Saltó la sorpresa en Las Gaunas una semana antes de lo esperado. El sector español de las telecomunicaciones descontaba que Orange España estaría de una u otra manera presente en el proceso de consolidación. Rinden cuentas al mercado del ejercicio 2021 la semana que viene, y todo hacía pensar que horas arriba o abajo surgiría alguna información poniendo en primera plana al operador naranja. Según ha trascendido en la prensa en diversos medios, la otra opción de consolidación está en marcha. Solo hay un hándicap: el problema regulatorio es el mismo.
Hace unos días MERCA2 informaba sobre la duración que tendrá en el tiempo el proceso de consolidación de las telecos españolas. Que haya varias empresas implicadas es el motivo, y que Orange entre en la rumorología sobre una fusión con MásMóvil era lo normal. De hecho, en todas las informaciones que están surgiendo, en caso de ser completamente certeras, se abordan desde una perspectiva interesada con respecto a las posibilidades que tiene cada uno, y los precios y tipologías que hay de acuerdos para la integración.
Lo que no se habla por ahora, aunque la preocupación existe, es sobre el tema regulatorio. Ninguna de las informaciones que están surgiendo en la prensa explican cómo una operación de concentración de este tamaño va a tener el visto bueno del regulador europeo, por mucho que desde Bruselas hayan bajado supuestamente el listón sobre este tipo de uniones.
Esta semana MERCA2 hacía cálculos sobre las cuotas de mercado resultantes de una fusión entre Vodafone y MásMóvil. Los números no salían. Asimismo, fuentes expertas del sector aseguran a este medio que, efectivamente, habrá que echar mucha imaginación para que el proceso siga adelante. Eso, al margen de los ‘remedies’ que se puedan aplicar; es decir, qué activos tendrán que soltar para que los reguladores den el visto bueno.
Existe muy nerviosismo entre los operadores por el tema de la consolidación
Toda esta situación desemboca en cierto nerviosismo entre las filiales españolas y el propio Grupo MásMóvil. A fin de cuentas, sus dueños no tienen residencia en Madrid. Unos pilotan desde Londres, los otros desde París; y el operador amarillo tiene una terna de fondos que tienen sus propios intereses. De esta manera, las tres compañías se han instalado en el «no comentarios» sobre el proceso de fusión. Aunque no hay dudas de que lo hay, que es necesario; y que será muy complejo.
LA NECESIDAD DE UNA FUSIÓN
Los resultados de Vodafone España conocidos la semana pasada, pese al crecimiento en ingresos, mostraron cierta tibieza. Los de Orange la próxima semana serán igual de irregulares, y de Telefónica España se espera lo mismo. Todo ello, en gran medida, se debe a la erosión de márgenes comerciales que ha dejado tras de sí la ‘guerra de tarifas’. No reconocida por nadie, pero planteada por todos, se trata del gran problema sectorial que, como gran motivo, aboca a una reordenación de la industria.
Por ese motivo, aunque nadie lo quiera hacer público, por lo lógicos intereses económicos, se asume que hay un proceso de consolidación en marcha. Algo que implica, muy a pesar de las compañías, que tarde o temprano también tendrá que haber ajustes de plantilla, como ha sucedido siempre ante cada fusión o compra.
Por eso los operadores tratan con sumo cuidado la situación y, en gran medida, refleja la cautela de las compañías a la hora de informar de manera clara sobre el tema. Además, en juego también están los acuerdos mayoristas que tienen entrelazos los operadores, así como la importante inversión realizada sobre 5G, de la cual se deben ejecutar millones de euros.