La industria electrointensiva está contra las cuerdas debido a los altos precios de la energía. Bruselas tiene parte su responsabilidad en esta subida disparada de precios. La Comisión Europea exige abonar una tasa por cada tonelada de CO2 emitida a la atmósfera. Estos derechos de emisión rondaban los 20 euros en marzo del pasado año, en menos de diez meses se han quintuplicado, hasta rondar los 100 euros por tonelada. Sin embargo, la tendencia podría incrementarse y alcanzar los 145 euros, según apunta la agencia de análisis Berenberg.
Mientras el precio de la luz, medida en megavatio hora (MWh), supera los 200 euros en el mercado mayorista y el coste del gas alcanza los 90 euros por MWh, el precio de emitir CO2 a la atmósfera continúa al alza y presionando aún más a la industria electrointensiva en los primeros compases de este 2022.
Por otro lado, cabe recordar que las empresas son las víctimas de la sinrazón de la Unión Europea con estos derechos de emisión. El crecimiento de estos precios es tan disparatado que se ha convertido en un mercado altamente especulativo, pese a ser necesarios para poder continuar con la actividad económica. El discurso de Bruselas se cierne en las cero emisiones a los combustibles contaminantes.
TODO EL HONOR Y NADA DE GLORIA PARA BASF POR LOS DERECHOS DE CO2
Sin embargo, la propia Alemania ha tenido que quemar carbón este último mes para hacer frente a los altos precios del gas. Una paradoja en un mercado que afecta a miles de industrias, que tienen que hacer frente a los costes de su transición energética. Algunas lo están consiguiendo, otras han tenido que parar las máquinas por la inviabilidad de producir a pérdidas.
BASF invertirá 15.000 millones para su transición, mientras suben los derechos de emisión
Los malos augurios indican un fuerte repunte para los derechos de emisión, con el beneplácito de Bruselas. La firma alemana presagia un ascenso del 45% respecto a los niveles actuales. Una de las empresas más golpeadas por este hecho es la germana BASF, que emite el 1% del total del país germano. Según Berenberg, BASF asume «todo el dolor y sin nada de gloria» en su objetivo de descarbonización, un fin que tendrá que lograr de cara al 2050 y que está costando una ingente cantidad de capital. En cifras, podría alcanzar los 15.000 millones de euros en los próximos 30 años y sin una clara visibilidad en el rendimiento.
Por el momento, las acciones del gigante alemán han iniciado con buen pie este 2022 tras un mal 2021, tras caer un 10% en Bolsa. La química trata de salir a flote en este ejercicio con una recompra de acciones propias por valor de 3.000 millones de euros, que han ayudado a subir el precio de la acción, pero por el momento sin grandes saltos.
LAS COMPRAS DE LOS DERECHOS DE EMISIÓN DE BRUSELAS ELEVAN LOS COSTES OPERATIVOS
Y es que, BASF, como todos los consumidores electrointensivos, se han visto perjudicadas por las compras de estos derechos de emisión de CO2, elevando los costes operativos. Algunas empresas han paliado este contratiempo elevando los precios, y por tanto alimentando la inflación. Según la firma de análisis, la subida de los derechos de emisión podrían impactar directamente en el Ebitda de las compañías.
A su juicio, sería un dígito relativamente bajo, pero no sólo para el gigante alemán, sino también para todo el sector. «Si los precios de los derechos de emisión aumentan podría representar un obstáculo» en la operativa de las empresas, ha destacado.
Asimismo, el escenario se abre aún más si otras zonas geográficas importantes fuera de Europa adoptaran la misma solución de Bruselas a partir de 2030, ya que el precio de los derechos de emisión se incrementarían de forma sustancial. En esta situación, Berenberg estima ya unos precios de CO2 de unos 110 euros por tonelada, y no descarta que puedan irse más arriba.
La firma alemana fue una de las primeras que apuntó a los 100 euros por tonelada en los derechos de emisión de CO2, parecía disparatado, cuando el precio se situaba entonces en niveles cercanos a los 40 euros por tonelada.
Con todo, Bruselas no afloja y no ha paliado en ningún momento los temidos efectos de estos derechos de emisión en la industria. Ahora, ha propuesto invertir 500.000 millones para edificar nuevas plantas nucleares para tildarlas de «verdes», un hecho al que se opone no sólo el Gobierno de España, sino también empresas energéticas dedicas únicamente a las renovables. Y es que, catalogar la nuclear como energía limpia significaría el acceso a los fondos europeos.
BRUSELAS, LEJOS DE PALIAR LA SITUACIÓN, PROVOCA EL ALZA DE PRECIOS
Además, estos derechos de emisión traen una mayor inflación. Los costes que asumen la industria en esta comercialización se están trasladando directamente a los precios de los productos, ya sean destinados al consumidor final o bien a otras empresas. Las españolas Ercros o Fluidra, por ejemplo, han tenido que subir los precios de sus productos para evitar la pérdida de eficiencia.
La estrategia de la descarbonización de la Unión Europea «traerá consigo una mayor inflación«. Quien lo dice no es un experto más, sino Isabel Schnabel, ejecutiva del BCE responsable de las operaciones de mercado. A su juicio, la economía baja en CO2 «plantea riesgos alcistas» para las proyección de la inflación a medio plazo. Así, ha asegurado que las políticas para luchar contra el cambio climático mantengan los precios energéticos altos y durante más tiempo. En este sentido, ha dejado entrever que el Banco Central Europeo podría actuar antes de lo previsto en la retirada de sus planes de estímulos o hacerlo más rápido de lo planeado.
Y es que, la contención de precios es el mandato único del BCE, que tiene ante sí la llave para flexibilizar la economía o endurecerla subiendo los tipos de interés o retirando sus planes de compras masivas de deuda. España, de hecho, es una de las grandes beneficiadas con la política económica actual. El 80% de los 237.000 millones que emitirá España irá destinada directamente al balance del banco central.
VOCES DEL BCE ALERTAN DE UNA ESCALADA SIN CONTROL EN LA INFLACIÓN
Las previsiones del BCE apuntaban que mantendría su política durante al menos un año. Según una de las vocales más críticas con la deriva actual del organismo presidido por Christine Lagarde, el impacto de la transición energética en la inflación podría hacer que el BCE reconsidere su posición actual. «Hay casos en los que los bancos centrales deberán romper con el consenso predominante en la política monetaria», ha afirmado durante la reunión anual de la Asociación Estadounidense de Finanzas.
Hay casos en los que los bancos centrales deberán romper con el consenso predominante en la política monetaria
En este sentido, ha insistido en que el alza de los precios no sería transitoria, como vienen diciendo oficialmente las voces de la cúpula del BCE. Y es que, el precio de la electricidad y del gas se ha disparado en los 19 países del euro. La media es del 5%, mientras que el mandato del BCE indica que los precios deben situarse en niveles cercanos al 2%.
En caso de inacción, el BCE podría provocar una situación similar a la de los año 70, con elevados precios que obligaron a subir los salarios, provocando así una espiral de muy difícil solución. De hecho, todos los organismos oficiales han pedido contención en las nóminas, pero algunas grandes empresas están haciendo caso omiso. Por ahora, los subidas salarias son moderadas, en España, tan sólo subieron un 1,7%, seis puntos por debajo de los precios.
LAS MEDIDAS DE BRUSELAS EVITARÁN QUE EL BCE CUMPLA SU MANDATO HASTA 2024
Pero estas tensiones también pueden sucederse por las políticas del cambio climático. En concreto, con la creación de un impuesto al carbono y las medidas para compensar a los hogares vulnerables pueden desembocar en un mayor coste de la energía e incrementar la presión inflacionaria. A su juicio, este escenario ya está sucediendo, sin que Bruselas trate de controlarlo.
Para el resto de vocales y miembros del BCE, las tensiones irán disminuyendo a lo largo del año, aunque muestran su sorpresa por los altos niveles de precios. De hecho, las estimaciones para este mes de diciembre era una inflación media del 2%, pero escaló por encima del 5%, y en algunos casos por encima del 6%. Ahora, las previsiones indican que el mandato del BCE volverá a cumplirse en 2024.