Telefónica contentó a sus accionistas el pasado mes de febrero cuando anunció que volvía al dividendo en efectivo. Hasta entonces, la operadora se había visto obligada a utilizar la fórmula del dividendo en acciones o scrip dividend para preservar su maltrecha tesorería a causa de la pandemia. De hecho, ese primer pago flexible se ejecutó el 18 de junio de 2020. Pero hasta ahí las alegrías para los ‘propietarios’ de la firma que preside José María Álvarez Pallete, ya que el grupo no tiene intención de aumentar la retribución próximamente ni aunque se mejoren los retornos de efectivo.
En cambio, la firma si tiene entre sus objetivos el de seguir reduciendo su elevada deuda. Una elección, en parte, obligada para la cúpula directiva de Telefónica si quiere que la compañía mantenga la calificación de inversión para sus bonos corporativos. Al menos, ese es el mensaje que transmitió el grupo, en palabras de su directora financiera, Laura Abasolo, a los analistas. En concreto, la ejecutiva explicó que “si hay un exceso de flujo de efectivo libre, tenemos que considerar todos los usos potenciales y el desapalancamiento podría ser uno”.
Además, Abasolo recalcó que “tomaremos la decisión adecuada a medida que administramos nuestro balance y nuestra calificación crediticia”. Un miedo, el de perder la calificación de inversión, que siempre ha estado muy presente. Y que, a su vez, ha obligado a tomar importantes decisiones de desinversión a la cúpula directiva. Esas operaciones han llevado a una reducción del endeudamiento importante, de hecho, la deuda neta con la que cerró el primer trimestre de 2022 es hasta un 23,3% menor que la que mantenía hace un año. Unas cifras que le han dado margen a la compañía para mantener la relación entre deuda y Ebitda, como lo miden las agencias de calificación, dentro de los parámetros exigidos.
TELEFÓNICO INCREMENTA SU DEUDA NETA EN 1.400 M€ DESDE DICIEMBRE
Pero ni mucho menos el objetivo está cumplido. De hecho, la situación en los próximos trimestres puede empeorar, lo que forzará a la compañía a tomar medidas adicionales. Así, por ejemplo, los 27.453 millones de deuda neta que mantenía a 31 de marzo de 2022 eran un 23,3% menos que en marzo del 2021, pero también son 1.400 millones más que a principios de año. Además, ese crecimiento del apalancamiento no se debe a compras o gastos de la compañía, que es más fácil de contener, sino “al efecto del tipo de cambio”, explica la propia Telefónica en sus cuentas.
Esa puntualización es importante, ya que lo más seguro es que se siga produciendo en los próximos trimestres. Una de las razones es el incremento de los tipos que han revalorizado algunas monedas, en las que mantiene deudas Telefónica, lo que hace que ese endeudamiento crezca. Además, lo ha hecho de forma notable, ya que si en los tres primeros meses del 2022 el impacto fue de unos 350 millones, en el mismo periodo del 2022 esa apreciación ha escalado por encima de los 1.500 millones. Además, Telefónica se enfrenta a otros efectos ajenos a ella que aumentarán la deuda.
Otro de los más importantes es el crecimiento de los costes de la deuda. El aumento de los tipos de interés afecta sobre la deuda a tipo variable que mantiene el grupo en diversas geografías. Sin ir más lejos, la propia compañía señala en sus cuentas que “los gastos financieros netos aumentan un 21,6% interanual en 1T 22, principalmente por la subida de los tipos de interés y deuda denominada en reales brasileños”. En las próximas cuentas, el grupo seguramente empezará también a notar ese crecimiento de los costes en los préstamos que mantiene en euros y libras.
EL OIBDA (EL DIVISOR) SE RESIENTE
Además, el grupo se enfrenta al encogimiento del divisor en la relación deuda neta entre Ebitda. Pese a que Telefónica mide su beneficio de explotación a través de la formula del Oibda tienen una fuerte equivalencia, de hecho, solo se diferencian en que el segundo no incorpora los ingresos no operativos. Entonces, cuando no los hay prácticamente, como pasa con la operadora, son intercambiables. Y desafortunadamente se mida de una u otra manera, dichas cifras en la operadora están a la baja. En concreto, el Oibda reportado del grupo cayó en un 6,4% y el subyacente hasta un 12,1%.
Al final, el resultado total es que el apalancamiento de la compañía se elevó notablemente en el primer trimestre. En concreto, Telefónica cerró el 2021 con una deuda neta sobre Oibda de 2,59 veces, mientras a marzo de 2022 era de 2,73 veces. Un nivel en ambos casos que está muy por encima de la media del sector que está en torno a una deuda neta de 2 veces ebitda. Por ello, el grupo se ha visto obligado a tomar medidas importantes de desapalancamiento y ha comprometerse con los analistas de que seguirá primando ese pensamiento ante un crecimiento del flujo de efectivo.
¿RECORTE PRÓXIMO DE DIVIDENDO EN TELEFÓNICA?
Incluso, algunos analistas han abierto la posibilidad de que el grupo no solo no aumente el dividendo, sino que podría recortarlo. En concreto, desde Credit Suisse apuntaban a que Telefónica podría aplicar un tijeretazo de cinco céntimos de euro (de 0,30 a 0,25 euros) en su retribución al accionista, como consecuencia del mayor apalancamiento por la compra de espectro y de cuantías mayores en pagos por la prejubilación de parte de sus trabajadores. Curiosamente, detrás de esas palabras está Pilar Vico, ex relaciones con inversores de la empresa presidida por durante más de cuatro años.
Aunque esa perspectiva la intentó atajar Abasolo al recalcar que el grupo está involucrado con sus accionistas y como prueba dio la vuelta del pago en efectivo. Además, explicó la guía de pagos para el 2022 que incluye “0,15 euros por acción que se pagarán en diciembre de este años y otros 0,5 euros por acción para junio de 2023, ambos en efectivo”. Con esas palabras la ejecutiva pretende respaldar a la compañía y aumentar los fantasmas que hablan que un recorte del dividendo, pero si la situación se complica es una posibilidad que no se puede descartar.