domingo, 24 noviembre 2024

El BCE no se inmuta por la inflación: del riesgo de la japonización a la estanflación

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La actual crisis económica está dibujando uno de los peores escenarios económicos que se conocen, pero el BCE quita hierro y evita tomar medidas de calado para equilibrar su política monetaria con la escalada de precios en Europa. En España y Alemania, los precios han alcanzado máximos no vistos desde hace casi 30 años. Sin embargo, para el supervisor es «pasajero», aunque ha admitido que el crecimiento del IPC ha superado las expectativas.

El riesgo económico se concentra ahora en la estanflación. La definición técnica es la combinación de elevados precios junto con la recesión. Por ahora, sólo se cumple una de las premisas para entrar en este peligroso escenario no visto en Europa desde la década de los 70.

No estamos viendo ningún tipo de estancamiento en el horizonte

Christine Lagarde, presidenta del BCE

El organismo presidido por Christine Lagarde quita hierro a la evolución de la inflación con el fin de evitar los errores cometidos durante la crisis de 2008. El BCE realizó inoportunas subidas en los tipos de interés en 2009 y 2011 que provocaron aún mayores efectos negativos sobre las economías y empresas más endeudadas. Al frente de la entidad estaba entonces Jean-Claude Trichet y hacía caso omiso de las advertencias de incrementar los tipos de interés y realizar compras masivas de deuda.

Esta política, que aún práctica el BCE, hizo aparecer el fantasma de la japonización de la economía europea en 2019. Poco crecimiento, deuda abultada y precios bajos eran los pilares del Japón de los 90. Los créditos se concedían a discreción, sin miramientos, y avalados por bienes raíces. La caída del consumo, es decir, de la demanda, hizo el resto después del estallido. La deflación era un hecho, las oportunidades de compra se aplazaban por la propia bajada. Japón ha tardado décadas en remontar y recuperarse de este escenario.

NOTABLES DIFERENCIAS CON LA JAPONIZACIÓN Y LA ESTANFLACIÓN, POR AHORA

En la Europa actual hay notables diferencias con aquella fatídica situación del país del Sol naciente. En primer lugar, los precios suben con fuerza por el alto componente energético. Es decir, las empresas suben precios por el lado de la oferta, para hacer frente a los costes energéticos. Ejemplos de ello en España son los casos de Ebro Foods y Fluidra, entre otras. Sin una demanda que compense la oferta, los consumidores podrían provocar temidos efectos y reducir sus opciones de consumo, golpeando directamente a los resultados empresariales.

BCE foto portada Merca2.es

Asimismo, está el riesgo de los temidos efectos de segunda ronda. Si sube la inflación, suben los salarios que estén indexados a este indicador, pero principalmente en España se vería golpeada por la nómina de funcionarios y pensionistas, la partida más elevada en los Presupuestos Generales del Estado.

DE GUINDOS Y EL BDE ADVIERTEN DE LOS EFECTOS DE SEGUNDA RONDA

Tanto el Banco de España como el vicepresidente del BCE y también exministro de Economía, Luis de Guindos, han alertado desde hace meses de estos efectos, aunque lo ven «limitado» dado que consideran que la inflación comenzaría a bajar de cara a los próximos meses. Mientras tanto, resistir y aguantar el chaparrón porque no hay movimientos del BCE al menos hasta el próximo mes de diciembre, cuando se certifique el fin de las compras por la crisis desatada por el coronavirus y se den nuevas pistas sobre la política monetaria.

La institución se ha protegido durante el verano. Lagarde avisó que mandato único del BCE, contener la inflación en niveles 2% en la Eurozona, podría incumplirse de forma temporal en los próximos meses. Sin embargo, las alzas en la cesta de la compra han superado todas las expectativas, no sólo en el conjunto de Europa, sino ampliamente en España y Alemania. Si la situación persiste, los tipos de interés al 0% dañarán aún más a la economía.

PARA EL BCE HAY RECUPERACIÓN, PERO VE IMPROBABLE SUBIR TIPOS HASTA 2023

Pero el BCE niega la mayor, pese al más que evidente riesgo de encontrarse ante un escenario como en la crisis de los 70. Los mercados esperaban que los tipos de interés comenzaran a subir a finales de 2022, pero «es improbable«, según ha asegurado Lagarde. A su juicio, las condiciones para elevar las tasas del precio del dinero no se han dado aún y hacerlo a destiempo conlleva también otros riesgos, especialmente para las economías y empresas más endeudadas, que verán mermar sus recursos para hacer frente a sus obligaciones. En los últimos años, varios países, entre ellos España, en vez de prepararse para el escenario de subidas de tipos han optado por engordar la deuda a niveles récord.

Además, el BCE asegura aún que la economía «prosigue su recuperación de forma enérgica«, pese a las continuos recortes en las previsiones, incluyendo al Banco de España y el FMI, sobre algunos países como España. No habrá recuperación en «V» como se había vendido hasta ahora.

El crecimiento es muy lento, pesado, y no se recuperarán los niveles anteriores a corto plazo. El dilema del BCE se centra en evitar, por un lado, que los países más endeudados tengan que lidiar con los aumentos de los tipos de interés, mientras que los del norte, especialmente los nórdicos y Alemania, auguran que la situación no es coyuntural ni será breve en el tiempo, por lo que exigen un alza en los tipos, como ya han realizado otros bancos centrales, como Rusia.

LAGARDE NIEGA EFECTOS EN LOS SALARIOS, PESE A LA SUBIDA DE LAS PENSIONES Y SALARIOS

Los ‘halcones’ del BCE, favorables a endurecer las políticas monetarias, por el momento, han perdido todas las batallas. Pasó en 2011, con la dimisión de Jürgen Stark, economista jefe del BCE; y ha vuelto a ocurrir una década después, con la salida del histórico Jens Weidmann, presidente del Bundesbank y el más veterano de los miembros del BCE. Ambos se han mostrado contrarios a las compras de deuda.

Lagarde, por otra parte, niega que la economía europea se enfrente a un riesgo de estanflación. «No estamos viendo ningún tipo de estancamiento en el horizonte«, ha afirmado. A su juicio, los precios continuarán subiendo y empezarán a caer a principios de 2022. El objetivo del BCE es que la inflación se sitúe en el 1,5% para 2023, todo ello si los problemas que aún persisten en la gran industria y los cuellos de botella desaparecieran.

«La recuperación podría ralentizarse si persisten los problemas de suministros y los elevados precios de la energía se mantienen en el tiempo», ha afirmado la presidenta del BCE. Además, ha insistido en esos efectos de segunda ronda si los salarios empujan al alza por los cuellos de botella en las cadenas de suministros. «Si las tasas de las nóminas se elevan por encima de lo previsto o si la economía recupera su capacidad más rápidamente, la presión sobre los precios sería más elevada», ha insistido la mandataria.

Estamos afrontando el mayor desajuste entre oferta y demanda de las últimas décadas

CaixaBank Research

Por este motivo, el BCE vigilará el incremento de los salarios. Las empresas no encuentran ni camioneros, ni albañiles ni tampoco camareros, entre otras profesiones. Pese a que su segundo al mando ya ha advertido de estos riesgos, para Lagarde no existen. «No vemos riesgos de efectos de segunda ronda», ha zanjado.

EROSIÓN EN LA CONFIANZA DE LOS HOGARES

Los analistas, por su parte, analizan todos los escenarios posibles ante una nueva caída de la economía y la inmersión en alguno de estos escenarios. Recientemente, el centro de estudios de CaixaBank Research ha asegurado que la situación económica actual es tan compleja que es difícil anticiparse a los escenarios conocidos. Eso sí, han advertido que «estamos afrontando el mayor desajuste entre oferta y demanda de las últimas décadas«.

«La producción global de bienes y servicios ha sido incapaz de responder en los últimos meses, tanto al fuerte aumento de la demanda tras el final de los confinamientos como a los cambios en los patrones de consumo de los agentes provocados por la COVID-19», han indicado en su último informe publicado esta misma semana.

A juicio de la entidad, «los cuellos de botella provocados por estos desajustes, unidos a la escalada de los precios de la energía y a las perturbaciones en el mercado de trabajo ocasionadas por la pandemia, han originado un inesperado repunte de los precios». Las previsiones de inflación se han disparado en la Eurozona del 2,6% al 4,3%; en Estados Unidos, del 1,6% al 2,2%.

Además, ha detectado una ligera erosión de la confianza de las familias, «que se está transmitiendo a las decisiones de consumo«. Por ahora, no hay alarma debido al exceso de ahorro generado durante la pandemia, una cifra que alcanza los 45.000 millones de euros en España. Se trata de un «importante colchón para hacer frente a deterioros puntuales de la renta disponible como el que cabe esperar para los próximos meses», ha destacado.


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