La caída del cobre amenaza la industria de los vehículos eléctricos

El mercado de los metales está viviendo meses intensos, especialmente el del cobre. Su precio cae un 30% desde abril y el miedo a que se produzca una recesión está haciendo que los inversores vendan el metal. Si la tendencia continúa y no hay compras de cobre, la demanda puede verse afectada y producirse una escasez a nivel mundial, con múltiples consecuencias para diferentes industrias como la de los vehículos eléctricos o las energías renovables.

Las perspectivas a corto plazo para el precio del cobre se enfrentan a tensiones por las interrupciones en la cadena de suministro y a unos datos de inflación que el mundo no tenía en décadas. Una serie de dificultades que han provocado la caída de la cotización de los futuros de cobre durante los últimos seis meses.

Por otro lado, las paradas relacionadas con el coronavirus en China (el mayor país consumidor de metal del mundo), el aumento de los precios de la energía en Europa y de la inflación en Estados Unidos y en otros países consumidores también han afectado a la demanda de cobre.

UN DÓLAR FUERTE PERJUDICA LA INVERSIÓN EN COBRE

Asimismo, las subidas de tipos llevadas a cabo por la Reserva Federal de EE.UU. (Fed) para tratar de frenar la elevada inflación está favoreciendo al dólar. Los inversores están apostando fuerte por el billete verde como activo refugio en momentos de incertidumbre y temor al decrecimiento económico, lo que ha impulsado su cotización en detrimento de otras divisas como el euro o el yen.

Esta situación también afecta a diferentes materias primas tasadas en dólares, como es el caso del cobre. Un dólar débil supone una situación favorable para el metal, puesto que lo abarata para los compradores que operan a través de otras divisas. Sin embargo, la tendencia actual es la contraria y la política monetaria estadounidense indica que el dólar seguirá apreciándose en los próximos meses.

Bajo un contexto macroeconómico complicado, la caída del cobre en los mercados solo puede empeorar su déficit, puesto que un descenso en el precio se traducirá en menores inversiones. Una situación de la que ya están alertando tanto las grandes compañías mineras como los comerciantes de metales. Del mismo modo que ocurre con el aluminio, cuya escasez afecta a numerosas industrias, el cobre se ha convertido en un material vital para el futuro de la economía.

SU DEPENDENCIA EN LOS VEHÍCULOS ELÉCTRICOS

Se trata de un metal presente en prácticamente cualquier cosa que funcione con electricidad y la dependencia de este material en el caso de algunas industrias complica su viabilidad a futuro. Una de ellas es la de los vehículos eléctricos, fundamentales en el proceso de transición energética global que busca alcanzar el objetivo de cero emisiones para el año 2050.

En España, el presidente del Gobierno Pedro Sánchez aseguró el pasado junio mantener el objetivo de producción de vehículos eléctricos para 2030. Esto significa alcanzar en dicha fecha los cinco millones de coches en el país, tal y como señaló en la primera edición del Global Mobility Call organizada por Ifema Madrid.

Allí destacó también que el año que viene se alcanzarán los 250.000 vehículos eléctricos y los 100.000 puntos de recarga. Para ello, el Gobierno ha comprometido una dotación de hasta 2.000 millones de euros al programa Moves. La inversión y las metas marcadas son un buen reflejo de la necesidad de implementar cambios en el transporte diario, lo que pone de manifiesto la importancia del cobre como engranaje clave para la transición energética.

Los coches eléctricos necesitan hasta 2,5 veces más cobre que un vehículo de combustión normal. Son datos extraídos de un informe realizado por S&P Global, la corporación financiera y de análisis dueña de los índices bursátiles S&P Dow Jones.

NO HABRÁ SUFICIENTE COBRE PARA TANTA DEMANDA

Según el estudio realizado, las perspectivas a futuro no son nada halagüeñas y pronostican un complicado equilibrio entre oferta y demanda de cobre que puede desembocar en una gran crisis industrial. Las estimaciones en cuanto a la producción del metal añaden unas cuantas dosis de pesimismo para el cumplimiento de los objetivos a largo plazo.

De esta manera, el informe señala que la demanda de cobre se duplicará a 50 millones de toneladas métricas para el año 2035, es decir, más que todo el cobre consumido en el mundo entre el año 1900 y el 2021. Se tendría que dar un aumento masivo de la producción mundial en los próximos años a través de nuevas explotaciones mineras, algo complicado de conseguir.

En este sentido, una mina nueva necesita más de 16 años desde el descubrimiento del yacimiento hasta que ofrece su la primera producción, incluyendo en el proceso todos los permisos y aprobaciones necesarias de impacto ambiental. Pero, de darse esta situación idílica, los expertos creen que tampoco sería suficiente. Ni abriendo nuevas minas ni reciclando en masa todo el cobre existente los analistas del estudio creen que se podrá satisfacer la demanda futura.

También desde Goldman Sachs han alertado del riesgo al que se enfrentan las economías globales. Los analistas de la entidad prevén que el precio de referencia de la Bolsa de Metales de Londres casi se duplicará a un promedio anual de 15.000 dólares por tonelada en 2025.

Además, pronostican que las mineras tendrán que gastar cerca de 150.000 millones de dólares en la próxima década para aliviar un déficit de ocho millones de toneladas, según un reciente informe. Por su parte, los analistas de BloombergNEF consideran que en 2040 la brecha de producción puede alcanzar los 14 millones de toneladas, que tendrían que cubrirse reciclando metal.

EN PELIGRO LA TRANSICIÓN ENERGÉTICA

Asimismo, el estudio realizado por S&P Global señala dos posibles escenarios que se pueden dar en el mercado del cobre. El más optimista cuenta con que la producción y reciclaje se acelerarán por encima de los niveles actuales, aunque la brecha entre oferta y demanda no deje de subsanarse completamente.

En el peor de los casos, los expertos indican que, tanto la producción de cobre como su reciclaje continuarán en los niveles actuales, por lo que la demanda superará a la oferta en un 20%. En cualquier caso, consideran que no habrá suficiente suministro del metal para satisfacer toda la demanda para 2050.

No solo está en peligro la producción de vehículos eléctricos, sino que el cobre fundamental en muchas industrias por ser un material calificado como el mejor conductor de la electricidad. Es necesario en los procesos de generación eléctrica y su distribución, así como en los relacionados con el almacenamiento de energía renovable.

Es un metal que podría considerarse como el nuevo oro en los años venideros por la necesidad de alcanzar la deseada transición energética pasando de los combustibles fósiles a las energías verdes. Sin ir más lejos, tanto la generación de energía solar como la eólica necesitan entre dos y cinco veces más cobre por megavatio de capacidad instalada que las centrales eléctricas de gas natural o carbón.