Energía nuclear frente al chantaje ruso

La energía nuclear gana adeptos cada día que pasa y continúa la guerra en el este de Europa. Este conflicto bélico demuestra que la dependencia energética de países gobernados por dictadores es inasumible, y que aquellos países que promueven la paz no pueden estar regando de dinero a otros que instigan la guerra, solo por mantener un estado del bienestar elevado o por una ambiciosa e irrealizable hoja de ruta ideológica.

La invasión rusa de Ucrania y las atrocidades que se están ejecutando sacuden las conciencias de políticos europeos. Este conflicto tiene que suponer un antes y un después para Europa y para el mundo en general. Los países deben esforzarse en ser independientes desde un punto de vista energético y para eso será necesario variar sus políticas ideológicas y ecológicas para evitar que situaciones como la actual vuelvan a repetirse.

Las inversiones en energías renovales aumentarán, pero hasta que se consigan los avances necesarios para garantizar el almacenamiento energético, los países no pueden depender del gas o del petróleo de países como Rusia. Entonces, ¿Cuál puede ser la solución? Apostar por la energía nuclear. Por un programa nuclear que sirva de respaldo y dote de estabilidad al sistema eléctrico mientras se consiguen los deseados avances tecnológicos en las energías renovables.

Salvar el planeta también es luchar contra quienes se creen en la potestad de someter a una nación

Eso están promoviendo los gobiernos de Francia, Reino Unido, Finlandia, China y de otros muchos países, desde antes de que Putin ordenara la invasión de Ucrania. España no. El Gobierno de Pedro Sánchez tiene una línea roja que no puede traspasar y es su ideologismo ecológico, que le impide gastar un euro en energía nuclear (también en gas). Resulta sorprendente la vehemencia con la que siempre defienden esa línea roja desde el Ejecutivo, cuando el presidente ha traspasado todas la líneas rojas que había anunciado en otras importantes materias, como pactos de investidura e indultos a los nacionalistas, por poner dos ejemplos.

PROLONGAR LA VIDA DE LAS CENTRALES E INVERTIR EN MINIREACTORES

En España hay cinco centrales nucleares (Almaraz, Ascó, Cofrentes, Vandellós y Trillo), que cuentan con siete reactores activos, de agua ligera, con una potencia eléctrica instalada de 7.398,77 megavatios (MW). Las grandes compañías energéticas del país son las dueñas participadas de estas centrales, es decir, Iberdrola, Endesa, Naturgy y la portuguesa EDP, en menor medida.

Todas estas centrales tienen sus días contados, a causa del plan de cierre progresivo de la nuclear con el horizonte puesto en el año 2035. El Plan Nacional Integral de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC) prevé el cierre de las siete entre 2027 y 2035. Si nada cambia, la pretensión del Gobierno es eliminar toda presencia de producción nuclear en España en menos de 15 años.

La potencia nuclear tan solo representa el 6% de la potencia total instalada del país. No obstante, proporciona un suministro firme, continuo y fiable a lo largo de todo el año de más del 20% de la demanda anual de energía eléctrica en nuestro sistema eléctrico, como lo lleva haciendo en la última década.

La Sociedad Nuclear Española (SNE) ha reclamado recientemente la revisión del calendario de cierre de las centrales nucleares españolas para alargar su operación dado que sin su aportación no ve factible que España pueda cumplir sus objetivos frente al cambio climático previstos para 2030 y 2050.

El presidente de la SNE, Héctor Dominguis, reclama no sólo la revisión del plan de cierre y alargar la operación del parque nuclear 20 años más sino también establecer «un sistema fiscal justo».

La independencia energética es la base de la libertad de los países

Consideran que no se deberían desaprovechar las instalaciones que están «en perfecto estado de operación» y, por ello, plantean alargar su funcionamiento hasta los 60 años de actividad, como un primer paso y, a partir de ahí, considerar otras tecnologías que puedan alargar su vida útil más allá.

FRANCIA, MÁS NUCLEAR

Otro paso que se debería plantear este Gobierno sería la inversión en minirreactores nucleares de última generación. Macron confirmó hace tiempo que invertirá 1.000 millones de euros en la construcción de uno de estos sistemas, con el que aumentará su generación nuclear que ronda el 75% de la demanda del país galo en la actualidad.

Por su parte Électricité de France (EDF) trabaja con la hipótesis de construir seis reactores del tipo EPR2 que entrarían en funcionamiento entre 2035 y 2040 y costarían más de  40.000 millones de euros. Si se lleva a cabo este proyecto, junto con las inversiones en energías renovables, Francia alcanzaría la total soberanía energética, libre de emisiones de C02.

LA LOCURA POR SALVAR EL PLANETA

La locura por salvar el planeta terminará acabando con él si nadie lo remedia. Personajes como Vladimir Putin se aprovechan del ‘buenismo’ de occidente para campar a sus anchas e imponer su voluntad. El líder ruso se hace fuerte al comprobar la dependencia de la Unión Europea de sus fuentes de energía (el 40% del gas que consume la UE procede de Rusia), y de ese poder desmedido derivan desastrosos acontecimientos como la guerra de Ucrania.

Salvar el planeta también es luchar contra quienes se creen en la potestad de someter a una nación simplemente porque son más poderosos. Ahora es Ucrania, pero dentro de unos meses podría ser cualquier otro país. El mundo ha reaccionado contra Rusia, pero la alternativa no puede ser alentar peligrosas aproximaciones a otros regímenes autoritarios, hasta ahora sancionados también por sus desmanes, como el venezolano o el iraní. No se puede jugar a cambiar cromos, hay que acabar con la posición de poder que les otorgan las reservas energéticas a esos países.

Europa está donde está por mirar a otro lado a cambio de conseguir sus objetivos energéticos. Ahora, toca realizar sacrificios por el bien común. En la actual coyuntura, China se mantiene al margen por sus alianzas con el régimen de Putin. El gigante asiático lleva años realizando ingentes inversiones de dinero para completar un ambicioso programa de energía nuclear que le permita generar cerca de 200 gigavatios de este tipo de energía en 2035.

De esta forma, China busca convertirse en el líder mundial de generación de energía nuclear, desbancando a los EEUU en estos próximos años y para ello prevé la construcción de más 150 reactores nucleares.

Este plan, junto a las fuertes inversiones en energías renovables, permitirá al presidente Xi Jinping convertir al gigante asiático en un país libre de emisiones de CO2 aproximadamente en 2060, y también independiente energéticamente hablando.

La independencia energética es la base de la libertad de los países y el camino para que puedan prosperar sin tener que plegarse a los intereses de dictadores y dirigentes opresores que, en cualquier momento, pueden poner en peligro la seguridad mundial como está ocurriendo con Ucrania.