La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, ya tiene su propia arma monetaria: Transmission Protection Instrument (TPI). Un mecanismo de compra de deuda en los mercados abiertos que esconde una desagradable sorpresa. Y es que la francesa se ha asegurado a través de las condiciones impuestas en el programa de que las autoridades europeas puedan tomar el control total del país que necesite su uso. Así, una vez que cualquier necesite activar el TPI verá como pierde cualquier tipo de autonomía en materia económica, fiscal o financiera. Los hombres de negro han vuelto.
LO DE DRAGHI Y EL BCE
El programa que llega, curiosamente, cuando en pocos días se cumplirán 10 años de la creación del famoso OMT (Outright Monetary Transactions) con el que Mario Draghi salvó el euro. Y que además, en términos generales, son muy parecidos. De hecho, en poco o muy poco se diferencian uno y otro, ya que el TPI viene con munición infinita (o eso se dice), con condicionalidad estricta (para asegurar la benevolencia alemana) y puede utilizarse a discreción.
la prima de riesgo italiana es el principal indicador que tiene preocupados a los dirigentes del BCE
Aunque el estreno del TPI, a diferencia de la revolución del “whatever it takes” con la que se anunció el OMT, fue frío. Incluso algo decepcionante. De hecho, la prima de riesgo italiana, el principal indicador que tiene preocupados a los dirigentes del BCE y por el que se ha puesto en marcha dicho sistema, apenas notó realmente el efecto de su anuncio. En concreto, apenas cayó en 10 puntos básicos, al pasar de los 246 a los 236, una vez se conocieron algunos de los detalles del nuevo programa. Un nivel que todavía supone casi un 14% más que hace un mes y que está cerca de los niveles preocupantes que hicieron saltar las alarmas a mediados de junio.
FALTA DE ORIGINALIDAD
Quizás sea la falta de originalidad. Al fin y al cabo, el TPI es prácticamente calcado a lo que los inversores esperaban cuando el BCE señaló que estaba trabajando en un programa para ayudar a los países con problemas. Aunque también hay que entender a Lagarde y su equipo, al fin y al cabo, para qué cambiar algo que parece que funciona. Y es que se le pueden poner algunas objeciones al OMT que en su día lanzó Draghi, los alemanes lo llevaron a los tribunales, pero el resultado fue inmejorable arreglando una situación difícil.
LA CONDICIONALIDAD DE LOS HOMBRES DE NEGRO
Probablemente, el aspecto más destacado del TPI sea su rigurosidad en cuanto a la condicionalidad impuesta a las ayudas que pueden recibir los estados. En concreto, el nuevo sistema creado por el BCE pone el foco en los cuatro puntos fundamentales en las finanzas de un país: déficit, desequilibrios macroeconómicos, fiscalidad y reformas económicas. Un mix que intenta dar al sistema la máxima credibilidad frente a inversores como a otros países más reacios. Por ejemplo, el caso de Alemania que ya llevó al BCE ante los tribunales por el OMT.
el aspecto más destacado del TPI sea su rigurosidad en cuanto a la condicionalidad impuesta
También busca desmentir, o hacerse valer frente a los inversores, que veían en el sistema un nuevo manguerazo de ayudas para aquellos países con una menor disciplina fiscal y más propensos a los desequilibrios. En otras palabras, Lagarde ha creado su mecanismo con forma de palo y zanahoria. Así, promete ayuda total (sin limite de munición), pero a cambio ha vuelto a convocar a los hombres de negro, aquellos que causaron el terror en Grecia, para lanzar el mensaje de que la ayuda no será gratuita.
Empezando, obviamente, por volver a colocar los déficits de los países en la senda de su desaparición. Así, el primer requisito será el de “no estar sujeto a un procedimiento de déficit excesivo”. Una advertencia importante que no obstante se matiza al añadir acto seguido que también sirve “no ser evaluado como que no tomó medidas efectivas en respuesta a una recomendación del Consejo de la UE”. En otras palabras, a Lagarde le vale o bien tener el déficit encauzado o que el país este tomando las medidas (recortes o subidas de impuestos) que se le hayan pedido.
PÉRDIDA DE AUTONOMÍA Y ANÁLISIS BCE
Al final, ese control de las autoridades europeas sobre los países que se acojan al TPI parece el eje central. De hecho, el segundo requisito pide que exista una “ausencia de desequilibrios macroeconómicos” o de nuevo “no ser evaluado como que no tomó la acción correctiva recomendada relacionada con una recomendación del Consejo de la UE”. El tercero es la sostenibilidad fiscal y se tendrá en cuenta “los análisis de sostenibilidad de la deuda realizados por la Comisión Europea, el Mecanismo Europeo de Estabilidad, el Fondo Monetario Internacional y otras instituciones, junto con el análisis interno del BCE”.
la cuarta y última condicionalidad es la de las políticas macroeconómicas sólidas y sostenibles
Por último, la cuarta y última condicionalidad es la de las políticas macroeconómicas sólidas y sostenibles. Un apartado que, de nuevo, implicará aceptar “las recomendaciones específicas por país de la Comisión Europea en el ámbito fiscal en el marco del Semestre Europeo”. En definitiva, que la suma de las condiciones a lo que abre la puerta es que el país es cuestión pierda toda su capacidad de decisión en materia económica, financiera y fiscal a favor de las autoridades europeas.
PRIMERAS PREMISAS Y BCE
Al fin y al cabo, las primeras premisas de no estar en protocolo de déficit excesivo, la ausencia de desequilibrios o la sostenibilidad fiscal no son factibles para este tipo de países. Especialmente, los del sur de Europa. La razón es más que evidente, ya que si realmente cumplieran con ellas (como se exige para escapar del control de Lagarde y la Comisión Europea) es más que seguro que la prima de riesgo y por tanto el interés de los bonos del país en cuestión no estarían sometidos a ningún tipo de tensión. De hecho es más bien lo contrario y es que cuando se dan esos desequilibrios es cuando los inversores desconfían.