La temporada alta de Andorra llega un año más marcada por la incertidumbre sobre el comportamiento del turismo de invierno. Por lo pronto la demanda generada en torno al esquí está funcionando, si bien el Principado vive con un ojo puesto a cada lado de sus fronteras, a norte y sur, muy pendiente de la evolución de la pandemia en Francia y España. El hecho cierto entre tanto desconcierto es que el microestado soberano se encuentra en el punto de no retorno en el que toca redefinir su modelo turístico: más exclusivo, nada masificado y con una oferta cada vez más diversificada que conjuga deporte y naturaleza con termalismo, shopping y gastronomía. La pandemia deja un antes y un después y también un reto claro: reducir la excesiva dependencia del turismo y reformular el sector hacia un concepto premium.
El turismo no volverá a ser el mismo en Andorra tras la irrupción del covid-19. Y no sólo porque la forma de viajar haya cambiado para los turistas. Las autoridades apuestan por un viraje hacia un modelo económico más enfocado a la captación de nuevos moradores: pymes y startups. Mientras llegan las medidas centradas en la digitalización, la transformación y el emprendimiento innovador que promueve el Ministerio de Economía andorrano con la connivencia de la Cámara de Comercio, Industria y Servicios de Andorra (CCIS), el turismo sigue siendo la principal industria.
El calendario de invierno, en plena campaña, deja buenos datos de ocupación sobre todo por «el alto nivel de vacunación en España, Francia y también en Andorra» y, en consecuencia, «con buenas expectativas, puesto que desde la Administración y el sector turístico se han hecho todos los esfuerzos, se han puesto en marcha todas las medidas sanitarias, y los clientes se van satisfechos», explica en declaraciones a MERCA2, Jordi Daban, CEO de Daguisa Hotels, la segunda cadena hotelera de Andorra.
LA DEPENDENCIA DE ANDORRA DEL TURISMO
El propósito de evolucionar hacia un modelo cada vez más diversificado e independiente es el ideal de cualquier economía, si bien, existen factores ineludibles y características a nivel de país que no siempre hacen viable esa meta. Andorra es un país pequeño en su extensión que «no puede acoger a determinados sectores» y, sin embargo, ofrece una opción atractiva para «las actividades que se pueden ejercer telemáticamente y que no precisan de grandes infraestructuras para su desarrollo, o empresas interesadas en instalar su sede, sin necesidad de tener sus factorías cerca, en Andorra, por ejemplo», afirma Daban.
En cualquier caso, y mientras el nivel de viajeros y visitantes siga condicionando la salud económica del Principado, «el modelo turístico se ha de regularizar y dimensionar en función de la capacidad de absorción de turistas del país», en línea con «la oferta turística y hotelera durante todo el año y no sólo enfocado a la gran capacidad en épocas de gran afluencia», reclama el director de Daguisa Hotels.
El responsable de la segunda cadena hotelera de Andorra incide en que «de un tiempo a esta parte, Andorra recibe un tipo de turista con un poder adquisitivo más alto que está beneficiando al sector», de tal forma que se perfila cada vez más una oferta «muy atractiva» en la que el precio del alojamiento y servicios están cada vez más acorde con el perfil del visitante.
El turismo masificado deja paso a unos visitantes que destinan más dinero a sus viajes y cuidan más la experiencia destino, con una estancia más intensa, no necesariamente más prolongada, pero sí orientada a optimizar al máximo las bondades del lugar, en condiciones seguras, sin aglomeraciones y con un amplio abanico de propuestas vinculadas con el turismo activo de naturaleza.
LA ERA POSPANDEMIA: MENOS TURISTAS, MÁS CALIDAD
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En Andorra «se han hecho muchísimos esfuerzos por parte de las Administraciones, de las empresas del sector y de los hoteles para adecuarnos a las demandas del visitante», conformando un destino que en diciembre, también ofrece un entorno único. En esta época «destaca un ambiente navideño especial, con sus pueblecitos y paisajes montañosos nevados, la animación en las calles de Andorra la Vella y una oferta de producto muy diversificada», concluye el empresario.
En cuanto al sector hotelero, Daban recuerda que «también se ha adaptado, cada vez con más marca internacional, que contribuye a una estandarización de servicio que antes no teníamos, y que se abre a la llegada de un turista más exigente y con más poder adquisitivo», concluye.
Andorra se encuentra en pleno proceso de transformación en el que tiene que revisar y repensar su modelo, para poder adaptarse al «nuevo chip experiencial del turista» que, en el caso del viajero español y francés, encuentra una propuesta muy diferente pero a poca distancia, en un destino con una gran potencial y una oferta basada en el shopping, el esquí y la naturaleza -que supone el 90% de su territorio-.
Además, a poco menos de tres horas de un aeropuerto internacional como el de Barcelona, Andorra también presume de ser uno de los estados más seguros de Europa.