sábado, 23 noviembre 2024

Deflactar sí es progresista

Según la Real Academia Española (RAE), deflactar consiste en “transformar valores monetarios nominales en otros expresados en monedad de poder adquisitivo constante”.

Con una inflación que en agosto alcanzó el 10,4% (un 6,4% si se excluye la energía y los alimentos del cálculo) su nivel más alto en toda nuestra historia democrática, todos tenemos claro que nuestro poder adquisitivo desciende.

Y un buen indicador de esa pérdida de poder adquisitivo es que los españoles compramos ahora más marcas blancas y productos con descuento y menos alimentos frescos. Además, tal y como indica un estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), debido a la elevadísima inflación, muchos españoles empiezan a ver como un lujo acudir al dentista o a la óptica, con los problemas de salud a corto, medio o largo plazo que puede provocar o agravar, y tienen dificultades para pagar gastos básicos como la luz o el gas.

LA RECAUDACIÓN

Mientras, y gracias a la inflación, entre enero y julio de 2022 el gobierno recaudó 22.000 millones de euros más que en el mismo periodo del 2021. Unos ingresos extraordinarios, que el gobierno utiliza para maquillar un déficit desbocado, gracias a su nefasta gestión y a su querencia por el gasto superfluo, y no para ayudar a los españoles.

¿Por qué digo esto? Porque el Gobierno gasta en las ayudas que, supuestamente permiten a los españoles hacer frente a la inflación -la realidad es otra-, un tercio de esa cifra y se niega a bajar impuestos o a deflactar la tarifa del IRPF.

Es más, esta semana ha amenazado con armonizar impuestos lo que en el idioma español-sanchista significa subirlos. Los socialistas de este país igualan los conocimientos a la baja, pero sus ingresos al alza, todo muy solidario y progresista.

¿Por qué es necesario deflactar el IPRF? Porque los tramos que configuran el impuesto no se actualizan con la inflación y si, por efecto de la inflación, un trabajador gana más, acabará pagando más por este impuesto, aunque su poder adquisitivo haya caído en picado como hemos visto. 

Pues el “gobierno de la gente” se niega a este sencillo gesto o a rebajar otros impuestos y opta por unas ayudas mal diseñadas y que no llegan a todos los que la necesitan. En definitiva, quiere mantenernos más pobres y dependientes.

Enfrente, diversas comunidades autónomas como Madrid, Andalucía y Murcia ya han anunciado que deflactarán el IRPF con efectos en la declaración de 2022 y otras, Castilla y León y Galicia que rebajarán el tipo mínimo, el que más afecta a las rentas bajas, hasta el 9% con efecto retroactivo a todo este año. Además, aumentan las bonificaciones en impuestos como sucesiones o donaciones y suprimen impuestos anacrónicos como el de patrimonio.

Un madrileño paga 400 euros menos de IRPF que un catalán

Unas políticas que unidas, por ejemplo, a la rebaja de los tipos autonómicos continuadas, la última aprobada este año, hacen que un madrileño pague 400 euros menos por IRPF que un catalán (según estimaciones de REAF-Consejo General de Economistas) mientras sigue recibiendo unos servicios públicos de calidad.

No se entiende que los supuestos progresistas y populistas, a los que se les llena la boca con el apoyo a la gente, no quieran poner en marcha medidas como está a nivel nacional o autonómico, salvo que en lugar de ceñirnos a sus palabras y discursos observemos sus acciones y estilo de vida.

Así se entiende todo y como para ellos, el progresismo y la lucha por el aumento de la calidad de vida y la riqueza no es tal sino es “su progresismo”, “su calidad de vida” y “su riqueza”.

 Antonio González Terol, diputado del Partido Popular (PP)


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