La Semana Santa se aproxima. Más que nunca estamos deseando que lleguen las primeras gran vacaciones del año, donde además ya se supone que hará mejor tiempo que ahora. No dejan de llegar años duros, en este caso con la inflación, la guerra y la incertidumbre económica. Lo que más nos apetece, además de viajar y distraernos, es comer bien y si es dulce, mejor. Pero claro, esa misma enorme inflación ha hecho que todo haya subido como la espuma, incluidas las materias primas, también alimentarias, y por ende los alimentos. Es el caso del pan, la leche, los huevos, el aceite o la harina, imprescindibles para hacer las típicas torrijas de Semana Santa.
7EL ORIGEN DE LAS TORRIJAS
Las torrijas son unos de los dulces más antiguos de los que hay constancia porque se prepara con pocos ingredientes y en tan solo 5 o 10 minutos. Además es un postre nacido de la pura necesidad, ya que se elabora con pocos ingredientes. Con el tiempo ha ido evolucionando, adaptándose a la idiosincrasia local de cada pueblo, generando distintas variantes.
La primera referencia histórica conocida a un producto parecido está en la obra de Marco Gavio Apicio, gastrónomo romano del siglo I que recopiló recetas de su época. En su recetario menciona que la rebanada de pan debe sumergirse en leche, sin mencionar el huevo, y no le da un nombre especial. Se limita a llamarla aliter dulcia (plato dulce). Pero la receta tradicional tiene su origen en el siglo XV y nace para aliviar a las parturientas al dar a luz y favorecer su recuperación postparto allá por el 1600. La combinación de pan, leche, huevos y miel (o sea, torrijas) era un éxito en la dieta de las parturientas antes y después de dar a luz.