El viaje relámpago de Teresa Ribera a Argelia fracasó en su objetivo. Solo había que ver la cara de la vicepresidenta tercera del Gobierno en su comparecencia tras la reunión mantenida con su homólogo argelino, Mohamed Arkab. El viaje no trataba, como se ha querido vender, de garantizar el suministro de gas desde Argelia a España para los próximos meses, ya que ese acuerdo ya lo había cerrado hace casi un mes el ministro de Exteriores, José Manuel Albares. El viaje era un intento a la desesperada de convencer a Argelia de no cerrar este domingo el gasoducto Magreb-Europa, y ahí los argelinos no han dado su brazo a torcer.
En su comparecencia tras las reunión, la ministra para la Transición Ecológica dijo exactamente para lo que había servido ese encuentro: para que Arkab les dijera que el gasoducto del Magreb se cierra el 31 de octubre y que Argelia seguirá mandando gas a España, como estaba acordado, pero lo hará por el gasoducto submarino de Medgaz (como hasta ahora) y por barco en forma de gas natural licuado.
Y eso es precisamente lo que no quería escuchar el Gobierno español, porque el transporte del gas por barco se ha encarecido hasta multiplicarse por cuatro en los últimos meses y ese encarecimiento de la llegada del gas a España puede hacer que el precio medio del MWh eléctrico supere la barrera de los 300 euros en los próximos meses.
El transporte del gas por barco se ha encarecido hasta multiplicarse por cuatro en los últimos meses
España recibe de Argelia casi la mitad del gas que necesita, concretamente el 45,9%, mientras que el resto llega principalmente desde Estados Unidos y Rusia. Por el gasoducto de Medgaz pasan cada año unos 8.000 millones de metros cúbicos de gas. Con la actual coyuntura el porcentaje de gas que llegue a España por barco va a aumentar considerablemente y, por tanto, también su precio.
Según ha explicado Ribera, en la actualidad hay comprometidos 11.000 millones de metros cúbicos (11 bcm) de gas procedentes de Argelia. Sin embargo, la alternativa para que llegue a España es el gasoducto Medgaz, que tiene una capacidad de 8 bcm. Ante la falta de capacidad suficiente, para solventar esa situación y asegurar el suministro, se prevé que el gasoducto Medgaz aumente su capacidad hasta los 10 bcm a comienzos de 2022 y que el resto del gas comprometido se transporte como gas natural licuado a través de buques metaneros.
En este contexto, los expertos avisan de lo que puede estar por llegar. Rodrigo Yagüe, profesor de economía OBS Business School, cree que la existencia de varias vías de abastecimiento reduce las posibilidades de que las familias en España se queden sin gas este invierno, uno de los grandes objetivos del Gobierno. Sin embargo, el gas será más caro y, por tanto, afectará también al precio de la luz por la utilización de los ciclos combinados por parte de las generadoras eléctricas.
«El hecho de tener que transportarlo por vía marítima va a suponer un sobrecosto que desencadenará inevitablemente en una escalada del precio» que terminarán «pagando los consumidores», ha reconocido Yagüe.
Y es que, al margen de ser mucho más caro transportar el gas por barco que por un gasoducto, nos encontramos ante otro gran problema como es la escasez de barcos gasistas, ante la gran demanda que existe en la actualidad.
Por eso, a los países con mayor consumo energético del mundo les entran las prisas por hacer acopio de gas ante la llegada del frío, porque se puede dar el caso de tener el gas comprado y comprometido y no disponer de un barco que lo pueda llevar a destino y tener que esperar días, y hasta semanas para conseguirlo.
CHINA Y SU DESCARBONIZACIÓN
El mundo criticaba a China por estar al margen de los esfuerzos colectivos de descarbonización y de protección del Medio Ambiente. El gigante asiático alegaba que estaba en plena expansión de su economía y que no podía dejar de crecer, ya que otros países lo habían hecho con anterioridad contaminando tanto como necesitó su desarrollo y que, ahora, le tocaba a la economía china.
Los dirigentes más comprometidos con la lucha contra el cambio climático protestaban ante el desafío chino, hasta que, de forma inesperada, el gigante asiático decidió subirse al carro global de la sostenibilidad e inició su proceso para descarbonizar su economía. El resultado es la mayor crisis energética de la era moderna que se recuerda.
Si China deja de consumir carbón, necesita más gas y lo cierto es que necesita mucho gas. Y eso tensiona de tal manera el mercado que el precio se dispara, porque además los chinos no regatean, pagan lo que sea, porque pueden, para seguir manteniendo su crecimiento y eso hace que los demás países tengan que pagar lo mismo o más para recibir el gas que necesitan. La consecuencia inicial, el precio del MWh disparado en Europa y sobre todo en España.
Y pese a lo negativo de la situación, tampoco el caso contrario sería mucho mejor para la economía porque, si por una casualidad China redujera su producción, también sería para echarse a temblar, porque es el gran proveedor del mundo y sembraría el caos en la industria a nivel global.
MARRUECOS NEGOCIA CON ESPAÑA
La política internacional es un mundo aparte. Tan pronto estás fastidiando a tu vecino abriendo las fronteras y dejando entrar a miles de inmigrantes ilegales a Ceuta, como le estás pidiendo desesperadamente ayuda para evitar un desabastecimiento energético.
Eso es lo que está pasando ahora con Marruecos. El cierre del gasoducto Magreb-Europa, ante el enfrentamiento entre Argelia y Marruecos, cierra el grifo del gas al reino alauí por lo que los marroquíes buscan ahora recibir ese gas vía España, corriendo con los gastos del correspondiente sobrecoste.