Todos asociamos las infusiones con la salud, y solemos recurrir a ellas por sus efectos medicinales, para aliviar ciertos malestares o para mejorar nuestro bienestar. Son de origen vegetal y están compuestas de hierbas medicinales, así que damos por sentado que son siempre buenas e inocuas para nuestro organismo. Sin embargo, hay que tener ciertas precauciones, ya que no todo es tan positivo como creemos.
Algunas de las infusiones más habituales contienen sustancias que pueden llegar a ser nocivas si no se consumen con precaución. Como dijo el médico Paracelso, “Sólo la dosis hace que una cosa no sea un veneno “, y esto aplica a nuestro tecito de la tarde. Infusión de frutas, valeriana, manzanilla, poleo, tila, anís, jengibre, tomillo, té… La oferta disponible es amplísima, y está bien aprovechar sus beneficios y de la satisfacción de tomar una bebida caliente a media mañana. Pero de nuevo, con mesura. Estos son algunos riesgos que pueden acarrear.
3LAS INFUSIONES NO SON AGUA
Algunas personas consumen infusiones para hidratarse; sin embargo, en ningún caso una infusión debería sustituir el consumo de agua. El agua cumple una serie de funciones imprescindibles en el organismo: regula la temperatura y el metabolismo, elimina toxinas, distribuye nutrientes a las células, entre otras cosas.
Creer que tomar una taza de infusión nos mantiene hidratados de la misma forma que un vaso de agua, es un error. Es verdad que las infusiones están hechas con agua, que se ha enriquecido con sabor y nutrientes. Pero como apuntábamos, muchas de ellas tienen un efecto diurético, por lo que el cuerpo no retiene la hidratación como debería.