Los operadores de telefonía están en una difícil encrucijada. Desde hace un buen puñado de trimestres los ingresos marcan una línea descendente. La guerra de precios, que todos reconocen abiertamente, ha laminado gran parte de los márgenes. Otro reconocimiento público es que el sector en su conjunto deberá abordar una nueva consolidación; es decir, fusiones y compras. Donde surgen las discrepancias, sobre todo entre MásMóvil, Orange y Vodafone, es en qué empresas se verán envueltas en dicho proceso. Y no solo eso. A nivel regulatorio la problemática es mayor.
En cuanto al asunto capital del problema, el exceso de compañías en un mercado maduro y ultracompetitivo, nadie tiene dudas sobre su resolución: debe abordarse un proceso de concentración que deje las telecomunicaciones en España con 2-3 grandes operadores, y otros 2-3 ‘contenders’ que ejerzan presión de precios, nuevas propuestas, modelos más arriesgados… Actualmente existen tres grandes compañías (y sus marcas ‘low cost’): Telefónica, Orange y Vodafone; otra cuarta con implantación nacional -y un tamaño cada vez mayor-, MásMóvil; una quinta como Digi que no para de crecer; y los ‘outsiders’ que se quieren beneficiar de estos movimientos, principalmente Finetwork y Avatel. Todo ello sin contar con los operadores móviles virtuales (OMV); así como las telecos locales que también quieren su cuota de mercado. Simplemente una situación insostenible.
Además, hay que tener en cuenta que estos operadores de telefonía no solo compiten entre ellos, sino que en su viaje hacia el mundo ‘Tech’ también lo hacen en la agregación de servicios con las grandes tecnológicas de Estados Unidos. Eso se ha escenificado en adelgazamientos de plantillas -para ser más ágiles-, con sus respectivos ajustes; pero también en una importante tendencia de mercado: segregación de activos como torres o, incluso, la red de fibra. Por todo ello, y pese a esas miradas hacia otro lado cuando se pregunta a los directivos, la consolidación empresarial es la única vía de escape. Pero la situación es bastante compleja cuando se mira la letra pequeña.
Cualquier proceso de fusión o compra entre operadores de telefonía deberá ser validado por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) -y Bruselas-. Y prácticamente todas las combinaciones posibles supondrían un verdadero conflicto regulatorio para el organismo presidido por Cani Fernández. Sin excepción.
El mantrá de las necesarias fusiones chocará con un enjuague de realidad en 2022
En esta consolidación hay dos empresas que parecen quedar al margen. Por un lado Telefónica, puesto que haga lo que haga su volumen le impide optar a ningún movimiento, al menos dentro de nuestras fronteras. La otra que por ahora queda descartada, y de la que por el momento no hay encajes claros, según fuentes consultadas por MERCA2, es Digi. La compañía de origen rumano en estos momentos va creciendo en su cartera de clientes, pero se trata de usuarios con una factura media relativamente baja, por lo que ni siquiera eso ofrece una mejora en el rendimiento económico.
LOS NÚMEROS PARA ORANGE Y VODAFONE
Si existe una fusión imposible en estos momentos es la de Orange y Vodafone. Pese a que en los últimos meses han adelgazado sus plantillas con diversos ajustes de empleo, la unión de estas dos compañías no tendría recorrido ante la CNMC. Por ejemplo, en el segmento móvil, ambas empresas formarían un grupo con 25,2 millones de usuarios, según las cifras del segundo trimestres de 2021 reportadas al regulador.
Esto supondría tener 9 millones de clientes más que Movistar (16 M) y, prácticamente, quedarse con la mitad del mercado que llega a los 56 millones de abonados. Sería una posición de dominancia más propia de un monopolio que de un mercado competitivo.
En la banda ancha fija la situación es similar. Una hipotética fusión entre Orange y Vodafone dejaría como resultado un operador con más de 7 millones de clientes. De nuevo se quedarían casi con la mitad del mercado que, en estos momentos, tiene 16,1 M de abonados. Esto les dejaría como líderes, con más de un millón de usuarios por encima de Movistar.
¿Y no se podrían aplicar ‘remedies’? Esta figura regulatoria, que se refiere a desprenderse de activos para mejorar la competencia, se enfrenta por ejemplo a una red sobrealimentada que, ahora mismo, ha dejado de ser un plus. Sobre todo cuando el mercado tiende a la utilización de infraestructura neutra, donde destaca el caso de éxito de Cellnex; o en la red de fibra, en la que surgen actores con músculo financiero como Onivia o Lynita. De hecho, MásMóvil no necesita ningún tipo de red; y los ‘outsiders’ antes mencionados prefieren tener tratos mayoristas que aumentar su Opex para el mantenimiento de una red que no genera ventajas competitivas.
¿Y QUÉ PASA CON MÁSMÓVIL?
Pese a la negación pública, MásMóvil y Vodafone mantuvieron contactos hace meses para abordar una fusión/compra -llámese como quiera-. Por lo tanto, es la otra potencial consolidación que puede darse. Lo curioso es que la compañía capitaneada por Meinrad Spenger ha crecido tanto que ya representa también un problema para la CNMC.
La unión de rojos y amarillos dejaría una empresa con 22 millones de líneas móviles. De nuevo, casi la mitad del mercado. Por lo que respecta en la banda ancha fija, la cifra superaría los 5 millones de clientes, y apenas se quedaría a 700.000 clientes de Telefónica España, pero muy por encima del tercer operador en ese caso, Orange, que tiene 3,8 millones de abonados fijos.
Y de nuevo los ‘remedies’ no valdrían, puesto que -en este caso- la infraestructura fija de MásMóvil está ligada a los acuerdos de Orange; mientras que lo más valioso de Vodafone son sus 7 millones de accesos de cable (HFC) comprados a Ono que, realmente, ahora mismo son un castigo más que un activo. De esta manera, cuantos más meses pasen y el operador amarillo siga creciendo, les puede valer en su estrategia de negociación entre iguales con la compañía dirigida por Colman Deegan, pero en Barquillo 5 será un problema.
Todos estos números son muy equivalentes para una hipotética unión entre Orange y MásMóvil. No obstante, fuentes del sector aseguran a este medio que la fusión entre estas dos compañías no les reportaría mayores beneficios que los que tienen actualmente como grandes socios mayoristas.
LA FUSIÓN IMPOSIBLE
Todos coinciden: la guerra de precios no se puede mantener; y el sector se encamina a una consolidación. También saben todos que eso no es posible en unas circunstancias de mercado normales. El crecimiento del cuarto operador ha sido tan grande, que no se trata de un ‘outsider’ que mete presión a los demás; se ha convertido en un ‘player’ más dentro de un mercado que ya no crece en volumen de abonados.
La única vía de escape es crecer en servicios agregados, pero eso es costoso. Además, ahora viene el turno de amortizar las inversiones llevadas a cabo en 5G, y la presión competitiva no permite desarrollar estrategias que consigan elevar la rentabilidad. La solución es que haya menos competencia, y esos solo pasa por aligerar el sector. Y todo vuelve al inicio, porque el diagnóstico está expuesto de forma pública, igual que las curvas decrecientes de ingresos, pero aplicar las soluciones, y que la CNMC lo permita, será lo imposible.