El gobierno que padecemos los españoles ha demostrado, a lo largo de estos años, su absoluta incapacidad para empatizar con las necesidades y problemas de los ciudadanos y dar una respuesta adecuada a dichos problemas.
Y utilizo el verbo “empatizar” conscientemente puesto que este gobierno “reclamaba” empatía a las compañías eléctricas y “paciencia” a los españoles ante la imparable y explosiva subida de la luz.
La luz es el paradigma de la falta de capacidad de este gobierno, pero también de su absoluta falta de voluntad en la búsqueda de soluciones a los problemas y desafíos a los que tienen que enfrentarse la economía y sociedad españolas si realmente queremos la oportunidad de recuperar la prosperidad pérdida.
Pero, lamentablemente, hay demasiados ejemplos de la negligencia Sánchez y sus ministros.
Unas ayudas a autónomos y pymes de las que sólo se ha ejecutado un 40% por el mal diseño de las mismas. Un Ingreso Mínimo Vital que sólo llega a un tercio de los hogares a los que Sánchez y su gobierno social prometieron que no dejar atrás. Cuatro millones de personas que quieren trabajar a las que este gobierno no les ofrece ninguna oportunidad.
Y podríamos seguir así durante días.
En lo que se ha demostrado eficaz e infalible este gobierno que padecemos es en favorecer a los afines, excluir y estigmatizar a los que no comparten su credo político y en su objetivo de demoler el régimen de libertades en el vivimos.
Los amiguetes nombrados directores generales en lo más duro de la pandemia a través de reales decretos que debían haber ofrecido soluciones de urgencia ante el avance del virus pero que permitieron sentar a Redondo e Iglesias en la Comisión que controla el CNI.
Unos nombramientos anulados por el Tribunal Constitucional que también ha señalado que el gobierno limitó los derechos fundamentales de los españoles y amordazó al Parlamento durante el primer estado de alarma.
Pero todo eso le da igual a un gobierno liberticida y que aspira, como en los peores regímenes totalitarios en los que se inspira, los comunistas, a controlar nuestra mente e imponernos su verdad y su manera de vivir.
¿Ejemplos de esta deriva totalitaria? Lamentablemente, muchos también. Intento de control de los jueces, ley de memoria democrática, ley celaá, ley de eutanasia, ley de garantías de libertad sexual, …y la última ocurrencia, una ley de vivienda que impondrá un control de los alquileres que ya ha fracasado en aquellas ciudades europeas y españolas, Berlín y Barcelona, por ejemplo, en las que se ha implantado.
Frente a este gobierno negligente, sectario y totalitario, hay alternativa. Lo demostró Pablo Casado en su intervención el domingo pasado en Valencia.
Tras escuchar durante nueve meses a 400 expertos de la sociedad civil, presentó todo un programa de gobierno y anunció que, nada más llegar al Gobierno, pondría en marcha tres grandes planes nacionales de reformas estratégicas para reforzar la institucionalidad, el empleo y las familias.
Ley de concordia;exigencia de imparcialidad a la Fiscalía; blindaje de la independencia del Poder Judicial; bajada general de impuestos y de las cotizaciones sociales; reducción a la mitad del número de ministerios y asesores; apoyo a la familia a través de reducciones fiscales, ayudas a vivienda, racionalización de horarios, flexibilidad laboral y educación gratuita de 0 a 3 años; liberalización de ley del suelo para abaratar la vivienda; ley de cuidados paliativos …. y muchas más.
Frente a los que aspiraban a la mera alternancia a través de indignas mociones de censura, el Partido Popular tiene un proyecto de esperanza y de futuro para España.
(*) Antonio González Terol, vicesecretario general del PP