Adiós al estado del bienestar vigente. O, por lo menos, hasta pronto. La UE aconseja utilizar más la manta y menos la calefacción para calentarnos y así disminuir el consumo de gas para, de esa manera, reducir la excesiva dependencia energética de Rusia. La guerra ha dejado helada a Europa que asume que la injustificable invasión de Ucrania por el ejército ruso acabará afectando al bienestar y al confort del que disfrutaba la mayoría de la población. Será cuestión de pocas semanas. Pero improvisar soluciones cortoplacistas ante problemas estructurales en mercados complejos como el energético, no ha resultado una buena idea.
Los conductores se piensan dos veces moverse en coche porque la gasolina alcanza los 2 euros el litro. Cada vez mira más lo que compra para comer porque los precios se han disparado. Y ¿qué decir del consumo eléctrico o de gas? Pues que millones de españoles y europeos, no pueden soportar las facturas eléctricas que les llegan a final de mes, porque el precio se ha disparado un 1.000% en algunos momentos con respecto a hace un año.
Los dirigentes políticos de la UE no han sido capaces de prever lo que se nos venía encima, aunque Putin había dado sobradas muestras de ser un socio poco fiable y de sus ambiciones territoriales e imperialistas. La autoridad europea tampoco fue capaz de prever las consecuencias de la vuelta a la actividad tras los confinamientos en los momentos más duros de la pandemia. De esta forma, llevamos casi nueve meses sufriendo una crisis energética sin precedentes que está arruinando industrias, empresas y familias.
Putin ha decretado la prohibición de la exportación de materias primas rusas hasta finales de 2022
Ahora, los dirigentes de los veintisiete se han dado cuenta de que no era buena idea echarse en brazos del gas ruso para solucionar la necesidad de esta fuente de energía necesaria para completar el mix energético y cubrir la demanda. En cambio, en 2014 se dio carpetazo a infraestructuras que permitían la interconexión entre estados miembros, como el gasoducto del Midcat, en el caso de España con Francia. Y el riesgo del ‘todo o nada’ a las renovables se ha vuelto en contra, porque ha sido una de las bazas que ha utilizado Vladimir Putin para hacerse fuerte frente a países como por ejemplo Alemania (el que manda en Europa).
Dar la espalda a la energía nuclear, apostarlo todo a la energía verde del futuro, y en el presente depender extraordinariamente del gas ruso, le parecía bien a otrora canciller alemana, Ángela Merkel y a su gobierno, aceptando los chantajes de Putin y dándole alas para hacer crecer sus delirios de grandeza.
SOLUCIONES A LARGO PLAZO
Se buscan soluciones, pero todas son a medio-largo plazo. Las infraestructuras que se dejaron olvidadas podrían retomarse, pero tardarán tiempo en estar operativas. El gas puede llegar, y de hecho está llegando a la Unión Europea desde otros países (Estados Unidos y Qatar) en barcos metaneros, pero no es suficiente. Entre otras cosas, porque el país que más regasificadoras tiene es España (6), Alemania no tiene ninguna, y la interconexión de la península Ibérica con el resto de Europa es muy deficiente.
Ante tales inconvenientes la única alternativa viable al alcance de los estados miembros es, sencillamente, gastar menos energía. Ahorrar electricidad y ahorrar gas. Utilizar más la manta en los hogares frente al frío del invierno que queda y reducir el uso de la calefacción, es decir, perder bienestar. Sacrificios en tiempos de guerra, porque aunque las bombas y los misiles solo caigan, de momento, en Ucrania, la UE y la OTAN están en guerra con Rusia.
«Utilizar menos calefacción para hacernos más fuertes frente a Rusia». Esto es lo más cercano a una solución y ofrece la idea el vicepresidente de la Comisión Europea y comisario por el pacto verde de Europa, Frans Timmermans. Su intención es hacer todo lo posible por reducir la dependencia energética de la UE con Rusia hasta en dos tercios a corto plazo. Aunque es posible que Putin ni siquiera permita esa opción.
PUTIN PUEDE CERRAR EL GRIFO DEL GAS DE FORMA INMEDIATA
Estados Unidos y Reino Unido han confirmado que dejan de comprar energía a Rusia (algo factible y de poca relevancia económica porque dependen en un reducido porcentaje de la energía rusa), mientras que el gas ruso representa en Europa el 40%. Putin ha reaccionado firmando un decreto por el que prohíbe la exportación de materias primas rusas hacia el extranjero hasta finales de este año 2022.
En el decreto no se deja claro cuáles son esas materias primas que se verán afectadas, aunque el consejo de ministros del Kremlin las especificará este jueves. En cualquier caso, la decisión de Putin abre de par en par la puerta al corte del suministro de gas ruso a la UE, algo que en estos momentos sería una debacle para Europa y otra forma de guerra de Rusia frente a sus vecinos. Se están imponiendo durísimas sanciones a Rusia, pero Europa sigue pagando religiosamente cada semana el gas ruso que recibe.
Si el martes el MWh alcanzó los 700 euros en un tramo horario, si Putin corta en algún momento el flujo de gas hacia la UE, o si alguno de los gasoductos implicados sufriera algún accidente o fuera bombardeado, el precio del MWh se dispararía superando los 1.000 euros con facilidad.
LA PRESIÓN SOBRE EL GOBIERNO
La presión que está recibiendo el Gobierno de Pedro Sánchez por industrias y consumidores va en aumento. Hogares y empresas están con el agua al cuello y millones de familias también. Los precios de la electricidad esta semana son inasumibles y como lo que está por llegar se prevé peor, al Ejecutivo no le queda otra que actuar de inmediato.
Cuando estaba en la oposición Sánchez pedía a Mariano Rajoy que dimitiera por la pobreza energética que ocasionaba el recibo de la luz, allá por 2014, el MWh entre los 50 y los 60 euros. El actual jefe de Ejecutivo escribí en Twitter «La subida de la luz del 8% prueba el fracaso de la reforma eléctrica de Rajoy, y alerta del riesgo de más gente sufriendo pobreza energética». Sin embargo, ahora sigue en el poder con un encarecimiento de la electricidad de un 1.000%.
Mientras este miércoles, la vicepresidenta para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, celebró en el Congreso que la Comisión Europea abra la puerta a introducir topes en el precio de la electricidad, considerando que «la mejor de las opciones es acordar a nivel europeo medidas suficientemente eficaces», pero sin descartar que el Gobierno español se adelante «si es imprescindible».
Ribera destacó que la Comisión Europea en su última comunicación «reconoce la necesidad y utilidad de aplicar una tasa o minoración extraordinaria» a las eléctricas por el sobrecoste del gas y también en evitar un «contagio» en los precios en un mercado que la propia vicepresidenta considera ya «roto».
«Es imprescindible el mensaje de trabajar rápidamente en cuáles son las medidas, incluyendo en su caso topes al precio al que se puede casar la electricidad en el mercado», comentó.
También habló de la posibilidad de dejar el gas fuera del mercado eléctrico y que se pagara «a través de un mecanismo de precio que reconoce el coste real» o «introduciendo un tope a las ofertas que se pueden presentar al mercado mayorista».
En todo caso, señaló que «la Comisión Europea ha pedido unos días para poder consultar y evaluar la mejor propuesta» y dejó claro que «se trata de medidas temporales, hasta tanto se hacen recomendaciones específicas sobre cómo alterar y hacer evolucionar las reglas generales del funcionamiento del mercado marginalista».