Trucos sencillos para lavar tus alfombras en casa correctamente

Con la llegada de la primavera es hora de pensar en lavar las alfombras de casa. Aunque llevarlas al tinte siempre es una buena opción, es cierto que no suele salir económico. Salvo que sea una alfombra de lana muy pesada, en el resto de casos podemos lavarla en casa. Hoy vamos a darte algunos consejos que te ayudarán a dejar estos textiles como nuevos, listos para guardarlos hasta el próximo otoño. El aspirado antes de lavar las alfombras Si ya estabas con el jabón en la mano, olvídate de él. Antes de mojar el textil hay que aspirarlo bien para eliminar todo el polvo y la suciedad que pueda haberse acumulado entre las hebras. Esto te ahorrará luego mucho trabajo. Cuanta más suciedad saques en seco, menos agua gastarás y menos tendrás que frotar. Si no tienes aspirador, usa una escoba para eliminar migas, pelos de mascotas, pelusas, etc. Mete la alfombra en la bañera Si es de pequeñas dimensiones podrías lavarla en un cubo grande. Pero, en la mayoría de los casos, para lavar las alfombras te va a hacer falta una bañera o, como mínimo, un plato de ducha. En caso de que tu vivienda disponga de patio, también podrías hacer la limpieza en esta zona de la casa. Eso sí, asegúrate primero de que el suelo está limpio. Lavar las alfombras con agua templada Si son de tejidos naturales como lana o algodón, es conveniente que mires bien la etiqueta para saber a qué temperatura debería estar el agua. Para las sintéticas, y en la mayoría de los casos, lo ideal es que el agua esté templada. Bastará con una temperatura de entre 25 y 30 grados. No solo es mejor para ablandar la suciedad, también evitará que las fibras puedan romperse, algo que podría suceder con agua muy fría o muy caliente. ¿Cómo medir la temperatura del agua? Cuando metes una prenda en la lavadora es fácil saber a qué temperatura se va a lavar. Pero, cuando el lavado se hace a mano, esto no es sencillo. No obstante, no te preocupes, no hace falta que te compliques la vida. Haz una sencilla prueba. Llena el recipiente o bañera con agua caliente y mete la mano. Si al meter la mano notas que está caliente, pero luego puedes dejarla allí tranquilamente porque no quema, es que el agua está templada. ¿Qué tipo de jabón utilizar? Olvídate de los jabones industriales en formato polvo o líquido. Aunque pueden dejar los tejidos limpios, en muchos casos consiguen que estos se conviertan en un auténtico imán para atraer el polvo. Lo más recomendable es utilizar jabón casero. Si no tienes, utiliza jabón en pastilla para lavar a mano. El más natural que puedas encontrar. A ser posible, libre de colorantes, olores y alcohol. Lavado a mano de la alfombra Una vez que tengas la bañera llena de agua y con una cantidad adecuada de jabón, sumerge la alfombra en la misma. Ahora coge el tejido con tus manos y súbelo y bájalo, para que el agua jabonosa penetre por todos sus recovecos. Tienes que meter y sacar del agua los diferentes tramos de la pieza textil. Verás que el agua se va tornando más turbia. Cuando veas que está muy sucia, saca la alfombra, cambia el agua y repite la operación. Hazlo hasta que el agua apenas se oscurezca. No conseguirás un resultado perfecto Una alfombra acumula mucha suciedad. Por mucho que la limpies nunca vas a ver el agua salir totalmente limpia, así que no te obsesiones con ello porque esto solo te llevará a cansarte inútilmente. Márcate un número máximo de veces que vas a cambiar el agua. Con cuatro suele ser más que suficiente para dejar la alfombra limpia e higienizada. Aclara bien El proceso de aclarado es uno de los más importantes. Procura abrir el grifo de la ducha para que el agua salga con la máxima presión posible. Cuanta más presión, más sencillo será eliminar el jabón. Eso sí, no uses el chorro concentrado, porque esto podría acabar dañando los tejidos. Emplea mejor el modo caída de agua o modo lluvia. Escurrir y secar después de lavar las alfombras Finalizado el proceso de lavado, es hora de escurrir la alfombra. Procura no apretar demasiado. Piensa que las fibras mojadas son más débiles que en seco y podrían romperse. Cuando se haya escurrido buena parte de la humedad pon la alfombra a secar al aire libre. Mucho mejor si es estirada. No es recomendable que utilices fuentes de calor como el secador para acelerar el proceso. Guarda la alfombra correctamente Una alfombra puede tardar en secarse varios días. No tengas prisa. Si la guardas cuando todavía tiene humedad puede coger malos olores y hasta generar moho, así que mejor esperar. Para guardarla enróllala sobre sí misma. No la dobles, ya que esto puede causar microrroturas. Puedes envolverla en un plástico para que no coja polvo.

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No conseguirás un resultado perfecto

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