Nuestro sistema político en España puede lucir con orgullo los pasos que ha ido logrando encadenar en los últimos años. En algunos ámbitos ha logrado estar a la altura del resto de países de la Unión Europea, y en otros incluso ha adelantado por la derecha. Desafortunadamente, esto no se ha cumplido en la incorporación de los jóvenes al mercado laboral, escenario en el que estamos en el trastero de la Unión Europea. Según los últimos datos de Eurostat de 2020, España es el país de la Unión Europea con la mayor tasa de paro, un 37,7% entre los jóvenes de 15 a 24 años.
Además, el coste de vida ha aumentado en las últimas tres décadas. Los motivos de esta enfermedad autóctona que no se cura son principalmente las crisis de la burbuja financiera y de la pandemia, pero también las habilidades de los más jóvenes. Si no se empiezan a aplicar soluciones así como a tener en cuenta a los más jóvenes en el mercado laboral, nos enfrentamos a perder capacidad tecnológica.
MUCHOS PROBLEMAS, POCAS SOLUCIONES
La cuestión del desempleo juvenil viene de muy lejos. La pandemia tan solo lo ha agudizado más. «Durante esta crisis sanitaria han caído las contrataciones y las pocas que se han llevado a cabo, en el sector digital, sanitario o alimentario han sido para fichar perfiles con experiencia. Formar a distancia es más complicado», señala Mónica Pérez, directora de estudios de InfoJobs. Además ,debemos sumar a este problema el de la precariedad en el empleo. Según el Consejo de la Juventud de España (CJE), el salario medio de un joven de hasta 34 años se mueve alrededor de los 970 euros netos mensuales. Y esto es porque la precariedad va de la mano con la tasa de temporalidad: 46% en personas de hasta 34 años en contraposición del 19% de los mayores.
Si España no hace nada, el desempleo entre personas de 16 a 34 años puede crecer de un 24% a un 26% en diez años
Esta precariedad tiene su origen en las flaquezas del sistema educativo, especialmente en el abandono escolar a edades muy tempranas, o el descontento causado por la mala implantación de la formación profesional. La organización de nuestro sistema económico incentiva aún más esta precariedad.
Los problemas están muy claros; las soluciones, no tanto. Quizás sea el momento de poner en marcha medidas impuestas en otros países y estudiar si funcionan, y no continuar con la falta de ejecución de las medidas tomadas hasta ahora.
PERDER CAPACIDAD TECNOLÓGICA
Los riesgos a los que se expone España si no se revierte este escenario son serios. Según el catedrático de Economía aplicada en la UAB Josep Oliver, “si España no incorpora a los nativos digitales el mercado perderá capacidad tecnológica y, por tanto, dejará de ser competitivo a nivel global”. Además, está también la amenaza de la demografía. Nuestro país cada vez cuenta con menos jóvenes en edad de trabajar que hace dos décadas.
En este marco, la llegada e los fondos europeos Next Generation puede ser clave. «Aumentar la FP es elemental, pero también lo es dar ayudas a la movilidad territorial que fomenten desplazamientos allí donde hay empleo. Y también es importante otorgar subvenciones al alquiler y la compra de vivienda, así como ofrecer condiciones de trabajo flexibles. Si España lo hace bien puede reducir el paro hasta un 10% o incluso menos en 2030. Si no hace nada, el desempleo entre personas de 16 a 34 años puede crecer de un 24% a un 26% en diez años. La recuperación económica no bastará para reducir el paro», subraya Oliver.