domingo, 24 noviembre 2024

La Superliga, en punto muerto y sin el respaldo del 50% del mercado europeo audiovisual

Estas fechas se cumple un año del anuncio de la Superliga, el proyecto impulsado por el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez. De la docena de equipos que originalmente se sumaron al proyecto, solo mantienen su defensa al mismo el Real Madrid, Barça y Juventus.

Ninguno de los nueve clubes que se desmarcaron en las primeras 48 horas -Atlético, Manchester United, Manchester City, Chelsea, Liverpool, Tottenham, Arsenal, Milan e Inter- ha dado muestras de querer volver a unirse. Algunos han reducido en sus cuentas el valor de la participación que habían adquirido en el ‘holding’ que iba a liderar el proyecto de la nueva competición, como es el caso del Manchester City o el Atlético de Madrid.

Además, las delicadas situaciones financieras de los únicos socios que le quedan al presidente del Real Madrid, Juventus y Barça, podrían dejarlo solo con su proyecto. La Juventus ha perdido más de 300 millones de euros en las dos primeras temporadas impactadas por la pandemia, y al cierre del primer semestre de 2021-2022 acumulaba unos números rojos adicionales de 119 millones.

Por su parte, el FC Barcelona cuenta con 578 millones de euros en pérdidas en sólo dos años. Su posicionamiento junto al Real Madrid en cuestiones como la judicialización del proyecto LaLiga Impulso o mantener la Superliga en solitario se explicarían en parte, según algunas fuentes, por su necesidad a que el Real Madrid no se opusiera a la supresión de la obligación de los avales en el Congreso de los Diputados, algo que se produjo a finales de diciembre de 2021. Las mismas fuentes señalan que, a partir de ahí, se ha podido ver cómo ha empezado a modular su oposición al proyecto de LaLiga con CVC e incluso estaría buscando su encaje en el plan.

Los promotores de la Superliga presentaron la nueva competición como la única vía capaz de “aportar estabilidad financiera a toda la familia del fútbol europeo”. Si bien es cierto que ha habido pérdidas -la UEFA estima que serán 6.174 millones de euros-, los opositores al proyecto argumentan que doce meses después se ha demostrado que había vías alternativas a “un proyecto que fue diseñado para romper unilateralmente la actual pirámide competitiva, basada en méritos deportivos”.

En este último año, la UEFA ha logrado un acuerdo de financiación de 7.000 millones de euros con Citibank para aportar la liquidez necesaria para que ningún club profesional desapareciera como consecuencia de la pandemia.

Junto a los mecanismos de financiación impulsados por distintos gobiernos nacionales, competiciones como LaLiga y la Ligue-1 han alcanzado sendos acuerdos con CVC, que inyectará casi 2.000 millones y 1.500 millones de euros, respectivamente, para impulsar el crecimiento de sus clubes. Por el contrario, los opositores a la Superliga señalan que el banco de inversión que debía financiar la puesta en marcha de ese proyecto dejó entrever que no asumiría nuevamente el riesgo reputacional al que se expuso con el simple anuncio de la creación del torneo en abril de 2021.

Los equipos de Francia y Alemania que formaron parte inicialmente de la Superliga y los seis ingleses han dejado claro que no se reengancharán al proyecto tal y como estaba planteado. Según informó la BBC, en caso de no cumplir se exponen a la deducción de 30 puntos en la clasificación y una nueva multa de 25 millones de libras (29 millones de euros).

Por Francia, el mayor representante debería ser el PSG y su presidente, Nasser Al-Khlelaifi, hoy lo es también de la ECA y el pasado 31 de marzo ya afirmaba que “son tres clubes y saben que no hay ninguna posibilidad de que suceda”. En Alemania, el presidente del Bayern de Múnich, Herbert Hainer, insistió a finales de octubre de 2021 que “para nosotros estaba claro: la Superliga no puede suceder en Europa de esa manera. Por lo tanto, dijimos inmediatamente que no formaríamos parte de ella”. Por su parte, tanto la familia Ricketts como el consorcio inversor que lidera Todd Boehly han manifestado públicamente que mantendrán el no a la Superliga en caso de hacerse con el control del Chelsea FC en el proceso de venta abierto.

TELEVISIONES

Un año después del anuncio fallido de la Superliga, LaLiga y la Premier League han logrado mantener el valor de sus derechos audiovisuales en los mercados nacionales y lo han multiplicado en territorios estratégicos. LaLiga ha firmado con ESPN hasta 2029 por 175 millones de dólares al año, casi el doble respecto a los 100 millones de dólares del contrato anterior.

La Premier League dobló ingresos con CNBC también con un contrato a largo plazo. Ambas competiciones, las más valiosas de clubes a nivel nacional, también han conseguido mantener el valor de sus retransmisiones en el mercado nacional. Por último, la UEFA ha adjudicado los derechos comerciales de la Champions League hasta 2027, que en Estados Unidos los venderá Relevent y, en el resto del mundo lo hará Team.

A la crítica por parte de sectores de la afición y la industria del fútbol, hay que sumar la oposición de los distintos gobiernos. Boris Johnson, primer ministro de Reino Unido, indicó en abril de 2021 que, en caso de haber continuado la Superliga, “deberíamos lanzar una bomba legislativa para detenerlo, y deberíamos hacerlo ahora”. Emmanuel Macron, mediante comunicado del Elíseo, dejó claro que “el Estado francés apoyará todos los pasos que tomen la LFP, la FFF, la UEFA y la FIFA para proteger la integridad de las competiciones federales, ya sean nacionales o europeas”.

En octubre de 2021, el Gobierno presidido por Pedro Sánchez se pronunciaba contra un torneo que “rompe el modelo de deporte, de fútbol competitivo abierto basado en el mérito, que el grande y el pequeño se puedan enfrentar y que el pequeño pueda ganar de vez en cuando”, según apuntó el exministro de Cultura y Deportes José Manuel Rodríguez Uribe. El último pronunciamiento formal fue de Parlamento Europeo, a finales de noviembre de 2021, en su primer informe vinculante sobre el deporte en el que la cámara comunitaria confirmaba que “se opone firmemente a las competiciones escindidas que socavan los principios y ponen en peligro la estabilidad del ecosistema deportivo en general”. Y refuerza su apuesta por “un modelo europeo del deporte que reconozca la necesidad de un compromiso sólido con la integración de los principios de solidaridad, sostenibilidad, inclusión, competencia abierta, mérito deportivo y equidad”.


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