La agenda del presidente del Gobierno deja una semana intensa con trascendentales citas entre representantes del Gobierno y del sector energético del país. Pedro Sánchez se reunió este martes por la mañana con el sector eléctrico para dorarle la píldora, pero por la tarde dio la ‘espantá’ coincidiendo con el encuentro previsto con el sector petrolero, que fue recibido por las ministras Teresa Ribera y María Jesús Montero.
En una reunión en la que no se explicó nada, la vicepresidenta tercera del Gobierno se dedicó a vender humo al sector de los hidrocarburos, sin revelar cuál será el esfuerzo que tendrán que hacer las petroleras españolas tras el anuncio de Sánchez de poner 500 millones de euros para rebajar los precios del combustible a los profesionales.
En un alarde más de prepotencia y de no saber defender ni sus propias decisiones, el presidente del Gobierno no quiso dar la cara ante los representantes del sector petrolero español, ya que tenía que decirles que quiere que paguen parte de esos 500 millones de euros prometidos con urgencia la semana pasada, para intentar frenar el paro del transporte, cosa que no ha conseguido).
Como suele ser habitual, las decisiones del Ejecutivo no provienen de un análisis reposado de la situación a tratar, si no de sucesivos bandazos en plena huida hacia delante. Por eso, a nadie le extraña que los representantes del sector petrolero se presentaran en la reunión con un mosqueo considerable, ya que nadie del Gobierno les había informado antes de la idea de poner 500 millones de euros sobre la mesa para paliar mínimamente la crisis del combustible, ni les había preguntado su opinión. Típico modus operandi de Moncloa en esta legislatura.
Pero lo peor es que, tras reunirse con la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera y la titular de Hacienda María Jesús Montero, los representantes del sector salieron prácticamente como habían entrado. Ni una aclaración. Ninguna propuesta concreta. Tan solo la sensación de que esta vez les tocará a ellos poner dinero, porque las eléctricas han sido más audaces y se han anticipado a protestar antes de que les cayera otro ‘hachazo’.
SÁNCHEZ, EL EMBAUCADOR
Acostumbrado a defender tanto una cosa como su contraria con apenas unas horas de diferencia, el presidente Sánchez se ha ganado a pulso la fama de embaucador. Su problema es que al principio este juego le solía salir bien, pero con el paso del tiempo los directivos de las grandes compañías le conocen lo suficiente como para no dejarse enredar con la facilidad de hace unos meses.
El sector eléctrico sabe que es fundamental en el futuro del país, y ha decidido no dejarse pisotear más por un Gobierno al que le gusta demonizarlo, con especial ímpetu, por los representantes de Unidas Podemos.
Por eso los directivos de Iberdrola, Endesa, Naturgy, EDP, Acciona y Repsol llegaron a la reunión de este martes por la mañana con la lección bien aprendida y con los deberes hechos. La campaña de la semana pasada, desmontando las propuestas que había hecho públicas el Ejecutivo, surtió efecto. Nada de proponer recuperar el precio máximo de 180 euros por MWh para el mercado mayorista eléctrico. Nada de hablar de ‘beneficios caídos del cielo’, que las eléctricas demuestran por activa y por pasiva que no existen. Nada de asumir un nuevo ‘hachazo’.
En la reunión, Pedro Sánchez, en tono constructivo, les regaló los oídos haciéndoles ver su importancia estratégica para el futuro del país, para la Transición Ecológica y para acelerar la transformación energética. Les dijo que Gobierno y eléctricas tienen que ir de la mano para conseguir la autosuficiencia energética, instándoles a fomentar redes y almacenamiento. Y que se acabó lo de tomar decisiones unilateralmente sin previa consulta, incluso si es posible, se hará con previo consenso.
El jefe del Ejecutivo también les dijo, en presencia de Teresa Ribera, que no se preocupen por las palabras de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en las que pide poner un impuesto especial a las grandes eléctricas, porque no se contempla. Demostraba, así una vez más la nula sintonía entre los socios de gobierno.
Por supuesto, destacó que es momento de arrimar entre todos el hombro, y que se necesita un «esfuerzo adicional y un mayor compromiso» para rebajar los precios de la electricidad y atenuar la difícil situación que atraviesan los consumidores domésticos del mercado regulado y la industria. Vamos, nada que no supieran todos los allí presentes, que salieron con la sensación de que habían perdido unas cuantas horas de su valiosísimo tiempo.
Una fuente cercana al sector eléctrico reconocía a MERCA2 que «no nos ha dado una respuesta sobre poner un tope al gas». Y es que, como se sabía, Moncloa no va a dar ni un solo paso hasta que Sánchez regrese el viernes de Bruselas con las resoluciones del Consejo Europeo bajo el brazo.
En la antesala del Consejo Europeo, Sánchez exhibe espíritu «constructivo» y «sin la voluntad de imponer ultimátums», ya que desde Moncloa esgrimen que «la UE no puede salir fragmentada y dividida en este asunto», propone que España y Portugal puedan actuar en materia energética aunque el resto no lo haga.
Fuentes de presidencia consideran que hoy por hoy la opción más viable es la creación de un mecanismo de compensación si se limita el precio del gas que se usa en la generación de electricidad a través de los ciclos combinados, lo cual tendría unos efectos inmediatos en las facturas que pagan los consumidores y beneficiaría a todos los Estados miembro.
En cuanto a cómo se compensaría, aclaran que es algo que aún está por determinar y apuntan a varias vías, como los Presupuestos Generales del Estado o por el propio sistema gasista, pero en ningún caso se está hablando de subvenciones ni subsidios a las empresas gasistas, recalcan las citadas fuentes.
EMPRESAS Y FAMILIAS NO AGUANTAN MÁS
Mientras Pedro Sánchez no tiene prisa (esperará al día 29 de marzo para desvelar las medidas a tomar), España no aguanta más. Los precios de la electricidad y de los combustibles están desangrando la economía de familias y empresas. Los transportistas trabajan a pérdidas, y por eso muchos de ellos han parado protestando por una situación insostenible, que el Gobierno no parece saber atajar. La crisis sigue aumentando, y la guerra de Ucrania no es, ni mucho menos, la única culpable.
El sector pesquero también está parado en muchas zonas del país. El desabastecimiento se empieza a notar en muchos supermercados, especialmente en productos frescos y de primera necesidad. Los ganaderos y agricultores están al límite ante la falta de pienso o de fertilizantes, por un lado, y ante la imposibilidad de colocar sus productos por el paro del transporte por otro.
Pocos entienden la falta de empatía de Pedro Sánchez y sus ministros con el sufrimiento de tantas familias y empresas, esperando hasta el día 29 para mover un dedo, aunque con paripés como las dos reuniones del martes, quiera hacer ver todo lo contrario. Y es que parece que la propaganda ya no cala tanto como antes en el pensamiento colectivo.