miércoles, 27 noviembre 2024

Obesidad infantil y el alejamiento de la Dieta Mediterránea

En España, uno de cada cuatro niños de entre 7 y 8 años sufre de obesidad. Esto ubica al país a la cabeza, al superar la media de la Unión Europea. La situación ha empeorado tras la pandemia del Covid-19. El cierre de los colegios, como así también en restricciones a la movilidad que han impedido la recreación y la actividad física al aire libre, han tenido un impacto negativo en los hábitos alimenticios de los niños.

Como si las cifras no fueran suficientemente alarmantes, un nuevo informe realizado por Save the Children arroja un preocupante dato. Como su título lo indica, el informe “Adiós a la dieta mediterránea: nutrición y hábitos saludables de la infancia en España”, revela un alejamiento de las tradiciones mediterráneas. “Los países mediterráneos hemos pasado de tener una de las dietas más sanas del mundo a otra donde los dulces, la comida rápida y las bebidas azucaradas han desplazado a la fruta, la verdura, el aceite de oliva y el pescado”, concluye el informe de Save the Children. Sin duda, se trata de una alerta que no debe ser pasada por alto por las autoridades.

Como explican los expertos, los patrones alimentarios, junto al estilo de vida, tienen un impacto directo en la salud poblacional. Es por eso que un alejamiento de la Dieta Mediterránea, considerada uno de los modelos de alimentación más saludables y sostenibles, es sumamente inquietante. Cabe recordar que numerosos estudios han demostrado con un muy alto nivel de evidencia científica que la población que sigue esta dieta tiene una menor incidencia de enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión arterial, obesidad, enfermedades neurodegenerativas e incluso determinados tipos de cáncer. Así lo explica Ramón Estruch, coordinador científico de Predimed, el mayor estudio europeo sobre los efectos de la dieta mediterránea, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.

Ante esta preocupante realidad se requieren políticas públicas para el fomento de la alimentación saludable, como así también para la promoción de la Dieta Mediterránea. Como afirma el director general de la Industria Alimentaria, José Miguel Herrero, “la Dieta Mediterránea representa un estilo de vida y un patrón de consumo que son claves para defender nuestro sistema agroalimentario que genera riqueza y cohesión territorial”. Es por ello que se debe hacer todo lo posible para preservarla. Demás está decir que dichas políticas deben basarse en la evidencia científica.

Entre las herramientas de las políticas de salud pública destinadas a promover dietas saludables, hay una que llama especial atención. Se trata del etiquetado nutricional, una herramienta que la Comisión Europea quiere desplegar a lo largo de la UE como parte de la estrategia “De la Granja a la Mesa”. La Comisión tiene como objetivo introducir un etiquetado nutricional armonizado que permita ayudar a los consumidores a tomar decisiones alimentarias más saludables y sostenibles.

Para ello, la Comisión ha llevado a cabo una consulta pública con el fin de recabar las opiniones de ciudadanos, partes interesadas profesionales y no profesionales sobre los distintos modelos de etiquetado nutricional que se están evaluando. Entre ellos figuran el modelo italiano, el Nutrinform Battery, desarrollado por tres Ministerios con la colaboración científica del Instituto Superior de Salud y el Consejo de Investigación en Agricultura y Nutrición. En verdad, este sistema surgió como una alternativa al modelo francés, el NutriScore, uno de los modelos que había ganado popularidad pero que luego fue perdiendo peso al revelarse las importantes limitaciones con las que cuenta.

“La polémica con el NutriScore”, reza una de las secciones del informe de Save the Children en la que se abordan las crecientes críticas al semáforo nutricional francés. No es casual que un estudio cuyo título advierte sobre el alejamiento de la Dieta Mediterránea, dedique una sección a la polémica en torno al NutriScore. Este modelo está siendo duramente criticado precisamente por la forma en la que penaliza a los productos estrella de la Dieta Mediterránea, entre ellos, el oro líquido español.

“Un ejemplo es el aceite de oliva, un producto muy denso que puntúa muy mal en el NutriScore y hace que saque una C, que es mediocre”, opina el catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid, Fernando Rodríguez Artalejo. En una entrevista, el experto explicó que esto se debe a que “la información que aparece en la etiqueta de los aceites habla sobre todo de grasas, pero no refleja que muchos estudios demuestran que el aceite de oliva es un producto muy saludable que se asocia a menos diabetes y menos mortalidad en general”.

Ante las malas calificaciones que le otorga el código de colores y letras NutriScore a los productos de la Dieta Mediterránea, científicos europeos han alzado la voz. En España, la comunidad científica también se ha movilizado luego de que el ministro de Consumo, Alberto Garzón, anunciara que España adoptaría de manera voluntaria el NutriScore.

“Nutri-Score, una herramienta que elude los graves problemas nutricionales de la sociedad moderna, desinforma y confunde al consumidor”, se lee en el título del documento firmado por científicos españoles, organizaciones sectoriales, instituciones públicas y privadas y denominaciones de origen. En el mismo, los firmantes aseguran que el semáforo nutricional “no da respuesta a los graves problemas de la sociedad moderna, con decisiones que pueden llegar a poner en peligro la seguridad del consumidor”.

En esa misma línea, el senador de Ciudadanos, Miguel Sánchez López ha acusado al ministro Garzón de estar “alejado de la realidad social del país” al imponer el índice NutriScore que “perjudica de forma desproporcionada a los alimentos de la Dieta Mediterránea”.

“NutriScore es una necedad, no puedes meter en cuatro o seis colores la complejidad que tiene la nutrición”, afirma el doctor ingeniero agrónomo y economista, Jorge Jordana. “Es el camino hacia la absoluta mediocridad”, concluye y señala que lo que debe hacer un buen dirigente político es “formar a la población y que sean ellos, con esa formación, los que sean capaces de elegir por sí mismos”. A esto se refieren los expertos cuando exigen políticas enfocadas a los consumidores. Visto el contexto actual y las preocupantes cifras, queda claro que se deben reforzar las herramientas y políticas destinadas a promover hábitos de consumo saludables, sin perder de vista las costumbres y tradiciones mediterráneas.


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