Hay dos tipos de personas en el mundo: las que prefieren los sabores dulces y las que prefieren los salados. El sentido del gusto es tan importante como todos los demás, ya que nos permite diferenciar los diferentes sabores de los alimentos: dulce, salado, amargo, ácido y umami. Esto, además de ayudarnos a reconocer alimentos aptos o no, también contribuye a que el hecho de alimentarnos nos resulte placentero.
2LA PREFERENCIA POR DULCE O SALADO PUEDE SER HEREDITARIA
Según el escudo ‘Genetics of Eating Behavior: Established and Emerging Concepts’ la genética puede estar detrás del hecho de una persona tenga preferencia especial por uno de los cinco sabores que registran nuestras papilas gustativas. Es decir, que simplemente es un factor hereditario y poco podemos hacer para cambiarlo. También puede influir la propia evolución en la infancia. Generalmente, el primer sabor que probamos en la infancia, suele determinar las preferencias posteriores. Por ejemplo, si nos dan antes a probar un bocado de queso que de chocolate, es fácil que desarrollemos preferencia por lo salado.