Christine Lagarde ya no sabe qué inventar para justificar la actuación de política monetaria del Banco Central Europeo (BCE). La presidenta de esta institución ha estrenado su tercer aniversario en este cargo con una nueva mentira. «La inflación vino de la nada«, ha asegurado. «Estábamos luchando contra la deflación y la inflación vino de la nada«, han sido sus palabras. Unas declaraciones que han dejado muy mal sabor de boca entre analistas y economistas.
Y es que, no es la primera ni la segunda vez este mismo año que miente al mercado y a los inversores. Errores que cuestan miles de millones de euros a ahorradores, empresas e inversores, que ven como su moneda se deprecia por la falta de una acción decidida del supervisor bancario.
Lagarde aseguró que no tocaría los tipos pese a la preocupación y acción de otros bancos centrales para combatir la inflación
Varios datos apuntan que la inflación comenzó a gestarse por obra y gracia del BCE. El primero y más evidente el de mantener la anormalidad de tipos de interés en negativo o cero durante una década, al mismo tiempo que ha entregado 5,1 billones de euros al sistema financiero sólo con su programa de compras de deuda soberana y privada.
ENTRE DRAGHI Y LAGARDE, EL BCE HA AVIVADO EL FUEGO DE LA INFLACIÓN
Es decir, el equivalente al 43% del PIB de toda la Eurozona. Una ingente cantidad de dinero que debía disiparse por el mercado, como así ha sido, provocando un exceso de liquidez en el sistema. Este hecho, unido a los cuellos de botella, la crisis del coronavirus y al estrangulamiento de la oferta, junto con una demanda al alza, ha provocado el mayor incremento de precios en toda la historia de la Eurozona.
El índice de precios al consumo en la Eurozona en ningún caso había apuntado a una deflación, ni en 2020, en pleno confinamiento e inflación negativa, ni tampoco en 2021, momento en el que el BCE prefirió hacer oídos sordos a su mandato único: mantener la inflación en niveles cercanos al 2%. De hecho, los precios al consumo se dispararon a cierre del pasado año al 5%, sin guerra por delante, pero con unos precios energéticos que presionaban al alza desde junio. El país con la menor inflación, Malta, registró una tasa del 2,6%, un 30% por encima del objetivo fijado por el BCE. Estonia y Lituania registraban un 12% y un 10%, respectivamente.
Apenas medio año meses después, el BCE se preparó para cortar su programa de compra de deuda, incrementando así los costes de los países con mayores problemas, pero sin exigirles deberes. Un nuevo paso en falso de Lagarde, ya que el BCE ha mantenido estas compras, pero sólo a los países con mayores problemas para evitar que se disparasen de nuevo las primas de riesgo, como ocurrió en 2012, y tener que actuar con inyecciones de capital. Justo lo contrario que se pide para moderar la inflación.
LAGARDE, ANTE EL RIESGO DE ESTANFLACIÓN TRAS RETIRAR LIQUIDEZ Y PROVOCAR LA RECESIÓN
Y es que, la única forma de bajar el índice de precios es retirar dinero del mercado, pero al mismo tiempo obligando a las empresas a no incrementar salarios en este momento debido a los temidos efectos de segunda ronda.
Subir las nóminas con la alta inflación actual supondría dotar al sistema de una mayor liquidez y por tanto presiona al alza los precios. Es una pescadilla que se muerde la cola. La solución ahora es reducir el consumo, obligando a la oferta a buscar niveles más competitivos, y un gran pacto de rentas que permitiría recuperar el poder adquisitivo perdido en próximos años. Sería aplazar las subidas de salarios. Sin embargo, el Gobierno ha dotado de incrementos a los funcionarios, pensionistas y estudia subir el salario mínimo. Nuevos errores que se acumulan en esta nueva crisis.
Asimismo, otro de los errores de Lagarde fue asegurar por activa y por pasiva que no incrementaría los tipos de interés este año. Lo hizo hasta en dos ocasiones, en diciembre del pasado 2021 y en mayo de este 2022. La presidenta del BCE afirmó que a pesar de la significativa revisión al alza de la inflación de la Eurozona no habría movimientos en el precio del euro.
Estas declaraciones de Lagarde llegaban después de la preocupación y acción de otros bancos centrales para combatir los elevados precios. Por un lado, la Reserva Federal; por el otro, el Banco de Inglaterra. Dos movimientos que debían haber puesto en guardia al BCE y no otorgar una baja probabilidad a este problema.
LAGARDE Y SUS SUBIDAS DE TIPOS PODRÍAN DESEQUILIBRAR AÚN MÁS A LA ECONOMÍA
Ahora, el BCE promete subir los tipos de interés hasta que la inflación esté controlada. No obstante, la situación podría empeorar si el precio del euro está demasiado alto para entonces, ya que al mismo tiempo que obligará a la Eurozona a entrar en recesión, también presionará aún más a las empresas y países más endeudados, así como a aquellos que hayan adquirido viviendas durante los últimos cinco o seis años.
Y es que, pese a que la institución de Lagarde no fija el Euríbor, el índice más utilizado para el cálculo de los intereses de las hipotecas, este indicador tiende a situarse en los mismos niveles que los tipos de interés como mínimo o bien muy por encima. En concreto, el Euríbor amenaza ahora a la banca con un alud de impagos por el incremento de intereses.
ALEMANIA MUESTRA EL CAMINO: DESLOCALIZACIÓN Y MÁS PARO
Asimismo, pese al invierno suave, la inflación se moderará al compararse con tasas altas de 2021, pero los precios continúan escalando en tasa mensual. Por el momento, las subidas de tipos de interés no están teniendo el efecto deseado y podrían provocar la entrada en la temida estanflación. Es decir, un frenazo económico, como el que ya se ha activado en potencias como Alemania e Italia, junto con subidas de precios.
La locomotora europea registra ya síntomas serios de recesión, aunque no a nivel técnico, junto con una inflación del 10%. La situación está provocando la deslocalización de empresas, que a su vez repercuten negativamente en otras variables macroeconómicas, como la recaudación de impuestos y subidas en el número de parados. El gigante BASF, que consume el equivalente a tres veces la demanda energética de España en un año, ya tiene planes para desmantelar su industria en Europa para refugiarse en China, cuya lucha contra el cambio climático es nula. Las empresas contaminarán de la misma forma, mientras la Eurozona será únicamente para servicios. Un escenario más que preocupante para generaciones futuras.