La locura se ha desatado como consecuencia del conflicto bélico que está sucediendo en Ucrania desde la invasión de Rusia. Se ha reflejado rápidamente en los precios de la energía, pero también en una inesperada escasez de aceite de girasol. Los supermercados españoles han optado por racionar el producto y limitar las botellas por cliente, y mientras tanto, el precio de este producto sube de forma imparable, equiparando y a punto de superar el del aceite de oliva virgen extra. Se trata de un fenómeno que nos recuerda a la fiebre del papel higiénico que se vivió al principio de la pandemia.