Vladimir Putin ha vuelto a mostrar su mejor cara ante la Unión Europea asegurando el aumento del suministro de gas ruso para este invierno, lo que ha conllevado que el precio de los contratos de gas para entrega en noviembre y el próximo mes de diciembre se abarataba alrededor de un 7% este jueves para cotizar ligeramente por encima de los 80 euros.
El presidente de Rusia ha encargado a Gazprom aumentar las reservas de gas que la compañía mantiene en Europa de cara al invierno, unas reservas que están muy por debajo de las de años anteriores.
A pesar de la corrección experimentada, los precios del TTF holandés, la referencia para Europa, se mantienen muy por encima de los 18 euros por megavatio hora de principios de 2021, lo que se traduce en que Putin gana dos veces. Una, quedando bien al ayudar a Europa a pasar el invierno gracias al aumento de flujo de gas ruso, y otra llenando las arcas del Estado al vender ese gas a un precio casi cinco veces superior al que lo vendía a comienzos de año. Sin duda, una jugada maestra del Jefe del Kremlin.
Según recoge la agencia rusa Tass, Vladimir Putin transmitió al monopolio ruso de exportación de gas la necesidad de aumentar el bombeo a los almacenes que la compañía mantiene en Europa una vez completada la inyección de gas a las instalaciones rusas, que podría ejecutarse a finales de esta semana.
«Esto brindará la oportunidad de cumplir los compromisos contractuales [de Gazprom] de manera fiable, sostenible y sin problemas, suministrando gas a los socios europeos en la temporada de invierno y, sobre todo, esto definitivamente creará una situación más favorable en el mercado energético europeo», agregó.
Asimismo, el presidente ruso advirtió de que la tensa situación registrada en los mercados energéticos europeos también conlleva ciertos riesgos para Rusia en una economía global moderna, «teniendo en cuenta los vínculos tradicionalmente estrechos entre Rusia y los países europeos», por lo que encomendó al Gobierno desarrollar un paquete especial de medidas para mitigar las consecuencias adversas para Rusia del déficit energético en Europa.
De su lado, el consejero delegado de Gazprom, Alexei Miller, afirmaba este miércoles que la compañía está lista para continuar con la inyección de gas natural a los almacenamientos subterráneos europeos (UGS) después de completar el llenado de las instalaciones en Rusia.
«Tan pronto como completemos la inyección de gas los UGS de Rusia, comenzaremos a inyectar nuestro gas a UGS europeos», confirmó el Ejecutivo en declaraciones recogidas por Tass, donde subrayó su confianza en que esta operación «mejorará la fiabilidad y estabilidad de los suministros durante la próxima temporada de invierno».
En este sentido, Puntin ha concretado que Rusia incrementará el suministro de gas a Europa a partir de noviembre, ya que «el nivel de reservas de gas en los depósitos subterráneos europeos es considerablemente inferior al promedio de los últimos cinco años».
Putin ya había señalado anteriormente que estudiaba «acciones adicionales» en un intento por dejar claro que Moscú no utiliza la energía como «arma» tras la subida de precios, en medio de una crisis energética que el mandatario ruso ha atribuido a los «errores» cometidos por la Unión Europea al abordar la política energética, señalando la «histeria» y el «lío» que, en su opinión, ha cundido en el seno de los Veintisiete.
EL PROBLEMA DEL GAS PARA ELECTRICIDAD EN ESPAÑA
El sistema español de generación eléctrica renovable no cubre toda la demanda en muchos momentos del día, por lo que necesita acudir a la generación por ciclos combinados.
Estos ciclos combinados utilizan gas fósil (llamado gas natural) en centrales de generación de energía eléctrica en las que se transforma la energía térmica del gas en electricidad mediante dos ciclos consecutivos: el que corresponde a una turbina de gas convencional y el de una turbina de vapor.
El precio del gas se ha disparado un 500% y el precio de los derechos de emisión de CO2 también ha subido como la espuma este año. España no tiene gas, por lo que depende de las importaciones, sobre todo de Argelia y Rusia. El problema es que nunca antes había existido una competencia tan feroz entre Europa y Asia para atraer las cargas de gas natural licuado (GNL) mundial. China y Japón están consumiendo gas a unos niveles nunca antes conocidos y eso hace que, ante la mayor demanda, los precios se disparen.