Comienza una semana clave para los mercados con todas las miradas puestas en la Reserva Federal (FED, por sus siglas en inglés) cuyo consejo de gobierno se reúne el próximo miércoles con el cadáver aún caliente de la inflación de agosto sobre la mesa. El repunte de los precios (sobre todo si miramos el indicador subyacente, que descuenta el efecto de los alimentos no elaborados y la energía) obliga al banco central de EEUU a realizar una subida de tipos de interés que podría alcanzar los 100 puntos básicos, empujando así al resto de instituciones monetarias a seguir su senda si no quieren que sus monedas sigan perdiendo valor respecto al billete verde.
LOS TIPOS USA ¿AL 6%?
Lo más relevante de lo ocurrido con ese último dato de inflación es que los grandes inversores ya no tienen tan claro que la FED vaya a pisar el freno antes de las elecciones de midterm en EEUU y ven como se alejan sus esperanzas de que las bajadas de tipos de interés vuelvan en la segunda mitad de 2023. Ahora el consenso del mercado espera que las tasas de referencia se mantengan por encima del 4% durante el próximo año y hay analistas que consideran que podría alcanzar el 6%.
La única duda está ahora en saber cuándo la Oficina Nacional de Investigación Económica de EEUU (NEBR) determinará oficialmente que el país ha entrado en recesión. Aunque la economía norteamericana acumula dos trimestres consecutivos de caída del PIB, el organismo oficial se niega a admitir que el cambio de ciclo ha comenzado porque el mercado laboral sigue fuerte y las ventas minoristas aguantan el tipo, aunque elude que el consumo de los hogares se mantiene gracias a las tarjetas de crédito, un indicador claro de que la debilidad de la demanda interna.
La FED de Atlanta espera que el PIB real de EEUU en el tercer trimestre crezca un 0,5% (en tasa anualizada), una cifra que constata el estancamiento de la primera economía del planeta y que será menor en los próximos meses cuando comience a digerir las subidas de tipos de interés.
LA RECESIÓN ES INEVITABLE
Recordemos que la Reserva Federal ha subido este año las tasas de referencia al mayor ritmo desde 1981 y tengamos en cuenta que los efectos de cada incremento impactan en la economía a los seis meses de producirse. Será por tanto en 2023 cuando la NEBR no podrá eludir la inevitable recesión según descuentan ahora los mercados.
Es importante comprender que la aspiración de los burócratas no es reducir los precios para que vuelvan a la situación anterior a la borrachera de gasto público y creación monetaria posterior a la pandemia, sino evitar que sigan subiendo al ritmo actual.
Aunque mucha gente lo desconozca la inflación tiene un efecto acumulativo, algo que los banqueros centrales no dicen públicamente porque descubriría el gran fraude sobre el que se ha construido la economía mundial: un sistema monetario que va lastrando el poder adquisitivo al mismo tiempo que sirve a los políticos para incrementar el gasto estatal con la colaboración de unas multinacionales que se benefician de las barras libres de liquidez para financiarse a costa de los sufridos consumidores/contribuyentes.
EN LO QUE VA DE AÑO EL NASDAQ HA PERDIDO UN 27% Y EL S&P 500 CASI UN 20%.
Esta es la razón principal de los ajustes de las valoraciones bursátiles de la pasada semana, que confirman que aquellos que llevan meses defendiendo que lo peor ha pasado ya están equivocados. Ray Dalio, fundador de Bridgewater Associates y gurú con cierto predicamento, anticipa una caída adicional del 20%. Seguramente sea porque está realizando apuestas en corto para aprovechar las caídas pero esto no implica que no pueda llevar razón.
En lo que va de año el Nasdaq ha perdido un 27%, el S&P 500 casi un 20%, mientras que el Eurostoxx se ha dejado un 18%. La zozobra bursátil continuará mientras el mercado no asuma que las previsiones de beneficios empresariales siguen infladas. En este río revuelto siempre suelen ganar los mismos pescadores y Dalio tiene una buena caña.
CHINA AGUANTA EL TIPO
Dejamos EEUU para centrarnos en China, cuya economía sigue sufriendo pero menos de lo que anticipaban muchos analistas occidentales que confunden sus deseos con la realidad de un país que sigue ha lidiado con sus problemas internos logrando cerrar un buen agosto. La producción industrial y las ventas minoristas se recuperan al ritmo más rápido de los últimos seis meses. Sin embargo el sector inmobiliario sigue dando señales de alarma y el banco central seguirá relajando las condiciones monetarias para evitar una crisis financiera.
Y mientras Xi Jin Ping intenta con una mano evitar la recesión económica, con la otra sigue tejiendo lazos con Rusia potenciando esa unión euroasiática que los ideólogos de la Casa Blanca quieren evitar a toda costa y que están detrás del conflicto bélico en el Este del Viejo Continente. La Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) acelera para ser un contrapeso a los aliados de la OTAN y ayuda a Putin a orientar sus mercados y recursos hacia Oriente.
LA VERDAD SOBRE LOS FERTILIZANTES RUSOS
El presidente ruso aprovechó su intervención en la Cumbre para pedir a la ONU que obligue a la Unión Europea que levante el veto a los fertilizantes rusos para que puedan llegar a los países en vías de desarrollo, llegando incluso a prometer el envío de 300.000 toneladas sin coste alguno. Y es que pocos saben que Bruselas levantó las restricciones de estos productos vitales para el sector agrícola, pero sólo para ser comprados por los países europeos. La importancia del relato es clave en toda guerra y la propaganda viene de todos lados, no lo olviden.
Lo más dantesco de esta reunión de los líderes de la OCS fue la comparecencia de Recep Taiyyip Erdogan, presidente de Turquía, país que pertenece a la OTAN pero que se ha erigido como una especie de bisagra entre Oriente y Occidente, aprovechando la crisis geopolítica para sacar pecho y hacer olvidar –al menos de puertas hacia fuera– su terrible crisis económica. Por cierto, aprovecho para contarles un secreto: hay muchas empresas europeas (entre ellas varias españolas) que se saltan las sanciones a Putin exportando sus productos a Turquía, desde donde luego son enviados a Rusia.
hay muchas empresas europeas (entre ellas españolas) que se saltan las sanciones rusia usando como intermediario a turquía
Y en el seno de Europa la locomotora económica alemana se prepara para un frenazo que podría hacer descarrilar el tren comunitario mientras surgen voces que reclaman la apertura del gasoducto Nord Stream 2 para evitar la debacle industrial.
Aunque en los medios de comunicación se diga ahora que esta infraestructura permanece cerrada como consecuencia de la guerra de Ucrania, lo cierto es que fue el Gobierno de EEUU quien prohibió al canciller alemán ponerlo en marcha. Y Olaf Scholz obedeció. Era 22 de septiembre y el ejército ruso todavía no había comenzado lo que denominaron posteriormente la «intervención militar» en el país vecino.
CHINA REVENDE GAS RUSO A EUROPA
Si el gobierno germano decide mantener el veto a Nord Stream 2 entonces Rusia mandará a Asia los 200.000 millones de metros cúbicos de gas que no llegarán a Europa. Y lo hará gracias en gran medida, al gasoducto Power of Siberia 2, cuyos trabajos se han acelerado con motivo de la actual crisis geopolítica mundial.
En estos momentos China compra el gas ruso con un descuento del 50%, según los datos que ofrece la agencia Bloomberg. Un gas que en parte acaba luego en territorio europeo sin el descuento de amigo. Y al mismo tiempo EEUU dice ahora que el rescate energético prometido no se puede realizar porque no hay suficiente gas para todos. Un plan sin fisuras ¿verdad?
Claro que todo esto permanece oculto para el gran público, que sigue pendiente de los anuncios de racionamientos energéticos mientras los políticos anuncian nuevos impuestos a las energéticas al mismo tiempo que son rescatadas con dinero público, plantean intervenciones de los precios de los alimentos acusando a los supermercados de ser malvados especuladores (a pesar de que sus márgenes no alcanzan el 2%) y dicen defender a los agricultores a pesar de que es precisamente la caja pública la que se lleva la mayor tajada en el viaje de los productos del campo a la mesa: un 280%. Eso sí que es rentabilidad y lo demás son tonterías.