En pleno verano muchos disfrutan ya del sol, la playa, el aire libre y la piscina. Ya han abierto todas las públicas y privadas, y los que tiene que trabajar o son tan afortunados de tener una en su casa o urbanización, pueden zambullirse a diario para relajarse, en espera de poder ir a la playa. Sin embargo, como tantas cosas buenas que trae el verano: calorcito, sol, mucha agua… todo ello trae sus consecuencias y por tanto unos cuidados y precauciones. Pasa con el bronceado, con la hidratación, y en el caso de las piscinas con el cloro. Es un elemento químico necesario para la higiene y mantenimiento, pero un exceso del mismo es de lo más contraproducente para tu cuerpo. Veámoslo.
4LA CONJUNTIVITIS
Pero el más frecuente es la conjuntivitis: provoca que se inflame la conjuntiva, una fina membrana que recubre la parte interna del párpado y el globo ocular. Es frecuente que al salir del agua nos frotemos los ojos, un gesto que puede favorecer que los patógenos del agua entren en contacto con el interior del ojo. El cloro de las piscinas también puede provocar inflamación. Los síntomas incluyen irritación, lagrimeo y sensación de arena en los ojos.