Los zapatos de tacón tienen la virtud de aportar altura, estilizar la silueta y destacar la figura de una forma espectacular. Alargan visualmente las piernas resaltan la curvatura de la espalda y el glúteo. Hubo un tiempo en el que los tacones eran cosa de hombres, pero a partir del siglo XVII comenzaron a vestir también los pies femeninos. Hoy día es un calzado imprescindible en eventos de cierta elegancia, y es el complemento perfecto en los estilismos más formales. Estéticamente, son maravillosos, pero hay que reconocer que pueden llegar a provocar un buen dolor de pies y de espalda.
4TACONES MÁS ANCHOS

Cuanto más fino sea el tacón, más esfuerzo tiene que hacer el cuerpo para compensar el cambio del centro de gravedad. Y pro lo tanto más probabilidades de sufrir dolores de espalda, además de la incomodidad natural de llevar un zapato que transforma la posición del pie. Por lo tanto, si queremos llevar unos tacones, lo más recomendable es escoger uno con un tacón más grueso, que es más cómodo y ofrece una mayor superficie de apoyo. Cada paso será más estable al caminar. Otra alternativa es elegir uno zapato que tenga un poco de plataforma delantera, porque compensa con la altura del tacón y ayuda a que el pie tenga una pisada menos inclinada.