En pleno verano muchos disfrutan ya del sol, la playa, el aire libre y la piscina. Ya han abierto todas las públicas y privadas, y los que tiene que trabajar o son tan afortunados de tener una en su casa o urbanización, pueden zambullirse a diario para relajarse, en espera de poder ir a la playa. Sin embargo, como tantas cosas buenas que trae el verano: calorcito, sol, mucha agua… todo ello trae sus consecuencias y por tanto unos cuidados y precauciones. Pasa con el bronceado, con la hidratación, y en el caso de las piscinas con el cloro. Es un elemento químico necesario para la higiene y mantenimiento, pero un exceso del mismo es de lo más contraproducente para tu cuerpo. Veámoslo.
2EL CLORO TOTAL Y EL ACTIVO
Lo primero es saber lo que es y la utilidad. Las piscinas tienen una combinación de cloro activo más cloramina, lo que da el cloro total en el agua. El cuerpo tolerará bien un exceso, pero mejor prevenir y mantener los niveles óptimos. El cloro activo es el que desinfecta, con lo que a veces se puede abusar de él, pensando que a más cantidad, más seguridad e higiene.
El contacto del cloro activo con la materia orgánica da como resultado la producción de cloro combinado, también conocido como cloramina, en el agua. Es esa cloramina la que produce los efectos nocivos del cloro: mal olor, irritación, picor de ojos, etc. El exceso trae esas consecuencias y son más frecuentes en piscinas públicas y de hoteles, más frecuentadas y por tanto con un aumento del nivel de cloramina para evitar esa sobreexposición.