«Vladimir Putin es nuestro mejor asesor comercial«. Esta frase comienza a recorrer los pasillos de empresas de instalación de placas fotovoltaicas en un momento en el que la demanda está disparada debido a los altos precios de la luz.
Y es que, estos nuevos electrodomésticos se amortizan en apenas dos o tres años frente a los siete de 2021, según apuntan fuentes del sector consultadas por MERCA2. Todo ello, contando con las subvenciones y ayudas. «Estamos ante un auténtico boom, pero no ha comenzado este año, sino desde 2021″, han apuntado. No obstante, sí matizan que los pedidos se han incrementado a raíz de la invasión de Putin a Ucrania, una guerra que ha desembocado en una inflación galopante debido a los altos precios del petróleo y del gas.
El crecimiento del autoconsumo se inició tras la eliminación del tope de la electricidad en el mercado mayorista. El Gobierno suprimió la barrera de los 183 euros por Mwh en julio de 2021 y desde entonces la escalada ha llegado a ser de más de un 63% en un solo año. Con la invasión de Rusia a Ucrania, los precios energéticos han proseguido al alza a un mayor ritmo, brindando así una oportunidad única al sector del autoconsumo.
LA FOTOVOLTAICA PARA AUTOCONSUMO PRESA DEL ÉXITO
Occidente quería dejar fuera de juego a Putin, pero éste respondió con una batería de medidas económicas que ha disparado su divisa, el rublo, mientras el oro, el gas y el petróleo ruso rompen récords.
No se paraliza la instalación, sino que se alarga la misma hasta tener todos los materiales disponibles
Con este escenario, la fotovoltaica española, olvidada durante más de una década en Cataluña, está resurgiendo con una fuerza inusitada con el riesgo de «morir de éxito». Y es que, a pesar de los vientos de cola en el sector, aún hay ciertos riesgos que pondrían poner en jaque a las empresas instaladoras. En primer lugar, el incremento de las materias primas y la falta de componentes están retrasando algunos pedidos. «No se paraliza la instalación, sino que se alarga la misma hasta tener todos los materiales disponibles. Sin embargo y aún más importante, es la falta de personal, como ocurre en otros sectores, como el de servicios o construcción.
El motivo de la carencia de capital humano no se debe al salario. «Cada uno de los instaladores cobra entre 25.000 y 35.000 euros brutos anuales«, han asegurado desde el sector. Y es que, es justo lo contrario.
LA FALTA DE PERSONAL Y DE MATERIALES RETRASA LAS INSTALACIONES
La falta de personal no sólo es por conocimiento o por título, sino por saber realizar bien y correctamente el trabajo. «Necesitamos personal que se haya subido al tejado», han indicado. Y es que, este sector pese a que lleva décadas funcionando, ha estado muy parado en los últimos diez años, especialmente en Cataluña por las trabas de la Generalitat. Sin empujón, los estudiantes de los cursos avanzados de electricidad descartaron por completo este sector a la hora de formarse.
Se trata de una formación rápida, de apenas tres meses, para poder realizar la instalación, así como también otra de unas 72 horas para tener el conocimiento suficiente para manipular instalaciones eléctricas en altura. Sin embargo, a pesar de los cortos períodos de formación teórica y práctica, estos trabajadores no tienen la experiencia necesaria para realizar una correcta instalación.
Y es que, la colocación de los paneles solares sobre tejados no es un trabajo mecánico ni monótono. «Cada superficie es distinta y tiene sus propias características, desde el grosor hasta los materiales para poder anclar las estructuras«, apuntan desde el sector. En este sentido, las propias empresas muestran sus críticas a ciertas instalaciones por su orientación, estructura y diseño.
LA FALTA DE EXPERIENCIA, UN PROBLEMA EN LA INSTALACIÓN
Una de ellas apunta que se está mimando la estética antes que la eficiencia y protección. Así, apuntan que en muchos tejados se observan que gran parte de los paneles solares no está correctamente ubicada en los tejados o bien se dejan al aire la parte más elevada del plano, dejándola a merced del viento. «No durarán ni dos años con un viento constante o fuerte«, han apuntado las mismas fuentes.
Un hecho distinto ocurre con las grandes plantas fotovoltaicas, donde los empleados «son mano de obra poco cualificada». En estas instalaciones «no hay problema. Llenan los autobuses desde Marruecos y los traen a España para realizar el trabajo y los devuelven a su país de origen», han destacado las mismas fuentes.
En cuanto a los retrasos en las instalaciones para empresas y particulares, las instaladoras han sostenido que no se paralizan en ningún caso los pedidos. Sí admiten que retrasan lo máximo posible la instalación para poder tener todos los materiales y el personal necesario para poder realizarla.
Todo ello en un contexto favorable, pero que podría cambiar de cara al próximo 2023. Si el precio de la electricidad baja para entonces, el plazo de amortización ascenderá. El plazo de amortización se incrementaría en función del descenso. Hasta ahora, era de siete años, aunque llegó a ser de diez cuando comenzaron debido a los altos costes el precio de la luz pulveriza máximo tras máximo a pesar del tope del gas, una medida que se ha convertido en un auténtico fiasco, toda vez que se anunció como la solución para aliviar los bolsillos de los consumidores.