cuanto el Madrid tenía la pelota- y en la delantera, Mijatovic y Fernando Morientes.
El Real dejó por el camino la fase de grupos, al Leverkusen y al Dortmund antes de vencer en la final al Juventus de Turín
Antes de llegar a la final el Madrid había dejado por el camino la fase de grupos, en la que terminó primero de su cuadro, al Bayern Leverkusen en cuartos de final, al Borussia Dortmund -que era el campeón- en las semifinales –con el famoso derribo de la portería del fondo sur del Bernabéu por los ultras y la sustitución por una portería traída de la Ciudad Deportiva del Real Madrid que parecía de juguete-.
EL VALOR DE FERNANDO REDONDO
Redondo fue el mejor del Madrid en las semifinales muy canchero, técnico, conocedor del juego, buen manejo de los tiempos y picardía para dejar pasar el tiempo en los instantes finales. También lo fue en la final. Muy mítico ese lance del juego en los minutos finales en los que Redondo, que nunca se escondió, ni siquiera cuando el público del Bernábeu –de modo injusto le silbaba en época de Valdano, pidió la pelota, la cosió al pie izquierdo y tras recibir una falta, logró organizar una mini tangana que permitió al Madrid arañar unos segundos preciosos al reloj.
La explosión de alegría se vivió en toda la España madridista, que se echó a la calle. Fue muy especial para el capitán Manolo Sanchis, que por fin pudo tener la Copa de Europa, un trofeo que ganó antes su padre. Además, fue un ejercicio de brujería para la Quinta del Buitre, que, al menos, tiene el consuelo de que uno de sus miembros ganó la Champions. Pardeza, Míchel, Martín Vázquez y Emilio Butragueño se tuvieron que conformar con presenciarlo, pero, en parte, se quitaron la espina. Para la historia la fotografía de Lorenzo Sanz besando la Orejona levantado por los jugadores