Los bancos españoles están ya preparándose para afrontar un aluvión de impagos empresariales el próximo otoño, un incremento de la morosidad que va a ser liderado por la hostelería una vez que concluya la campaña veraniega. A pesar de que el turismo confía en recuperar parte de la actividad perdida durante los años anteriores –afectada por las restricciones derivadas de la pandemia– lo cierto es que la morosidad de las compañías (especialmente de las pymes) sigue creciendo como la espuma.
UNA VERDAD INCÓMODA
Se trata de una verdad incómoda de la que ningún directivo financiero quiere hablar públicamente, aunque en privado la mayoría de ellos reconoce que es una cuestión que preocupa, y mucho, a los departamentos de riesgos de la banca española.
En el primer trimestre el sector hostelero cerró sus cuentas con créditos impagados por valor de casi 2.900 millones de euros, lo que supone prácticamente duplicar las cifras del mismo periodo de 2021. Se trata del sector que registra una mayor tasa de mora, junto con la de la construcción. Ambas rozaban el 9% al término del primer trimestre, según los datos del Banco de España.
Fuentes financieras confirman a MERCA2 que las entidades que gestionan seguros de impago están rebajando la calificación a muchos establecimientos y los intermediarios que se dedican a adquirir los productos alimenticios (los proveedores de los hosteleros) están empezando a exigir el pago en mano y rechazando papel comercial.
los proveedores empiezan a exigir el pago en mano y las entidades que gestionan seguros de impago están rebajando la calificación a muchos establecimientos
«Esto implica que las entregas de suministros que se realicen en agosto podrían no abonarse tres meses después, con el problema añadido de que muchos de estos establecimientos todavía tienen créditos ICO pendientes de devolución y personal en situación de ERTE. Hay proveedores que ya han trasladado a sus clientes que tendrán extremo cuidado con las ventas aunque ello suponga reducir la facturación porque les da pánico no cobrar en octubre«, indican las fuentes consultadas.
Aunque oficialmente los bancos insisten en que la morosidad está controlada, lo cierto es que los organismos supervisores insisten en que el problema está encima de la mesa y es mayor de lo que muchos piensan. Según advirtió el pasado junio el Banco de España en estos momentos hay más de 23.000 millones de euros en préstamos ICO en riesgo de impago (calificados como dudosos o en vigilancia especial). Esto supone que uno de cada cuatro euros concedidos por esta institución pública no serán devueltos.
ALERTA DEL BANCO DE ESPAÑA
Tal como ha recordado el propio gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, a todo esto se suma e hecho de que «hay que tener en cuenta que una parte importante de estos préstamos sigue disfrutando de un período de carencia que terminará alrededor del verano de este año».
Será, por lo tanto, en otoño cuando esta morosidad aflore, a no ser que el Gobierno apruebe un nuevo plan de crédito público para no asumir el coste de estos impagos, ya el Ministerio de Hacienda comparte el riesgo con las entidades financieras al ser el avalista de estos préstamos.
Un reciente informe de Intrum Justicia confirma este incremento de la morosidad. El 60% de las empresas españolas afirma que, debido a la creciente incertidumbre macroeconómica, ha tenido que pedir a sus proveedores una ampliación en los plazos de pago. E incluso reconocen que cada ves les resulta más complicado pagarles a causa de la inflación.
SEIS DE CADA DIEZ EMPRESAS ESPAÑOLAS NO PUEDEN PAGAR A SUS PROVEEDORES
Sector público, construcción y hostelería son quienes más tardan en abonar sus facturas. La mitad de los proveedores admiten haber aceptado plazos de pago más largos para evitar la quiebra.
Además de la inflación y la incertidumbre macroeconómica hay otro factor de riesgo, estrechamente relacionado con estos dos elementos: el incremento de los costes de financiación. La reciente subida de tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE), y el compromiso de que seguirá elevando las tasas de referencia para combatir la inflación, va a dificultar la refinanciación de los créditos y obligará a muchas empresas a echar el cierre cuando termine el periodo estival.
EL BCE PIDE PRUDENCIA Y MÁS PROVISIONES
Esta es la razón por la que desde el BCE se está solicitando a la banca española que abandone el discurso triunfalista y que eleve las provisiones para afrontar este incremento de la morosidad.
«Hay que tener en consideración otros elementos y no el espejismo de la subida de tipos. No nos ceguemos con la subida de tipos a corto plazo y miremos más allá, el supervisor siempre pide prudencia, pero esta vez está más que justificado«, apuntaba hace unas semanas el vicepresidente español de la institución, Luis de Guindos, en unas jornadas financieras celebradas en Santander.
LA BANCA CIERRA EL GRIFO
Aunque públicamente no lo digan, los primeros espadas de las entidades españolas son conscientes del problema y ya han dado ordenes a sus gestores para que endurezcan las condiciones de los préstamos. Una tendencia que no es exclusiva de España sino que se extiende por toda la eurozona, según revela la última encuesta trimestral del BCE y que afecta, sobre todo, a los créditos empresariales e hipotecarios.
El supervisor espera que esta restricción de la oferta se vea acompañada por una reducción también de la demanda de préstamos corporativos en el tercer trimestre de 2022, una tendencia que en España ya comenzó en el periodo abril-junio.
«Para el tercer trimestre de este año, tanto las entidades españolas como las de la eurozona esperan una prolongación de la contracción de la oferta de crédito y un descenso moderado de las solicitudes de préstamos, en casi todos los segmentos (salvo en el de la financiación a los hogares para consumo», apunta el Banco de España en su último boletín económico.