Todos asociamos las infusiones con la salud, y solemos recurrir a ellas por sus efectos medicinales, para aliviar ciertos malestares o para mejorar nuestro bienestar. Son de origen vegetal y están compuestas de hierbas medicinales, así que damos por sentado que son siempre buenas e inocuas para nuestro organismo. Sin embargo, hay que tener ciertas precauciones, ya que no todo es tan positivo como creemos.
Algunas de las infusiones más habituales contienen sustancias que pueden llegar a ser nocivas si no se consumen con precaución. Como dijo el médico Paracelso, “Sólo la dosis hace que una cosa no sea un veneno “, y esto aplica a nuestro tecito de la tarde. Infusión de frutas, valeriana, manzanilla, poleo, tila, anís, jengibre, tomillo, té… La oferta disponible es amplísima, y está bien aprovechar sus beneficios y de la satisfacción de tomar una bebida caliente a media mañana. Pero de nuevo, con mesura. Estos son algunos riesgos que pueden acarrear.
1TÉ VERDE
El té verde es una infusión muy consumida en muchas partes del mundo y que desde hace algunos años se ha popularizado en occidente por su elevado poder antioxidante. Sus efectos se asocian con la protección celular, y es una de las bebidas preferidas por las personas que quieren perder peso, puesto que el té verde contiene ciertos principios activos que ayudan a disolver el exceso de grasa. Es por eso que se suele recomendar a las personas que se encuentran en una dieta de adelgazamiento.
Este empeño puede hacer que haya personas que tomen más de dos tazas al día de esta infusión, algo que puede ser contraproducente. El té verde tiene una elevada cantidad de teína que funciona de forma similar a la cafeína. Las personas con problemas cardiacos, arritmias o hipertensión deben abstenerse de tomarlo. Tampoco se recomienda en caso de úlceras de estómago o trastornos digestivos en general. En algunos casos puede llegar a intoxicar el hígado. Lo mismo ocurre con los demás tipos de té.