domingo, 24 noviembre 2024

Fractura del «escudo social», crisis energética y frenazo económico en 2022

Si hace un año y medio alguien nos hubiera dicho que al llegar la última semana de 2021 los centros de salud españoles no serían capaces de atender a la demanda de pacientes, y que los servicios de urgencias estarían saturados debido al aluvión de personas asintomáticas, le habríamos mandado a paseo. Pero es precisamente lo que está ocurriendo. A pesar de que oficialmente estamos en pandemia, los poderes públicos no han sido capaces de gestionar un sector público sanitario que está demostrando sus graves carencias y, al contrario de lo que sucedió el segundo trimestre de 2020, no se puede decir que sea por falta de previsión.

Los políticos han decidido tapar sus vergüenzas encomendándose a la vacunación masiva, a los pasaportes covid y, ahora de nuevo, al uso de mascarillas en exteriores. Pero nadie pone el dedo en la llaga: ¿por qué hay menos recursos humanos y materiales dedicados a la atención de los enfermos?

Si estamos en una pandemia lo razonable habría sido elevar el presupuesto sanitario destinado a contratar más profesionales y a tener más camas disponibles, así como a garantizar el funcionamiento de los centros de salud en todo momento (sábados y domingos incluidos). Nada de esto se ha hecho y la sensación que tienen los ciudadanos es que las Administraciones Públicas han fracasado en una de sus tareas esenciales.

Pero como los burócratas saben hacer de la necesidad virtud (para ellos mismos), la quiebra sanitaria es la excusa perfecta para eludir su responsabilidad en la situación actual, no sólo en el ámbito de la salud, sino también en el de la economía. Tras meses negándose a modificar su cuadro macroeconómico –más falso que un euro de madera– el mundo empresarial y académico pide a la vicepresidenta Nadia Calviño que se baje del burro: «ahora toca darse un baño de realidad».

CLAMOR PARA QUE CALVIÑO VUELVA A LA REALIDAD

Algo que no se va a producir en los próximos días, ya que la revisión al alza de la tasa de crecimiento del PIB del tercer trimestre hasta el 2,6% realizada por el INE servirá para engrasar la maquinaría de propaganda gubernamental. Eso sí, cuando Calviño actualice las previsiones la culpa la tendrá la cepa ómicron, que va a ser la excusa ideal para aplazar esa recuperación que nunca llega. Primero sería en 2021, luego al principio de 2022 y ahora ya se habla del segundo trimestre del próximo año.

Claro que cuando la Reserva Federal de Estados Unidos suba los tipos de interés y los mercados empiecen a despertar de la borrachera de la barra libre monetaria el impacto en los países y empresas más endeudados será evidente. Y en el caso de la economía española el hecho de que el BCE reduzca la compra de deuda tampoco ayudará para que llegue esa recuperación de la que todo el mundo habla pero que nadie ha visto. Seguramente se haya escondido en el mismo lugar que ese “escudo social” que nos prometieron y que la inflación se ha llevado por delante.

LAS GRANDES GESTORAS ADMITEN SIN TAPUJOS QUE LA ECONOMÍA MUNDIAL HA TOCADO TECHO

Las grandes gestoras están comenzando a posicionarse para este cambio de rumbo y los analistas ya admiten sin tapujos que la economía mundial ha tocado techo en términos de crecimiento. Los valores de renta variable más cíclicos llevan semanas corrigiendo sus cotizaciones, lo cual indica que el año que ahora comienza será más complicado que el actual, es decir, que el mercado nos indica que los políticos nos están engañando, una vez más, en esta campaña electoral permanente que vivimos desde hace años.

Y mientras en las redes sociales se habla del discurso del Rey en Navidad, de las decisiones covidianas a golpe de BOE y de los pasaportes COVID para entrar a restaurantes, el elefante en la habitación pasa desapercibido, aunque su tamaño es descomunal. La crisis energética ha provocado que muchas fábricas comiencen 2022 con las persianas cerradas, sin trabajar tras la revisión tarifaria impuesta por las grandes eléctricas; un incremento derivado a su vez de los errores de política energética cometidos en la Vieja Europa en los últimos años, donde España es un alumno aventajado.

CAOS REGULATORIO Y CRISIS ENERGÉTICA

Los derechos de emisión de CO2 y la demonización de los hidrocarburos nos han traído hasta la situación actual, en la que las empresas cierran y muchas familias sólo pueden permitirse poner la lavadora una vez a la semana. Y la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, se pone de perfil para no asumir su responsabilidad en este desastre, porque aunque es cierto que las directrices de Bruselas tienen una importancia capital en esta crisis energética, las decisiones adoptadas por el Gobierno español no han sido las más acertadas.

¿O es que nadie recuerda cuándo antes del verano Ribera penalizó a las centrales nucleares e hidroeléctricas? Por no hablar del nuevo sistema de tarifas impulsado desde su departamento y que terminará por enterrar el sistema de precios regulados para que todas las familias acaben en del denominado “mercado libre”.

La única buena noticia es que arrancamos la última semana del año con una reducción notable del importe del MWh y que el ejecutivo ha ampliado hasta el 30 de abril el IVA reducido en la factura eléctrica, mientras que el impuesto que grava la generación de energía (7%) seguirá suspendido hasta el 31 de marzo. Por cierto, ¿nadie se pregunta por qué producir electricidad es una actividad por la que hay que pagar impuestos? ¿O por qué los hogares y empresas deben pagar IVA por consumir energía?

Nos hemos acostumbrado a pagar por todo, porque nos decían que el dinero serviría para mantener los servicios públicos. Seguramente se referían a la «atención médica» telefónica, a las largas colas para comprar medicamentos y a las personas dependientes falleciendo antes de haber recibido su dinero. En lo que va de año han muerto más de 43.000 personas en las listas de espera de la dependencia de toda España. El dato de la vergüenza que no verán en los telediarios.


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