La carne de pollo es una de las más saludables y nutritivas, y también con menos grasas. Además, es un alimento muy asequible y versátil con el que se puede solucionar en momento cualquier comida. Se puede preparar de un millón de formas, aunque una de las preferidas por mucha gente, es entero y asado en el horno. El resultado es sabroso y exquisito, y si queda sobras, se convierte en un ingrediente comodín para preparar recetas típicas con restos como deliciosas croquetas, pastas, empanadillas, empanadas, ensaladas frías, sandwiches, y decenas de opciones más.
Puede ser que cuando preparas pollo asado al horno, no te quede tan jugoso como quisieras, lo cual puede ser una pequeña decepción, pero esto se puede evitar fácilmente teniendo en cuenta unos sencillos trucos con los que puedes conseguir que quede tan tierno, jugoso y con la piel crujiente y dorada, como los pollos asados de la mejor tienda de tu barrio. Sigue paso a paso estas pautas y verás que no te vuelve a quedar seco nunca más.
2EL PRECALENTADO DEL HORNO
Seguramente ya lo sabes, aunque es un paso que a veces olvidamos porque no le damos la suficiente importancia, a pesar de que es fundamental. Precalentar el horno antes de cocinar esta receta es imprescindible si pretendemos que el resultado sea el óptimo. Unos 10 o 15 minutos antes de meter el pollo en el horno, conviene precalentar a una temperatura de 180º-200ºC en la parte de arriba y de abajo con el ventilador conectado. De esta manera conseguiremos que el interior quede jugoso pero a la vez firme, y con la piel crujiente.