¿El cisne de la crisis? El riesgo de impago de Credit Suisse escala a niveles de aquel 2009

El control de mandos de Credit Suisse está colapsado de luces rojas. Y de paso, también, el del sistema financiero europeo. La entidad suiza lleva meses protagonizando los titulares de los medios económicos y no para bien. Primero fue el fuerte impacto de la margin call de Archegos Capital. Más tarde ha tenido que lidiar con problemas judiciales serios, reestructuraciones de personal y reconocer ante los inversores que no podría cumplir sus objetivos económicos. Pero ahora el temor no es a un fallo puntual, sino una caída brusca de un gigante con 700.000 millones de euros en activos.

ESCENARIO DE MIEDO

Un escenario que asusta a inversores, analistas, bonistas y reguladores. Quizás, el primer indicador que ha hecho saltar las alarmas es la escalada imparable de los seguros ante un posible impago de la entidad suiza. En concreto, los Credit Default Swaps (más conocidos como CDS) de Credit Suisse alcanzaron este miércoles 6 de junio los 226 puntos básicos. Se trata de una de las cifras más altas registradas nunca por esos instrumentos financieros, solo superada en lo peor de la crisis financiera de 2009.

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Credit Suisse, en el centro de la duda.

De hecho, esa cota no se alcanzó ni tras el brutal golpe de Lehman Brothers, en septiembre de 2008, tampoco en plena crisis de deuda en la eurozona en 2012. Una seria advertencia de la difícil situación por la que atraviesa la firma suiza. Al fin y al cabo, los CDS son el primer indicador que estalla al alza cuando un banco pasa por problemas de solvencia que pueden acabar en susto. La razón es que son se trata de un tipo de derivado financiero que sirve de protección contra el impago de deuda de alguna empresa, en este caso, el aumento del valor de los CDS de Credit Suisse refleja que los inversores desconfían de la solvencia del banco.

LOS BONOS DE CREDIT SUISSE SE HUNDEN

Pero los CDS no son los únicos indicadores de peligro que están encendidos. Otro es la caída en el valor de sus bonos. Obviamente, si los seguros ante un impago están disparados, la deuda corporativa de la entidad cada vez vale menos. En concreto, en las últimas semanas algunos de los bonos de Credit Suisse se han desplomado hasta perder casi la mitad de su valor. En especial, aquellos que tienen un vencimiento cercano, lo que reivindica la idea de los problemas por los que atraviesa la entidad en la actualidad.

los CDS no son los únicos indicadores de peligro que están encendidos

Y las fichas de dominó, por desgracia, siguen cayendo: en esta ocasión en cuanto a las garantías que puede ofrecer y su solvencia. Uno de los grandes problemas de los bancos es que a medida que su balance se resiente, sus activos valen menos (porque hay más probabilidad de pérdidas), también lo hace su solvencia. Por norma general, las entidades operan con grandes cantidades de dinero en el día a día que obtienen o bien de los bancos centrales o bien de los préstamos de otros bancos. Para obtener esos recursos las firmas financieras están obligadas a presentar y entregar garantías, que suelen ser los propios activos del banco.

En pocas palabras: esas garantías funcionan como una especie de avales. Pero a medida que los activos del banco en cuestión valen cada vez menos, como se ha explicado antes, se necesitan que aportar una mayor cantidad para obtener los recursos para el día a día de un banco. Al final, puede llegar el caso en que las garantías presentadas no sean suficientes. Para entonces el problema se vuelve una pesadilla casi irreversible. De hecho, la falta de liquidez por unas garantías cada vez menos sólidas fue la principal razón por la que Banco Popular quebró.

EL REFLEJO: CREDIT SUISSE HUNDIDA EN BOLSA

Ese juego de CDS, garantías y liquidez de un banco es tan vital, como difícil de seguir para alguien ajeno a ello. Al fin y al cabo, las condiciones impuestas a cada banco y la liquidez que requiere en cada momento son confidenciales. Pero suele existir otro indicador a la vista de todo el mundo que resume a la perfección la evolución de los anteriores: la cotización. Al fin y al cabo, los inversores (aunque no siempre aciertan) suelen acercarse al buscar el valor de un banco, que no es más que el de sus activos y la capacidad de éstos para generar beneficios futuros.

En el caso del Banco Popular, por ejemplo, eso se vio a la perfección, tras perder a lo largo de sus últimos años más de un 90% de su valor. En el caso de Credit Suisse la cifra no asusta tanto, pero también envía señales de alerta. En concreto, la firma suiza pierde casi un 72% desde el 2018. Aunque también depende del momento en que se ponga el origen. Así, por ejemplo, si se mira la evolución bursátil desde que sus CDS estaban al mismo nivel que ahora, allá por principios de 2009, el derrumbe es mucho mayor.

SUIZA: LA CUNA DE LOS DESMANES BANCARIOS           

A estas alturas de la película parece difícil ver a un banco con alguna posibilidad de caer. En especial en Europa, tras años de sometimiento regulatorio para abortar cualquier problema. De hecho, en la actualidad, otros bancos señalados como Unicredit o Banco Sabadell tienen sus CDS en apenas 157 y 137 puntos básicos respectivamente, eso no es nada frente a los más de 1.000 puntos que alcanzaron en los peor de la crisis. Pero Credit Suisse es diferente porque se regula a través de la jurisdicción suiza, que suele ser más benevolente con las entidad.

el país del secreto bancario es muy permisivo con sus entidades

Así, el país del secreto bancario es muy permisivo con sus entidades. Sin ir más lejos, el currículum de Credit Suisse está repleto de condenas de lavado de dinero, corrupción y pérdidas enormes sin que le hayan ocasionado problemas importantes. Al fin y al cabo, la regulación suiza es bastante permisiva en muchos aspectos, lo que puede avivar el miedo a que los faldones del banco suizo escondan muchos más secretos oscuros de los que ahora somos conscientes. Tampoco su volumen de capital, una fortaleza histórica de las entidades de la región, parece excesivo tras caer del 14,4 al 13,8% en el primer trimestre y proyectar un 13,5% en los próximos.

En definitiva, con el mercado de deuda corporativa secándose, en especial, la de alto riesgo. Con los tipos arrastrando los intereses de la deuda pública europea a niveles preocupantes, especialmente en Italia. Con la inflación desatada y un invierno de “economía de guerra” (que ya han advertido algunos líderes europeos). El colapso de una entidad financiera con ramificaciones en todo el mundo, pero en especial en Europa, podría ser el botón nuclear para una nueva crisis severa.