La crisis energética global derivada de una fuerte dependencia de los países productores de gas, en un convulso panorama internacional y con gobiernos que se resisten a sacar de la ecuación al carbón, ha devuelto el foco a la nuclear. Se trata de una tecnología fiable, estable, que trabaja el 100% del tiempo de operación, que no presiona en el precio del pool y que no emite CO2 a la atmósfera. Motivos por los que, por lo pronto, en España funcionan 7 reactores, en manos de profesionales con una especialización y preparación muy exigente. Pero, ¿cómo es la formación de un operador de la sala de control de una central nuclear?
Tras el desastre de Fukushima en 2011, el trayecto hacia su desaparición del mix energético parecía enfilado. Pero en plena crisis internacional del gas, en países como Francia o Japón el debate sobre si conviene mantenerla se salda a favor de la nuclear y se multiplican los argumentos sobre las bondades de esta tecnología y la necesidad de contar con ella para conseguir una transición energética con garantías. La mala imagen de la nuclear se debe principalmente a los devastadores efectos que tienen los accidentes en las centrales y, también, a la complicación que presenta la gestión de los residuos radioactivos.
Y mientras las centrales nucleares sigan siendo imprescindibles en España para cubrir la demanda nacional, -con el 20,20% del total de la producción eléctrica neta del país en 2020-, la figura del operador de la sala de control de este tipo de instalaciones es esencial para garantizar el correcto funcionamiento de la central nuclear.
Se trata de un puesto tan específico cuya formación se realiza a partir de una inmersión total en la dinámica de una central nuclear. Tanto es así que, el proceso de aprendizaje de un operador que va a desarrollar su trabajo en la sala de control de la central de Trillo se realiza en un simulador de esa central, es decir, en una réplica exacta de esa sala.
Tecnatom es la empresa encargada en España de la formación de los futuros trabajadores de las plantas, del proceso de reciclaje y formación con carácter anual de los empleados en activo y también de profesionales de instalaciones en otros países. «La industria nuclear española goza de muchísimo prestigio en el mundo», afirma el presidente de Foro Nuclear, Ignacio Araluce y, además, recuerda que las españolas están entre las 20 primeras centrales del mundo.
SELECCIÓN Y FORMACIÓN «MUY EXIGENTES»
La formación de los operadores de una sala de control de una central nuclear comienza con un severo proceso de selección por parte de Tecnatom, que incorpora a los candidatos seleccionados a su plantilla durante los tres años en los que se desarrolla la formación, tal y como explica el director de comunicación de Tecnatom, Manuel Fernández Ordóñez.
Pero lo complicado no es sólo acceder como candidato a esta formación, una vez dentro, los procesos de control son también intensos con exámenes semanales, en los que la puntuación mínima requerida a los alumnos es de 8 sobre 10. Se considera que son necesarios 40 personas con licencia por reactor.
Tras el proceso teórico y práctico, tanto en el simulador como en la planta durante los tres años, la licencia para poder ejercer de operador nuclear la concede el Consejo de Seguridad Nuclear. El organismo también controla que todos los años los trabajadores de las diferentes centrales reciban un número determinado de horas de «reentremaniento», comenta Fernández Ordoñez, que pone de manifiesto la formación continua que exige la profesión.
En las instalaciones de Tecnatom en Alcobendas (Madrid) ya sólo queda el simulador de Trillo, mientras que hace meses se trasladó la réplica de la sala de control de Almaraz a Cáceres. Los mismo ha ocurrido en los casos de las centrales de Tarragona y Valencia, cuyos simuladores se han instalado en las proximidades de las propias sedes.
El grado de especialización de un operador de la sala de control es tal que cada alumno sólo puede trabajar en la central nuclear que corresponde al simulador en el que se haya formado. Cada espacio reproduce una réplica exacta de una sala en cuestión y los conocimientos no son intercambiables de una central a otra.
Una vez obtenida la licencia para poder operar en una determinada planta, ésta se hace cargo de cada operador que abandonan en ese momento la plantilla de Tecnatom. Y, aunque no es habitual, sí se puede dar el caso de que algún alumno no supere la formación de tres años, «supuesto en el que se le recicla para otras funciones de la planta», comenta el director de comunicación de la compañía.
EXHAUSTIVO SEGUIMIENTO DE LOS ASPIRANTES
Los simuladores incluyen una zona acristalada para los formadores que observan las reacciones de los alumnos ante cualquier evento o accidente (que se plantea a modo de ejercicio). Durante su estancia en la réplica de la sala los aspirantes están microfonados, con el objetivo de poder observar de cerca sus comentarios, reacciones y decisiones sobre simulacros que deben tomarse, de forma consensuada, entre los cuatro operadores que integran cada turno.
De esta forma, «se observa si están actuando de forma correcta ante el incidente que se les expone, así como el tiempo que emplean para el diagnóstico y si están consultando las indicaciones de los procedimientos adecuados», explican los formadores.
Ninguno de los botones críticos puede pulsarse por error, están blindados
«En un accidente nuclear nadie hace nada sin leer los manuales, porque todo está procedimentado, por lo que siguen cada paso recogido en los libros, sin saltarse ninguno», asegura Fernández Ordoñez. «Todos los procedimientos necesarios para afrontar todas las eventualidades posibles están contemplados», concluye.
Además, si la sala de control es clave ante cualquier incidencia, las plantas cuentan con un mecanismo más de seguridad ajeno a esta estancia. Se trata de un espacio en otro punto, completamente independiente y alejado del control, sólo con los instrumentos imprescindibles que permiten llevar a la planta a parada segura en cuestión de segundos, en caso de accidente.
Además los botones críticos están protegidos por otros permisivos (que obligan a pulsar varios botones a la vez para ejecutar una acción) y con tapas de seguridad. Ninguno de estos mandos puede pulsarse por error, puesto que están blindados. Y todo, en edificios sísmicos sellados en las mismas condiciones que el reactor, en un sistema en el que cada operación queda registrada y es fácilmente detectable por todos los profesionales de la sala de control.
La seguridad que aportan, tanto los profesionales en plantilla, altamente especializados, como las instalaciones de las propias centrales nucleares es extrema. De hecho, en España no se han registrado accidentes nucleares hasta la fecha.