El cementerio en el metro de Madrid que no sabías que existía

La historia de la capital tras el suelo, ha sido descubierta en la construcción del Metro de Madrid. Sin embargo no ha sido del todo modificada. Por este motivo, una de las estaciones mas céntricas y conocidas alberga tras sus paredes un antiguo cementerio. Metro de Madrid En el año 1919 se inauguró la primera línea de metro, en la capital, que se extendía de Sol a Cuatro Caminos. Mas de un siglo después, la evolución en esta red de transporte ha sido muy notable, aunque permanecen un montón de historias tras sus paredes. Actualmente el Metro de Madrid cuenta con 249 kilómetros a lo largo de sus vías y hasta 302 estaciones, sin tener en cuenta las de metro ligero. Se considera la quinta red de metro con mayor número de paradas del mundo. Esto ha permitido que hasta 650 millones de personas utilicen al año este servicio público para moverse por Madrid. Estación de Tirso de Molina Esta parada de la línea 1 comenzó a construirse hace más de 100 años, concretamente en el año 1920. Por aquel entonces, los obreros encontraron, al remover la tierra de las excavaciones, antiguos restos pertenecientes al Convento de la Merced. Se comenzó a construir en el año 1564 siguiendo un estilo renacentista, pero las obras se extendieron hasta 200 años después. Tenía hasta 3 pisos y albergaba una de las Iglesias más importantes de la capital. En el año 1834 fue destruido por la desamortización de Mendizábal. El cementerio del Convento de la Merced Este convento construido en la antigua Plaza del Progreso, actual Plaza de Tirso de Molina, contaba con un cementerio bajo el edificio en el que se enterraban a sus frailes. La plaza fue levantada sobre el cementerio y durante las obras realizadas al construir la parada de metro de Tirso de Molina se descubrieron hasta 200 nichos. Es el secreto más tétrico que esconde el Metro de Madrid, ya que se tomó la decisión de dejarlos tras las paredes de la estación. De esta forma quedó el cementerio oculto en su lugar de origen. Luis María González cuenta los secretos del Metro de Madrid Es el responsable del denominado Andén 0 que recoge el conjunto de museos suburbanos. En ellos se encuentran los secretos pertenecientes a la historia de la antigua capital, que han sido encontrados enterrados durante la construcción de las diferentes líneas de Metro de Madrid. En un programa de Telemadrid, Luis María González dijo "¿No te da la sensación de que hace un poco más de fresco que en otras estaciones? La temperatura es un poco más baja porque nos encontramos en una zona donde hubo un cementerio. Uno de los derrumbamientos de las obras de 1920 desveló una galería: aparecieron 200 nichos y, en el suelo, rosas e inscripciones en latín muy deterioradas". Los restos sueltos fueron llevados a la ribera del Manzanares Durante las obras llevadas a cabo para construir la estación de Tirso de Molina, los obreros encontraron entre la tierra levantada restos tanto óseos como objetos de valor elevado. El estado deteriorado sumado a que se encontraban sueltos hizo que se tomara la decisión de trasladarlos a la ribera del Manzanares, sin embargo los nichos permanecen a día de hoy tras las paredes del andén de la estación de la línea 1 del Metro de Madrid. El nombre de la estación del Metro de Madrid El día 26 de diciembre del año 1921 se inauguró la parada de metro de la línea 1 bajo el nombre Estación Progreso. En aquel momento la plaza seguía llamándose así. Posteriormente, en el año 1939 cambió de nombre pasando a ser Tirso de Molina. El nombre se estableció en honor a uno de los frailes del antiguo Convento de la Merced. Tuvo una brillante trayectoria literaria como narrador, poeta y dramaturgo firmando sus obras con un seudónimo. Su nombre real era Gabriel Téllez, pero su firma como Tirso de Molina hizo que se estableciera el nombre tanto en la plaza como en la estación del Metro de Madrid. La decoración de Tirso de Molina La estación del Metro de Madrid, que tras sus azulejos oculta un antiguo cementerio, fue estéticamente diseñada por Antonio Palacios. Se decantó por la usual balaustrada de sus edificios, a la que incorporó pequeños huecos rectangulares. El vestíbulo de la entrada principal destaca por la gran variedad de colores que se pueden apreciar, entre los que resaltan tanto el azul añil como el banco, y por el escudo antiguo de la ciudad realizado en bronce, que en su origen se encontraba en la estación de Sol. Además, cuenta con una bóveda cubierta con azulejo blanco biselado.

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Los restos sueltos fueron llevados a la ribera del Manzanares

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