miércoles, 30 octubre 2024

Rebelión en los bares de Barcelona por la limitación de Colau

El Ayuntamiento de Barcelona ha puesto un cerrojazo a las terrazas en calles emblemáticas de la ciudad, especialmente las de Enric Granados y Gracia. La decisión se ha adoptado tras la queja de unos pocos vecinos por los ruidos generados. Esta decisión del gobierno municipal de Ada Colau y Jaume Collboni se ha adoptado de forma unilateral ni consenso con los afectados, más cuando no ha habido rebaja en el impuesto municipal a las terrazas.

El sector está preparando una ofensiva, sin descartar la judicial, para tratar de parar «este sinsentido». Y es que, los vecinos se han quejado de los ruidos a altas horas de la madrugada, cuando las terrazas ya están recogidas y los bares cerrados. El Ayuntamiento entiende que estos actos de incivismo se ocasionan también en las mesas colocadas en las zonas peatonales, además de invadir el espacio público pese a que se está pagando una auténtica fortuna al año por ubicar una mesa frente a los bares.

Toda una apuesta por el silencio absoluto, mientras se hunde la imagen y la economía de Barcelona

El Gremi de la Restauració ha sido muy tajante respecto a esta decisión al considerar que vincular incivismo y horarios de las terrazas es perverso y tramposo. Más, cuando éstas están cerradas a esas horas. El director de la entidad, Roger Pallarols, ha puesto de manifiesto en reiteradas ocasiones el ruido nocturno es una excusa y que el gobierno de Colau ha «traicionado su propia palabra.

RESTRICCIONES SEVERAS A BARES Y RESTAURANTES

Esta restricciones al horario de las terrazas, las más severas de toda Cataluña, se producen tras dos años durísimos de pandemia, donde los bares han sufrido lo peor de las medidas del Gobierno, como cierres obligatorios durante meses, y sin llegada de turistas. Sin embargo, el ejecutivo de Colau y Collboni se propusieron ayudarles, para dar ahora una nueva estocada tras haber incrementado los impuestos a las mesas exteriores.

Barcelona
Ada Colau, alcaldesa de Barcelona. Foto: Gtres

Según los últimos datos, el 35% de los bares y restaurantes de las zonas más emblemáticas cerraron sus puertas definitivamente por la pandemia, mientras la comida a domicilio se ha convertido en el plato estrella, pese a su escasa y nula rentabilidad. En este verano, la llegada de turistas y la reapertura de algunos bares ha provocado una auténtica avalancha y una escasez de oferta, concentrándose la mayoría en zonas muy determinadas. Sin embargo, al Ayuntamiento solo le interesa el bienestar de unos pocos vecinos, que se quejan con pancartas en los balcones y manifestaciones de tan sólo una treintena de personas.

Para Pallarols, el Ayuntamiento se desentiende por completo del «agujero económico» de bares y restaurantes durante estos últimos años, una situación de la que no se han recuperado y que esperaban con impaciencia el inicio de la temporada estival para tratar de levantar las pérdidas e iniciar el pago de deudas.

COLAU SE INVENTA LAS ZATHN PARA CERCENAR INGRESOS EN LOS BARES

La primera medida del Ayuntamiento se centro en Enric Granados, una calle semipeatonal y convertida en un punto de encuentro con más de 80 bares y restaurantes con una gran variedad de menús y cocinas, desde japonesa a la tradicional catalana. El Consistorio cree que esta oferta es molesta para los vecinos y ha limitado el horario de la terraza a las 23.00 horas y una hora más durante viernes, vísperas de festivos y festivos.

El Ayuntamiento de Barcelona se ha sacado de la manga las Zonas Acústicamente Tensionadas en Horario Nocturno (ZATHN), que obligarán a cerrar con antelación las terrazas entre los meses de abril a octubre, una medida que da rienda suelta a la turismofobia. Para empezar, el distrito de Gracia es el primero en inaugurar estas zonas, tras implantarlas en otras calles.

Otra de las zonas que también está sujeta a la limitación de Colau es la de Sants-Montjuïc, cuyas terrazas adelantarán el cierre junto a los establecimientos de los Jardines del Mediterráneo. Asimismo, se verán directamente afectadas las plazas de Sol, Villa de Gracia, Virreina, Diamante, Revolución, Joanic y Raspall. De esta forma, la prohibición entrará en vigor previsiblemente justo un mes antes de las elecciones municipales de 2023, una vez superados los trámites administrativos y haberse aprobado en el pleno municipal.

COLAU DESOYE A BARES Y RESTAURANTES

Asimismo, algunas de estas zonas, como Virreina, rodeada prácticamente de oficinas ha ascendido en el escalafón como uso residencial. En Raspall, por ejemplo, no se ha contemplado la posibilidad de añadir más mesas debido a la masificación. Para el Consistorio, es una medida «puntual y concreta» para reducir el impacto sonoro que afecta durante las noches a los residentes de estas zonas de la ciudad.

Esta ofensiva, liderada en parte por el teniente de alcalde de Barcelona, Jaume Collboni (PSC), también se ha trasladado al Paseo Marítimo, donde cientos de bares se verán obligados a cerrar para instaurar un espacio que de cobertura a la oferta gastronómica catalana, como si en la zona no la hubiera. De esta forma, recolocará los más de 300 empleados que se verán despojados de sus puestos por la ideología antituristas.

El Consistorio ha vendido el plan para reducir la contaminación acústica, pero al mismo tiempo permite la implantación de nuevas mesas para compensar la pérdida de negocio. Sin embargo, estas mesas tienen asociado un fuerte impuesto, bonificado al 75% en este 2022 tras haberlo disparado durante la pandemia.

UNA DECISIÓN ADOPTADA POR SUPERAR EL LÍMITE ACUSTICO EN TRES DECIBELIOS

Pese a que las terrazas cuentan con el respectivo permiso municipal, el Ayuntamiento ha decidido de forma unilateral dar más espacio público en horario diurno a las familias y vecinos, pese a que estas zonas continúan siendo dominadas por el turismo.

La medida se ha adoptado tras instalar sonómetro en los espacios, que han superado en «tres» decibelios los límites permitidos durante la noche. No obstante, el Consistorio no ha detallado las horas a las que se han tomado esas lecturas.

A todo ello se une una serie de requisitos a los bares y restaurantes, como utilizar cadenas plastificadas y tirar el vidrio por las mañanas. También se limitarán el número de conciertos y eventos nocturnos. Asimismo, se realizarán inspecciones específicas para controlar el aforo de bares y restaurantes, mientras la Policía local llevará a cabo el desalojo de plazas y calles con exceso de ruido. Además, limitará la apertura de los establecimientos de alimentación en las zonas para evitar la concentración de grupos. Toda una apuesta por el silencio absoluto, mientras se hunde la imagen y la economía de Barcelona.

El plan para reducir la contaminación acústica se adopta después de que los resultados de los sonómetros instalados en estas plazas hayan mostrado que se supera de forma continuada en 3 decibelios los límites permitidos de noche. Se trata de una medida puntual y concreta sólo en estas zonas para reducir el impacto sonoro que afecta durante las noches a los residentes.


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